¿Se puede guardar en la nevera lo que sobra de una lata de conserva?
La nutricionista Laura Jorge explica cómo conservar correctamente las latas abiertas
Sardinas, mejillones, atún, legumbres, maíz, pimientos o espárragos son algunos de los ejemplos de alimentos enlatados que podemos encontrar en los estantes de los supermercados. Estos alimentos en conserva, tienen la gran ventaja de poder almacenarse durante largos períodos de tiempo sin que se estropeen. Sin embargo, en alguna que otra ocasión esa lata se queda a medias y el primer impulso es guardarla en la nevera. ¿Estamos haciendo lo correcto?
La nutricionista Laura Jorge explica en un vídeo en Instagram el porqué no se debería hacer: «Con el paso de los días los materiales de la lata pueden acabar pasando al alimento. Además si hay alguna bacteria por nuestra nevera o si cae algo de otro alimento, puede acabar entrando en la lata».
Respecto a lo que podemos hacer para no tirar el contenido sobrante la lata, la nutricionista asegura que si se deja la lata abierta, el alimento irá deteriorándose antes y notaremos cambios en textura, olor y sabor, «lo ideal sería pasarlo a un táper o un tarro de cristal que se pueda cerrar, y lo guardemos en la nevera junto con la salmuera que contiene la lata. En el caso de que no quede salmuera de la conserva, añadimos un poco de agua y de sal».
Ventajas y desventajas de las conservas
Los profesionales explican que este tipo de producto se elabora en tres fases: procesamiento, sellado y aplicación de calor. Primero se añaden conservantes a los alimentos frescos, luego se envasan en recipientes herméticos y por último se calientan las latas para destruir las bacterias que pueda haber en ellas. Una de sus principales ventajas es precisamente esa capacidad de poder almacenarlas sin que se pongan en mal estado para así poder abastecerse en caso de emergencias o corte de suministro.
El precio de las latas suele ser bastante asequible, siendo en muchos casos más barato el alimento en conserva que el fresco. En el caso de los nutrientes, las conservas suelen mantener la mayor parte de ellos e incluso en ocasiones superar a las comidas preparadas en casa. Asimismo, en caso de no ser consumidores frecuentes de pescado y verdura fresca, la ingesta de estas en conserva es más beneficioso que no hacerlo.
Por qué limitar su consumo
Optar por estos productos de vez en cuando no supone ningún tipo de riesgo para la salud, algo que cambia en caso de que abusemos de ellos en nuestra dieta diaria.
El problema no reside en el contenido, sino en el continente: gran cantidad de las latas metálicas están recubiertas con un componente químico llamado Bisfenol A (BPA), que evita la oxidación pero está relacionado con la alteración hormonal, la obesidad, las enfermedades cardíacas, la diabetes tipo 2, la infertilidad masculina, complicaciones neurológicas e incluso con algún tipo de cáncer.
Otro contra es que suelen contener altas cantidades de azúcar y sal, ya que estos son unos buenos conservantes, pero que a la vez pueden anular gran parte de la nutrición original de los alimentos. Conviene escurrirlos y lavarlos antes de ingerirlos, también para eliminar otros aditivos químicos que se añaden para modificar aroma, sabor y textura.
Cuando el envasado no está correctamente realizado, puede causar el crecimiento de la bacteria Clostridium botulinum, causante de botulismo. Esta enfermedad grave pero poco frecuente está causada por las sustancias tóxicas de esta bacteria y puede causar parálisis y, en los peores casos, la muerte.
Por eso la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) aconseja no ingerir latas con la tapa hinchada o aquellas en las que el producto salga disparado al abrirla o desprendan mal olor.