El cerebro no descansa, sigue funcionando para realizar sus tareas con mayor precisión

Qué pasa en el cerebro mientras se concilia el sueño

El cerebro no descansa, sigue funcionando para realizar sus tareas con mayor precisión

El sueño potencia la mente, restaura el cuerpo y fortalece prácticamente todos los sistemas del cuerpo. El Dr. David Baeza Moyano, profesor de Fotobiología de la Universidad CEU San Pablo explica que «dormir es un proceso biológico no negociable requerido para la vida humana. Nuestra necesidad de dormir es tan importante como el aire, la comida y el agua». Todos los expertos coinciden en que tener unos patrones de sueño saludables es fundamental para manejar los diferentes factores de salud, como el peso, la presión arterial o el riesgo de diabetes tipo 2.

Desde el Instituto Auditivo Salesa aseguran que dormir, es «el taller del cuerpo humano». Durmiendo, eliminamos el cansancio acumulado, para volver a afrontar la «vida consciente» con la energía y, la vitalidad que tanto el cuerpo, como la mente exigen. Sin embargo, mientras se concilia el sueño, el cerebro no descansa, sigue funcionando para realizar sus tareas con mayor precisión. Hecho que en ocasiones, puede dificultar la capacidad para descansar correctamente y que, para algunos, significa despertarse a medianoche.

Cuando las personas duermen, pasan de un estado consciente a uno llamado inconsciente. En este último, van perdiendo progresivamente la capacidad para identificar lo que ocurre a su alrededor y, entran en un proceso de 'desconexión' de la realidad. Este forma parte de la fase REM y está caracterizado por dos etapas:

La etapa «fásica»

Durante este período, al descansar, tanto la actividad fisiológica como la capacidad de respuesta a estímulos externos, se reducen para hacer entrar al individuo en un estado de reparación. De esta forma, el cerebro puede trabajar en corregir los daños ocasionados, y en aquellas tareas que durante el día no puede realizar correctamente. Esta etapa se caracteriza por producir un bloqueo sensorial, que impide a la persona oír los ruidos del entorno.

La fase tónica

En esta etapa, se registran los estímulos sensoriales y se producen movimientos oculares rápidos. Se trata del momento en que la persona entra en un sueño profundo y, vive sueños más elaborados. Sin embargo, depende de la intensidad del sueño. Cuando este alcanza un grado muy elevado, la persona es incapaz de darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor.

Cuando se alcanza un nivel bajo, existen algunos sonidos que pueden despertar al individuo. Estos sonidos son elementos que el cerebro identifica de forma inconsciente, como la posibilidad de sufrir una amenaza. De esta forma, la capacidad de permanecer alerta se activa automáticamente. Por ejemplo, el ruido de un mosquito ante el peligro de sufrir una picadura. El claxon de un vehículo, que podría requerir la atención del individuo. Un sonido, lo suficientemente elevado como para romper la sensibilidad durante el sueño u otros ruidos desconocidos que se interpretan como un peligro.

Todas estas etapas pueden producirse de forma aleatoria y varias veces durante el mismo período. Sin embargo, la acción de dormir, está estrechamente vinculada con el descanso. Cuando una persona no ha realizado un ejercicio físico básico durante el día, no ha satisfecho sus necesidades vitales y/o padece algún trastorno psicológico temporal, la posibilidad de descansar se vuelve más complicada. Motivo por el cual, la intensidad del sueño queda alterada por la actividad mental, e impide entrar profundamente en alguna de las etapas mencionadas.