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El Papa Francisco se dirige a la multitud desde la ventana del Palacio ApostólicoEFE

Francisco anima a los matrimonios a que acojan «sin medias tintas» el don de los hijos

El Pontífice explicó en el Ángelus la «gran consolación» que vivió el sábado cuando vino a verle un gendarme con sus ocho hijos: «Era hermoso verlo»

«Marido y mujer: discutan todo lo que quieran». No es común escuchar estas palabras en un Ángelus del Papa, sin embargo, el pasado domingo 6 de octubre, Francisco se centró en ofrecer consejos a los matrimonios, entre los que destacó la importancia de la discusión y de estar abiertos a la confrontación, pero con una condición: «Que siempre hagan las paces antes de que termine el día».

El amor conyugal fue el tema central de la reflexión del Papa, basándose en el Evangelio del día según san Marcos 10, 2-16. Frente a miles de fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro bajo un sol otoñal, el Papa recordó que es esencial para los esposos estar abiertos al don de la vida, destacando que «los hijos son el fruto más hermoso del amor, la bendición más grande de Dios, fuente de alegría y esperanza para cada hogar y para toda la sociedad».

El Santo Padre también compartió una experiencia personal vivida el día anterior, durante la misa en honor a san Miguel Arcángel, patrono de la Gendarmería Vaticana. Comentó emocionado: «¡Vino un gendarme con sus ocho hijos! Era hermoso verlo». A raíz de esto, insistió en la importancia de estar abiertos a la vida y añadió: «Por favor, abiertos a la vida, aquello que Dios te manda. No olvidemos que para los esposos es esencial estar abiertos al don de la vida».

«Basta con una caricia» para perdonarse

Francisco también subrayó la importancia de la entrega mutua en el matrimonio, recordando que esta unión debe ser para siempre, «no hasta que me apetezca» y «sin medias tintas», citando el Evangelio: los esposos deben vivir esta unión como «una sola carne» (Mc 10,8). Asimismo, reconoció que esto requiere fidelidad, respeto, sinceridad y la disposición para enfrentar los desafíos, incluso a través de la discusión, pero siempre con la intención de reconciliarse: «¿Saben por qué? Porque la guerra fría al día siguiente es peligrosa». Y añadió: «Si se preguntan cómo hacer la paz, basta con una caricia, así. Pero nunca lleguen al final del día sin reconciliarse».

Reconociendo que el amor es exigente, Francisco destacó que «es hermoso, y cuanto más nos involucramos, más descubrimos la verdadera felicidad». Finalmente, invitó a los presentes a una reflexión personal: «Que cada uno se pregunte en su corazón: ¿cómo es mi amor? ¿Es fiel? ¿Es generoso? ¿Es creativo? ¿Nuestras familias están abiertas a la vida, al don de los hijos?».

El Papa Francisco concluyó su reflexión destacando la urgencia de la oración en tiempos de conflicto: «En estas situaciones, ahora más que nunca, es necesaria la oración. Esta tarde, todos iremos a Santa María la Mayor para invocar la paz en el mundo. Unámonos con la fuerza del bien contra los vientos de la guerra».

A los pies de la Santísima Virgen María, en la víspera de una jornada dedicada a la oración y el ayuno por la paz, Francisco elevó una súplica desde la basílica de Santa María la Mayor, un lugar muy especial para él, ya que ha expresado en más de una ocasión su deseo de ser enterrado allí. En su oración, confió a Nuestra Señora las angustias y sufrimientos que «en esta hora abruman nuestro corazón» y le imploró con profunda fe: «¡Escucha nuestro clamor!».