Quiénes no deberían nunca comer sandía
Esta fruta puede aumentar la ingesta de nutrientes y la calidad general de la dieta pero hay excepciones
La sandía, una fruta milenaria cuyo origen se sitúa en África tropical, es la fruta que mayor cantidad de agua contiene, cerca del 95 % de su peso, por lo que tiene un bajo contenido energético y aporta cantidades apreciables de diversas vitaminas y minerales.
Según la Fundación Española de la Nutrición lo más destacable en su composición es su contenido en carotenoides sin actividad provitamínica (luteína y licopeno), entre los que destaca el licopeno, sustancia química natural que le otorga su característico color rojo.
El licopeno es un poderoso antioxidante y numerosos estudios han asociado su consumo con un menor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, ya que disminuye los niveles de colesterol sanguíneo y actúa frente algunos tipos de cáncer como el de cervix, próstata, pulmón, mama y tracto digestivo.
Una investigación, publicada en Nutrients sugiere que la sandía puede aumentar la ingesta de nutrientes y la calidad general de la dieta. Según el estudio, los niños y los adultos que consumían sandía tenían una mayor ingesta de fibra dietética, magnesio, potasio, vitamina C y vitamina A, así como licopeno y otros carotenoides, mientras que tenían una menor ingesta de azúcares agregados y ácidos grasos saturados totales.
Quiénes deben eliminarla de la dieta
A pesar de sus beneficios para la población general, esta fruta no debería formar parte de la dieta de aquellas personas que padezcan síndrome del intestino irritable (SII) que se caracteriza por la asociación de hinchazón, dolor/molestias abdominales y alteraciones en el hábito deposicional que puede variar desde estreñimiento, diarrea o ambos.
La sandía es un alimento desaconsejado por su alto contenido en Fodmap, un grupo de carbohidratos de cadena corta que se encuentran en ciertos alimentos como la sandía, la manzana, mango, pera, esparragos, brocoli, remolacha, berenjena o guisantes entre otros muchos. Las personas que padecen este síndrome deben evitar los alimentos ricos en grasa, azúcares y la fructosa, que aparece en frutas como las cerezas.
Una dieta baja en Fodmap puede ayudar a aliviar los síntomas del SII, como el dolor abdominal, la distensión, el gas y la diarrea, según explican desde la Clínica Universidad de Navarra. Al eliminar alimentos como la sandía de la dieta, se reduce la fermentación y la producción de gas en el intestino, lo que puede mejorar los síntomas del SII.
Alergia a la sandía
Según un estudio de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, algunas de las proteínas presentes en la pulpa de la sandía originan en ciertas personas respuestas alérgicas leves, generalmente picor en torno a la boca, que desaparecen en quince o veinte minutos. Las proteínas que causan esta alergia son la malato deshidrogenasa, la triosa fosfato isomerasa (presente en el látex, el trigo y el lichi) y la profilina (que se da en muchas frutas y pólenes).
El Dr. Javier Cuesta, jefe asociado del Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz, afirma que los síntomas «suelen ser leves», caracterizados por un síndrome de alergia oral que se refleja en picores en la boca, prurito palatino o faríngeo y pequeños hinchazones en los labios. Además, los alérgenos suelen ser rápidamente digeridos en el tracto intestinal: «Muchos creen que no tiene importancia y que sólo es que el alimento pica», señaló este experto. Sin embargo, se recomienda prestar atención a dichas reacciones porque una ingesta más continuada puede llevar a cuadros de anafilaxis más generales.
De los pacientes detectados, el doctor Cuesta aseguró que uno de cada cinco (20 %) alérgicos al polen suele desarrollar también reacciones alérgicas a algún alimento, de los que entre un 10-20 por ciento la tendrán a la sandía.