La periodista Sol MacalusoGTRES

Sol Macaluso: «Uno de mis mayores deseos es ser madre para ser la mamá que yo no tuve»

En su libro La Guerra de mamá, la reportera de la guerra de Ucrania relata su vida junto a una madre con bipolaridad

En marzo de 2022 Sol Macaluso se colaba cada día en los hogares españoles para relatar con su dulce acento argentino la crueldad de los primeros días de la guerra de Ucrania. Durante tres meses sus crónicas humanas conquistaron el corazón del público que lloraba con ella en esos duros momentos. Nadie hubiera sospechado que bajo la coraza de mujer fuerte e independiente, capaz de romper los esquemas de lo que hasta entonces era el periodismo de guerra, se escondía una dura historia familiar marcada por la enfermedad de su madre, una bipolaridad en estado tres. En su libro La guerra de mamá, Sol se desnuda emocionalmente para hacer visible la dificultad de convivir con este enfermedad de salud mental.

–¿Cómo es la bipolaridad que sufre tu madre?

–La bipolaridad que tiene mi mamá es la más avanzada y eso implica que sus períodos de estabilidad son más breves, es decir, que su cerebro oscila entre el polo depresivo y el polo maníaco o eufórico con mayor frecuencia, lo que implica recaídas más frecuentes.

–El libro empieza con un paralelismo entre los bombardeos de la guerra de Ucrania y una de las fases maniacas de tu madre ¿Cómo lo vive una niña de cinco años?

–Lo vive con mucho desentendimiento pero también con mucho, mucho miedo porque a esa edad no tiene las herramientas ni la capacidad de entenderlo. Se hace muy complicado. Y es ahí donde, como cuento en el libro, uno comienza a hacerse tantas preguntas. ¿Qué le está pasando a mamá? ¿Por qué grita así? ¿Por qué no me quiere? Con el paso del tiempo uno entiende que no siempre ser diferente está mal.

-Fuiste creciendo con una infancia diferente, hacías la compra, cocinabas, limpiabas... te sentías adulta. ¿Cómo lo ves con la perspectiva que te da los años?

–Lo veo con mucha ternura, pero también con la vista puesta en el futuro. Uno de mis mayores deseos en la vida es ser madre, justamente para ser la mamá que yo no tuve. Cuando pienso en mi infancia desearía que mis futuros hijos no tuvieran que pasar por lo que yo pasé. Quiero que solo se ocupen de ser niños y que esas responsabilidades –ir a la compra o hacer la comida– las adquieran con otra edad, quizá en la adolescencia, cuando uno ya empieza a ser un poco más independiente.

–Tu padre, que como cuentas quiere muchísimo a tu madre, no quería hablar de su enfermedad. Con toda tu experiencia, ¿crees que es mejor compartir y explicar la enfermedad a los hijos?

–Sí, yo creo que sí. Mami convive con un 'monstruo' que aparece y desaparece cuando le da la gana, pero creo importante hacer entender al niño ese trastorno mental de una persona a la que amamos y con la que convivimos. Explicarles que cuando aparece el 'monstruo' la persona que conoces no está al 100% y puede hacer o decir cosas que te hieren, que te duelen, cosas que de las que después, a lo mejor, ni tan siquiera se acuerda, pero que a ti te van a marcar toda la vida. Creo importante ir capacitando al niño, desde una edad muy temprana, para convivir con estas cosas que son mucho más frecuentes de lo que pensamos.

–Cuando tienes 18 años, una bacteria lleva a tu padre a un coma que dura tres meses y el 'monstruo', como llamas a la enfermedad de tu madre, desaparece por un tiempo. ¿Podríamos decir que Dios aprieta, pero no ahoga?

–Sí, Dios le da las batallas más fuertes a quién sabe que las van a poder soportar. Y es verdad que por momentos se hace insoportable. Y uno piensa 'pero ¿por qué?' '¿qué más me puede pasar?' '¿por qué a mí todo?'

Pero mirando en retrospectiva, la verdad es que no cambiaría nada de como ha sido mi vida. Sí que es verdad que he pasado por muchísimas, muchísimas cosas, la enfermedad de mi madre, los meses de mi padre en coma y otras experiencias que no cuento en el libro.

