Francisco recuerda que algún día moriremos, pero «no perderemos nada de lo que hemos construido y amado»
El Papa animó a la solidaridad concreta con los más desfavorecidos, preguntando a los fieles: «¿Me privo de algo para dárselo a los pobres?»
En el Ángelus de este domingo, el Papa Francisco destacó la Jornada Mundial de los Pobres, cuyo tema fue «La oración de los pobres sube hasta Dios». Animó a la solidaridad concreta con los más desfavorecidos, preguntando a los fieles: «¿Me privo de algo para dárselo a los pobres? Cuando doy la limosna, ¿toco la mano del pobre y le miro a los ojos?». También expresó su cercanía recordando a las víctimas de abusos y enfatizando que cada abuso es una «traición a la confianza y a la vida», insistiendo en la importancia de la oración para reconstruir el vínculo con las víctimas.
A partir del Evangelio del día, el Papa reflexionó sobre las palabras de Jesús: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mc 13,31). Explicó que este pasaje invita a distinguir entre lo que pasa y lo que permanece. Señaló que aunque las crisis, los fracasos y hasta la muerte nos enfrentan a lo pasajero, en Cristo se encuentra una promesa de eternidad: «Todo muere, y nosotros también moriremos un día, pero no perderemos nada de lo que hemos construido y amado. La muerte será el comienzo de una nueva vida».
El Pontífice insistió en que no debemos vivir con angustia frente al paso del tiempo, sino con esperanza. «Mientras todo pasa, Cristo permanece. En Él volveremos a encontrar las cosas y las personas que nos han acompañado en esta vida», afirmó.
Por último, el Papa invitó a orar por la paz en Ucrania, Palestina, Israel, Líbano, Sudán y otras regiones azotadas por conflictos, recordando que «la guerra hace inhumanos e induce a los pueblos a tolerar crímenes inaceptables». Concluyó agradeciendo las iniciativas solidarias de las comunidades y renovando su pedido de oración: «Por favor, no se olviden de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta la vista!».