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Dos misioneras haciéndose un selfie con los niños a los que ayudan

La monja que rescata cientos de niños de la calle visitará al Papa

La hermana Angela Periyanayagam recluta a niños de asentamientos pobres de Papúa Nueva Guinea para proporcionarles habilidades básicas de alfabetización

La hermana Ángela Periyanayagam, de origen indio, se reunirá con el Papa Francisco el 7 de septiembre en Papúa Nueva Guinea, quien a fin de mes comienza su viaje a Oceanía y el Sudeste Asiático. Desde hace seis años esta religiosa, perteneciente a las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús, trabaja en la arquidiócesis de Port Moresby, Papúa Nueva Guinea, con niños de la calle, proporcionándoles educación básica y catecismo.

Este esfuerzo, que comenzó con 20 niños en 2010, ha crecido hasta atender a más de 100, gracias a la iniciativa del cardenal John Ribat, quién decidió crear una pastoral que ayudase a los más necesitados, a partir de un grupo de niñas pobres de Port Moresby que fueron a pedirle comida.

Las misioneras proporcionan a los más necesitados educación básica y catecismo

Junto a la hermana Ángela, tres religiosas y tres maestras más se dedican a atender a los niños de la calle en Papúa Nueva Guinea. «La mayoría de estos niños provienen de familias monoparentales, desfavorecidas y abandonadas», explica la hermana Ángela en Asia News . Para llegar a ellos, las misioneras visitan los asentamientos en la periferia de Port Moresby, informando a los niños y a sus padres sobre el programa de ministerio de la calle. Las clases se imparten cuatro días a la semana, y los niños también aprenden catecismo y nutrición básica.

Una vez que los niños dominan la lectura y escritura, son inscritos en escuelas para continuar su educación; actualmente, cerca de 40 niños asisten a 10 escuelas diferentes. La hermana Ángela explica que la principal meta de la pastoral de la calle es brindar a los niños desfavorecidos las mismas oportunidades que tienen los demás. Esto se logra al proporcionarles lo esencial y al mejorar su educación, permitiéndoles así aspirar a un futuro mejor: «Lo que queremos es transmitir esperanza a las generaciones futuras más desfavorecidas, comunicándoles el amor de Dios y ayudándolas», concluye.