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El Papa Francisco deposita una rosa blanca sobre la estatua de la Virgen de Valencia antes de la audiencia generalAFP

Audiencia general

Francisco saluda antes de la audiencia a la patrona de Valencia: «Está sumergida en el agua y sufre»

El Papa, junto a miles de fieles, ha rezado un Avemaría en la Plaza de San Pedro por las víctimas de la DANA

Antes de comenzar la catequesis semanal en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre quiso dedicar un momento de recuerdo a las víctimas de la reciente DANA que ha azotado a la Comunidad Valenciana. Con una pequeña imagen de la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, que le fue regalada por fieles valencianos y que colocó cerca de sí, el Papa saludó a la imagen y depositó una flor a sus pies.

«Valencia está sufriendo tanto; está sumergida en el agua y sufre», expresó con tristeza. «Hoy, de manera especial, recemos por ellos». Conmovido, el Papa invitó a los presentes a unirse en oración por las víctimas y afectados, y pidió a los fieles rezar un Avemaría por Valencia. En respuesta, miles de fieles en la Plaza de San Pedro unieron sus voces en una oración por los afectados.

Durante la audiencia, el Papa Francisco profundizó sobre la oración como un acto fundamental de apertura al Espíritu Santo, quien es «al mismo tiempo sujeto y objeto de la oración cristiana». El Santo Padre explicó que el Espíritu es quien inspira la oración y nos ayuda a orar «como hijos de Dios, no como esclavos». Invitó a los fieles a «rezar como hijos», con la libertad y la sencillez que viene de un corazón confiado, recordando que «Dios no sabe mucho de gramática» y que, incluso antes de que podamos decir la palabra «perdón», Dios ya nos ha perdonado.

Rambla del Poyo, donde continúan labores de limpieza tras la DANA

En su catequesis, Francisco destacó la importancia de abrirse al Espíritu Santo para encontrar en la oración un espacio de paz y reconciliación. «Cuando no encuentres la paz, ponte a hacer oración», animó, añadiendo que esta no debería ser un acto meramente formal o mecánico, sino una comunión sincera con Dios, sin buscar «cumplir con ciertos objetivos».

El Papa subrayó también el poder de la intercesión, una oración que «es particularmente agradable a Dios», precisamente por su gratuidad y amor por el prójimo. «Cuando cada uno reza por los demás, todos rezan por cada uno», citó de San Ambrosio, aludiendo a la multiplicación de la oración y llamando a los fieles a unirse en esta misión en preparación para el próximo Jubileo.

Francisco resaltó además el papel del Espíritu como «nuestro abogado y defensor», quien, lejos de juzgarnos, nos recuerda el perdón de Dios incluso cuando fallamos. «Incluso cuando nuestro corazón nos reprocha algo, Él nos recuerda que Dios es mayor que nuestro corazón, que nuestro pecado», declaró. Al término de su catequesis, el Papa reiteró que el Espíritu Santo actúa en nosotros para liberarnos de los sentimientos de culpa y llevarnos a experimentar la paz en la presencia de Dios.