Dios le da las batallas más fuertes a quién sabe que las van a poder soportar

Como familia hemos pasado por situaciones muy límites, pero al final todo eso nos convierte en la familia que somos hoy, en el amor que nos tenemos, en la empatía, en la paciencia con la que nos hablamos y en cómo nos hemos sabido acompañar cada uno desde el lugar que le corresponde con todas estas cosas.

–Sin embargo para ti todo estalló en tu 21 cumpleaños

–Sí. Sabemos que la adolescencia es muy importante en la vida de cualquier ser humano. Yo viví siempre mi adolescencia con mucha culpa pensando que mi madre no me quería, que mi madre me hacía la vida insoportable, que tenía algún tipo de problema personal conmigo, porque cualquier cosa que yo hiciera le sentaba mal. Yo era una hija normal, buena estudiante, no daba problemas en casa, nunca salía hasta muy tarde sin que ellos supieran dónde o con quién estaba y, sin embargo, nada era suficiente para apaciguar ese 'monstruo' con el que mamá convivía.

Fueron años de angustia, de sentirme insuficiente, invalidada, invisible. Años que fueron determinantes en mi vida. Llegó un momento en el que sentí que no podía más y realmente quería acabar con mi vida (en el libro Sol narra su intentó suicidio, un capítulo que marcó un antes y un después en su vida).

Gracias a la terapia y al trabajo que aún sigo haciendo, descubrí que en realidad yo no quería terminar con mi vida. Yo lo que quería era acabar con ese sufrimiento que a mí me producía la enfermedad de mi mamá, pero como no tenía las herramientas, ni para entenderlo, ni para trabajarlo desde el lugar que a mí me correspondía, no sabía como hacerlo.

–¿Qué le dirías a esa adolescente que está en una situación parecida a la tuya?

–Que busque ayuda tanto personal –amigos, familia y gente que te pueda ir acompañando en el camino– como profesional. Para mí la terapia fue ese salvavidas que me tiraron cuando me estaba ahogando y me hizo salir de un lugar en el que realmente pensé que no podría salir.

Luego he ido descubriendo que tener sueños, metas, tener deseos a futuro de proyectos propios o compartidos es súper importante. Esa acción es lo que te motiva para decir 'bueno, yo tengo esta situación que me duele, que me angustia, que no la puedo cambiar y me genera mucha impotencia pero también tengo mi vida con estos proyectos, estos sueños por los cuales tengo que trabajar'. Al final ese trabajo depende puramente de uno mismo.

–Una de las moralejas que sacas en el libro es que jamás hay que huir de los problemas

–Sí y a día de hoy me lo sigo repitiendo. Porque cuando uno discute, cuando hay un problema, lo que quieres es quitarte de en medio lo más rápido posible. Pero he aprendido que lo mejor es hacerse cargo, tomar ese problema, abrazarlo, trabajarlo, hablarlo para que primero se resuelva y segundo tratar que no se repita en la medida de lo posible.

Sol MacalusoRR.SS.

–¿Ha leído tu madre el libro?

–Si, fue muy duro porque ella no recuerda la mayoría de las situaciones. No se ve a si misma con ese 'monstruo'. Los pacientes con bipolaridad tienen un amplio porcentaje de discapacidad. Mi madre, en el grado de bipolaridad que tiene, podría ser considerada una persona discapacitada y eso hace que su memoria falle. Unido a que el cerebro bloquea los malos recuerdos como maniobra de protección, hace que ella no recuerde muchas de las situaciones.

Al leer el libro se emocionó muchísimo, me pidió perdón, me abrazaba y le costó mucho leer los últimos capítulos. El final lo tuvimos que leer juntas y, aunque fue muy duro, le gustó mucho como está tratado el tema. Le parece muy importante, no solamente que personas como ella lo lean, sino familiares o amigos que deseen empatizar. Es importante empezar a hablar un poco más de todo lo relacionado con la salud mental, temas que siguen siendo tabú y que nos generan tanta vergüenza.