Los ácidos grasos omega 3 del marisco están asociados a un menor riesgo de problemas renales crónicosEuropa Press

Este es el pescado y el marisco que tienes que comer para vivir mejor

Los ácidos grasos omega 3 del marisco, asociados a un menor riesgo de problemas renales crónicos

Los niveles más altos de ácidos grasos omega-3 que se encuentran en el marisco se asocian con un riesgo moderadamente menor de enfermedad renal crónica y una disminución más lenta de la función renal, según un estudio publicado por The BMJ. Estas asociaciones no se encontraron con niveles más altos de ácidos grasos omega-3 derivados de plantas.

Aunque la magnitud de estas asociaciones fue modesta, los resultados respaldan las directrices clínicas actuales que recomiendan un consumo adecuado de marisco y pescado azul como parte de unos patrones dietéticos saludables, afirman los investigadores.

La enfermedad renal crónica (ERC) afecta a unos 700 millones de personas en todo el mundo y puede desembocar en insuficiencia renal y muerte, por lo que es necesario identificar factores que puedan prevenir su aparición y progresión.

Los estudios en animales sugieren que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (AGPI n-3) pueden tener efectos beneficiosos sobre la función renal, pero las pruebas de estudios en humanos son limitadas y se basan principalmente en cuestionarios dietéticos, que pueden ser propensos a errores.

Para profundizar en esta cuestión, un equipo internacional dirigido por investigadores del Instituto George de Salud Mundial y la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) reunió los resultados de 19 estudios realizados en 12 países hasta mayo de 2020 sobre la relación entre los niveles de biomarcadores de ácidos grasos poliinsaturados n-3 y el desarrollo de una enfermedad renal crónica en adultos.

Los biomarcadores incluían el ácido eicosapentaenoico (EPA), el ácido docosahexaenoico (DHA), el ácido docosapentaenoico (DPA) y el ácido alfa linolénico (ALA). Las principales fuentes alimentarias de EPA, DHA y DPA proceden del marisco, mientras que el ALA se encuentra principalmente en las plantas (frutos secos, semillas y verduras de hoja verde).

En total, se incluyeron 25.570 participantes en el análisis principal. Su edad media oscilaba entre los 49 y los 77 años.

Tras tener en cuenta otros factores como la edad, el sexo, la raza, el índice de masa corporal, el tabaquismo, el consumo de alcohol, la actividad física, las cardiopatías y la diabetes, los niveles más elevados de AGPI n-3 en los alimentos de origen marino se asociaron a un riesgo ligeramente inferior (8 %) de desarrollar enfermedad renal crónica.

Cuando se dividió a los participantes por niveles de AGPI n-3, los que tenían niveles totales de AGPI n-3 en el marisco en el quinto más alto tenían un riesgo un 13 % menor de enfermedad renal crónica en comparación con los que estaban en el quinto más bajo.

Se trata de hallazgos observacionales y los investigadores reconocen que las diferencias en el diseño y los métodos del estudio pueden haber afectado a sus resultados. Además, no pueden descartar la posibilidad de que parte del riesgo observado se deba a factores no medidos.

No obstante, los resultados fueron similares tras los análisis posteriores y parecieron coherentes en todos los grupos de edad (60 o menos frente a más de 60 años), TFGe (60-89 frente a 90 o más mL/min/1,73 m2), hipertensión arterial, diabetes y cardiopatía coronaria en el momento basal, lo que sugiere que resisten el escrutinio.

«Aunque nuestros hallazgos no demuestran una relación causal entre los AGPI n-3 del marisco y el riesgo de ERC, apoyan y son coherentes con las directrices clínicas actuales que recomiendan una ingesta adecuada de marisco como parte de patrones dietéticos saludables, especialmente cuando el marisco sustituye la ingesta de alimentos menos saludables» y añade: «Se necesitan más ensayos controlados aleatorios para evaluar el posible papel beneficioso de los AGPI n-3 del marisco en la prevención y el tratamiento de la ERC».

Pescado para prevenir el dolor

Otro estudio publicado en Nutrients y Clinical nutrition llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), el CIBERESP e IMDEA-Alimentación concluyó que el consumo de pescado azul, así como algunos de los nutrientes que aporta (como la vitamina D y las grasas omega-3), se asocia a menor incidencia y a una mejor evolución del dolor entre los mayores de 60 años.

«La vitamina D tiene acciones sobre el metabolismo óseo, la inflamación y la regulación del sueño, mientras que las grasas omega-3 tienen acciones antiinflamatorias y analgésicas», explican los autores.

«Dado que ambos nutrientes –agregan– se pueden ingerir como parte de la dieta, especialmente a través del pescado, nos propusimos comprobar si un mayor consumo de pescado e ingesta de vitamina D y grasas omega-3 se asociaba con la aparición y evolución del dolor».

Vitamina D y grasas omega-3

Para evaluar su hipótesis, los investigadores utilizaron datos de la cohorte ENRICA-Seniors-1, compuesta por 950 personas mayores de 60 años procedentes de toda España, a las que monitorizaron durante cinco años.

«Esta manera de analizar los datos no fue casual, ya que nos permitió minimizar la causalidad reversa, es decir, estar más seguros de que era el consumo de pescado y sus nutrientes el que modificaba el dolor, y no a la inversa», explican.

Al analizar los datos, los investigadores comprobaron que un mayor consumo de pescado azul (entre una y dos raciones a la semana) se asociaba con un riesgo un 32 % más bajo de aparición de dolor después de cinco años, así como con una probabilidad un 30 % menor de empeoramiento del dolor.

Pescados azules

  • Atún

  • Bonito

  • Sardina

  • Boquerón

  • Salmón

  • Angula

  • Jurel

  • Cazón

  • Anchoa

  • Chicharro

  • Caballa