Hojas de achicoria©GTRESONLINE

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Un estudio prueba el vínculo entre la achicoria y la respuesta cerebral hacia alimentos ricos en calorías

En los últimos años mucho se ha hablado de probióticos, microorganismos vivos que obtienen un beneficio a la salud cuando se los administra en cantidades adecuadas, y prebióticos, componentes alimentarios que nutren a un grupo selecto de microorganismos que pueblan el intestino y que se utilizan para fomentar la colonización de bacterias beneficiosas.

Estas fibras dietéticas no digeribles se encuentran en alimentos de origen vegetal como cebollas, puerros, alcachofas, trigo, plátanos y en altas concentraciones en la raíz de achicoria. Ahora, un nuevo estudio ha encontrado que ciertos prebióticos también pueden influir en la función cerebral al mejorar la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro.

El estudio de intervención dirigido por el Centro Médico de la Universidad de Leipzig indica que el consumo de prebióticos dietéticos en dosis altas conduce a una reducción en la activación cerebral relacionada con la recompensa en respuesta a estímulos alimentarios ricos en calorías.

Los resultados sugieren un vínculo entre la salud intestinal y la función cerebralDra Veronica Witte, científica de la Universidad de Leipzig

Para el estudio se seleccionaron adultos jóvenes y de mediana edad con sobrepeso que seguían una dieta occidental omnívora. Los 59 voluntarios consumieron 30 gramos de inulina, un prebiótico de la raíz de achicoria, diariamente durante 14 días.

Durante la resonancia magnética funcional, a los participantes se les mostraron imágenes de alimentos y se les preguntó cuánto deseaban comer las comidas representadas. Después del experimento de resonancia magnética, se les proporcionó el plato mejor valorado y se les pidió que lo consumieran.

Así se hizo el experimento

El examen de resonancia magnética se repitió en cuatro momentos: antes y después de la administración de prebióticos y antes y después de una fase de placebo en la que a los participantes se les administró una preparación con idéntica densidad energética pero sin prebióticos.

Cuando los participantes evaluaron alimentos ricos en calorías, hubo comparativamente menos activación de áreas cerebrales relacionadas con la recompensa después de haber consumido la fibra prebiótica. Este efecto estuvo acompañado de un cambio en la composición de las bacterias intestinales.

Los hallazgos sugieren que los cambios microbianos funcionales pueden ser la base de la respuesta cerebral alterada hacia las señales de alimentos ricos en calorías.