El cantante Dani Martín, en una imagen recienteGTRES

¿Sufres el síndrome del impostor como Dani Martín?

Existen cinco tipos de 'impostores': el perfeccionista, el experto; el genio natural; el solista y el superhombre

El sábado 3 de diciembre Dani Martín actuaba en Barcelona ante 24.000 espectadores como parte de su gira Qué caro es el tiempo. Cuatro días después, el cantante anunciaba en Madrid que debía parar «unos años», para «mejorar como persona».

Ha sido en las redes sociales donde el artista se ha sincerado y ha querido compartir con sus seguidores cómo se siente y los motivos por los que deja la música por el momento: «Soy una persona con tendencia a engordar, con ansiedad, con dificultad para concentrarme y ser capaz de aprender a tocar un instrumento musical de manera que yo considere correcta. He aprendido a cantar y no hacerme daño en la garganta en estos últimos tiempos, me tengo que aprender las cosas de memoria, tengo buen oído, me sé todo sobre el pop/rock español, no sé nada de técnica de audio, no sé producir un patrón de batería para una canción» y añade: «Tuve una banda de éxito. He escrito un montón de canciones que forman parte de la vida de algunas personas. Luego, me separé de mi banda y todo se ha ido convirtiendo en algo muy, muy bonito», ha afirmado el que fuera líder del grupo El Canto del Loco.

{"type":"Instagram","url":"https://www.instagram.com/p/Cl9M204othk/"}

Qué es el síndrome del impostor

Dani Martín, a pesar de llenar estadios y situar sus canciones en lo más alto de las listas de ventas, asegura seguir sufriendo el síndrome del impostor: «No soy un gran cantante, tampoco sé si lo hago bien y la verdad que hay algo que me sorprende: que 22 años después siga pasando todo esto con el 'síndrome del impostor' tan grande que tengo; la verdad, me asombra», escribe el artista.

Muchas personas, al igual que el cantante, sufren este síndrome que describe sentimientos internalizados de incompetencia a pesar de la evidencia de lo contrario. La persona no asume sus logros y sufre un miedo persistente de ser descubierto como un fraude. Según los expertos, como la mayoría de las cosas, cada persona lo experimenta de manera diferente y varía desde un sentimiento persistente de incompetencia hasta un factor de problemas de salud mental prolongados y debilitantes.

Las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes fueron las primeras en poner nombre, en 1978, a un problema que, sin embargo, no está reconocido como enfermedad mental. En un artículo publicado en la Asociación Americana de Psicología, las profesionales se centraban en las mujeres triunfadoras y explicaban: «A pesar de sus destacados logros académicos y profesionales, las mujeres que experimentan el fenómeno del impostor persisten en creer que en realidad no son brillantes y han engañado a cualquiera que piense lo contrario».

Son muchos los ejecutivos, profesionales, médicos, ingenieros, empresarios o estudiantes universitarios que afirman haber experimentado sentimientos del impostor en algún momento de su vida. La Dra. Valerie Young, cofundadora del Impostor Syndrome Institute (ISI), asegura que este trastorno es más habitual de lo que parece pues siete de cada diez personas lo han sufrido en algún momento de su vida. Las personas que se sienten 'impostoras' se aferran a estándares de competencia poco realistas e insostenibles. En su investigación, con cientos de miles de personas de una amplia gama de ocupaciones y en todas las fases de sus carreras, surgieron cinco tipos diferentes, cada uno con su propio enfoque:

Cinco tipos de 'impostores'

  • El perfeccionista: enfoque principal en el «cómo» se hace algo, cómo se lleva a cabo el trabajo y cómo resulta. Un error menor es igual a fracaso.

  • El experto: la versión de conocimiento del perfeccionista, donde la principal preocupación es «qué» y «cuánto» sabe o puedes hacer. Debido a que espera saberlo todo, incluso un pequeño error de conocimiento significa fracaso y vergüenza.

  • El genio natural: aquí también se preocupa por «cómo» y «cuándo» suceden los logros. Pero la competencia se mide en términos de facilidad y velocidad. El hecho de que tengas que esforzarte para dominar un tema o una habilidad o que no puedas lograr tu obra maestra en el primer intento equivale a un fracaso vergonzoso.

  • El solista: se preocupa principalmente por «quién» completa la tarea. Debido a que cree que debería poder hacerlo todo por su cuenta, necesitar ayuda, tutoría o entrenamiento es una señal de fracaso.

  • El superhombre mide la competencia en función de «cuántos» roles puede hacer a la vez y hacerlos todos bien. Quedarse corto en cualquier rol, como padre, socio, amigo, voluntario... es señal de fracaso porque siente que debería poder hacerlo todo, perfecta y fácilmente.