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Antonio Tort y su familia

Un nuevo beato llamado Antonio Tort

«Nos lleváis al cielo si nos matáis»: las palabras del nuevo beato español a sus asesinos

El Papa Francisco ha autorizado la canonización de la fundadora de las Oblatas del Espíritu Santo y la beatificación de un sacerdote y un laico españoles asesinados en 1936

Al iniciarse la guerra civil ningún religioso estuvo a salvo de perder la vida en Barcelona. Incluso el obispo de la ciudad, cardenal Manuel Irurita, tuvo que esconderse para salvar la vida. El 21 de julio de 1936 fue atacado e incendiado el Palacio Episcopal. El obispo Irurita se negó a marcharse, siendo su pretensión plantar cara a los revolucionarios. El reverendo Marcos Goñi y Emeteria, familiares del obispo, le insistieron para que se marchara, pues su vida corría peligro. Lograron convencerlo.

Vestido de paisano salió del palacio por la puerta trasera, situada con la calle Montjuic. La intención del obispo era esconderse en la casa del reverendo Faura, situada en la calle Montjuic número 3, que era igual de peligrosa que su residencia. La providencia quiso que se encontrara a Antonio Tort Reixach. Este les ofreció su casa. Así el obispo, el reverendo Goñi y Emeteria se refugiaron allí, situada en la calle del Call número 17. No eran los únicos refugiados. Allí también había seis hermanas del Convento de las Religiosas Carmelitas de la Caridad, de la madre Vedruna.

En Un obispo de antes del Concilio del reverendo José Ricart Torrents podemos leer que «el señor obispo y don Marcos se aposentaron en la misma habitación en que se hallaba instalado el oratorio. Presidía la habitación una imagen de la Virgen de la Merced. Allí se guardaba el Santísimo Sacramento. Y un reclinatorio en el que durante largas horas el doctor Irurita se sumergía en la más intensa oración. Allí estaba ya arrodillado a las cinco de la mañana, preparándose para la Santa Misa. Celebraban él y don Marcos. También algunas veces el padre Artigas, del Oratorio de San Felipe Neri, confesor del Prelado». En aquella casa estuvieron escondidos cuatro meses y medio.

El obispo Manuel Irurita

Padre de once y ferviente católico

La patrulla de control de la calle Pedro IV de Barcelona apareció inesperadamente el 1 de diciembre de 1936 en casa de la familia Tort. En una visita a la Abadía de Montserrat encontraron un listado en el que aparecía Francisco Tort. La patrulla de control fue a buscarlo, pero la casualidad hizo que esos milicianos descubrieran al obispo Irurita, al reverendo Goñi y a las religiosas. El registro domiciliario duró cuatro horas. En un primer momento no reconocieron al obispo, pues éste no dijo quién era. Un breve interrogatorio y todos los apresados, menos la hija mayor de Antonio Tort, Mercedes, fueron conducidos a la checa de la calle San Elías.

Con respecto a la patrulla de control, no fue una casualidad que encontraran aquel listado en la Abadía de Montserrat. El anarcosindicalista Manuel Escorza del Val, máximo responsable de las patrullas de control, supo desde el primer día dónde se escondía el obispo Irurita. Delante de la casa de los Tort había un bar. Escorza del Val iba, diariamente, a tomar un café y, burlándose, comentaba que en la casa del frente se escondía el obispo Irurita. Nadie le hacía caso, porque pensaban que bromeaba. Escorza dio la orden que la patrulla de control fuera a casa de los Tort y que detuvieran a Irurita.

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«Nos llevan al cielo»

Antonio Tort Reixach era natural de Monistrol de Montserrat, donde nació en 1895. De profesión joyero y afiliado a la Comunión Tradicionalista. Durante aquellos primeros meses de la guerra nació su último hijo, apadrinado por el obispo Irurita el 3 de septiembre de 1936. Cuando la patrulla de control apareció en la casa, antes de llevárselo, le dijo a su esposa: «Decid: Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confió. Adiós. Hasta el cielo. No os espantéis, Dios no os faltará».

Y a su hija Mercedes, conducida con él al comité de la calle Pedro IV de Barcelona, en donde les tomaron declaración, al decirle esta: «Papá, nos llevan a matar»; le contestó: «Nos llevan al cielo». Uno de los revolucionarios que estaba allí intervino diciendo «¿Nosotros os llevamos al cielo?». Y Antonio Tort le dijo «Sí, nos lleváis al cielo si nos matáis; por ello nos os guardamos ningún rencor. Os perdonamos y rogamos a Dios por vosotros y por vuestras familias».

De la calle Pedro IV, fue conducido a la checa de San Elías. Fue asesinado la madrugada del 3 al 4 de diciembre de 1936. Número de identificación 90. Según Francisco Lacruz, participó en la acción del día 19 de julio de 1936 en la defensa de los cuarteles del 7º Ligero y Parque de Artillería de San Andrés, en Barcelona. Esta afirmación de Lacruz no es cierta. Antonio Tort no participó en dicho levantamiento. Según José Vives, Antonio Tort se encontraba veraneando en Monistrol de Montserrat el 19 de julio de 1936. Ese mismo día marchó a Barcelona, donde llegó el 20 de julio. Así pues, no pudo estar en el cuartel de San Andrés.

A la calle Pedro IV también se llevaron a su hermano Francisco de Paula, también natural de Monistrol de Montserrat, donde nació en 1892. Afiliado a la Comunión Tradicionalista, era soltero. Lo asesinaron el mismo día que su hermano, el obispo Irurita y el reverendo Marcos Goñi. Número de identificación 823. Participó en la acción del día 19 de julio de 1936 en la defensa de los cuarteles del 7º Ligero y Parque de artillería de San Andrés, en Barcelona.