¿Por qué debo utilizar audífonos? ¿Es difícil adaptarse a ellos?
Según la OMS, más del 5 % de la población mundial padece una pérdida de audición discapacitante
Generalmente, la pérdida auditiva se produce de manera paulatina a medida que envejecemos (presbiacusia), poco a poco vamos perdiendo audición y lo peor es que no nos damos cuenta de ello. Según la OMS, más del 5 % de la población mundial padece una pérdida de audición discapacitante y la prevalencia aumenta con la edad, llegando a ser mayor del 25 % en la población mayor de 60 años.
En un principio los sonidos se escucharán atenuados y cada vez será más difícil percibir algunos fonemas y, por lo tanto, la comprensión del lenguaje se dificultará sobre todo en situaciones con ruido de fondo. Cada vez más frecuentemente pediremos que nos hablen lentamente, con voz alta y clara, sentiremos la necesidad de subir el volumen de la televisión y llegará el momento en el que nos suponga tal esfuerzo y frustración intentar seguir una conversación que nos llevará a retirarnos y evitar algunos entornos sociales, lo cual puede llevarnos a estados de depresión, aislamiento y deterioro cognitivo.
Como siempre, lo idóneo será realizar una buena prevención que al menos retrase y/o minimice la aparición de la hipoacusia, pero una vez que el problema existe la única solución será el uso de audífonos. Cuando comencemos a utilizarlos empezaremos a percibir sonidos cotidianos que en muchos casos hace años que no escuchamos (el ruido del tráfico, del viento, del aire acondicionado, de la cisterna, del frigorífico, etc.) y que vamos a percibir como demasiado intensos. Nuestro cerebro necesitará algún tiempo de práctica y reeducación de manera que sea capaz de filtrar aquellos sonidos que no le interesen, de tal manera que no supongan una molestia.
Aceptar la pérdida auditiva
El primer paso será aceptar la pérdida auditiva, ser consciente de que tenemos un problema y enfrentarnos a él con actitud positiva y sin complejos (se estima que solo un 20 % de los adultos mayores con hipoacusia moderada a profunda se perciben a sí mismos con una discapacidad). El siguiente paso, y de no menor importancia, será el establecimiento de unas expectativas realistas, ya que el audífono le permitirá escuchar mejor pero no de manera perfecta. Como hemos comentado anteriormente, el cerebro necesita tiempo y práctica para que la percepción del sonido mejore y se familiarice, especialmente, con los sonidos de alta frecuencia del lenguaje que lleva tiempo sin percibir. Tendremos que ser pacientes y utilizarlos el mayor tiempo posible para lograr recuperar las habilidades perdidas con el tiempo, como la localización de la fuente sonora o el reconocimiento de ciertos sonidos.
El vínculo entre la hipoacusia y la calidad de vida se produce a nivel emocional, de comportamiento y a nivel cognitivo
La pérdida auditiva es una afección crónica muy común que afecta especialmente a los mayores y es importante que comprendamos su impacto en la calidad de vida. En muchas ocasiones se considera la hipoacusia como algo sin importancia o como algo inevitable y unido al envejecimiento. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. El vínculo entre la hipoacusia y la calidad de vida se produce a nivel emocional (soledad, aislamiento, depresión, ansiedad, etc.), a nivel de comportamiento (abandono de actividades, mayor dependencia), y a nivel cognitivo (confusión, problemas con la concentración y baja autoestima).
Efectivamente, se necesita tiempo para adaptarse a los audífonos y dependerá de cada sujeto cuánto tiempo sea preciso, pero los beneficios que obtendremos serán increíbles; menor esfuerzo auditivo, mejor localización de la fuente sonora, mejor calidad de sonido, mejor compresión del lenguaje, … y, por lo tanto, mejor calidad de vida.
Es remarcable que la adquisición de un audífono no es asumible para todos los bolsillos, ya que se trata de un aparato electrónico de alta tecnología que no se limita a amplificar los sonidos, sino que mediante un procesador se ajusta a las necesidades de la pérdida de cada individuo y ofrece una gran cantidad de opciones como es la conexión Bluetooth con teléfonos móviles, tablets, ordenadores o entre los propios audífonos y todo ello siempre bajo el consejo y supervisión de un audioprotesista que nos guíe y asesore. Sería necesario que el Sistema Nacional de Salud financiara la adquisición de los audífonos, los dispositivos de asistencia y la rehabilitación auditiva en todos los rangos de edad pero esto, es otra historia.
Mª Luisa Sánchez Rodríguez, Profesora Adjunta del Área de Óptica Grado en Óptica y Optometría Universidad CEU San Pablo