¿Frenan las gafas el aumento de la miopía?
La profesora Esther Mª Mármol Errasti explica la «epidemia de miopía»
La edad en la que los niños suelen empezar a desarrollar miopía cada vez es más temprana y la incidencia de ésta a nivel mundial es cada vez mayor. Todo ello, constituye un gran motivo de preocupación por parte de los profesionales de la salud visual, llegando incluso a utilizarse de forma habitual el término «epidemia de miopía».
Los miopes dependen de las gafas o lentes de contacto para poder enfocar en visión de lejos y esta dependencia será mayor cuanto más elevado sea el número de dioptrías, pero el principal problema radica en que la miopía está casi siempre asociada a un crecimiento del globo ocular que conlleva un mayor riesgo de enfermedad. La relación entre miopía elevada (superior a 6 DP) y la mayor probabilidad de padecer problemas oculares tales como desprendimiento de retina, degeneraciones maculares, catarata o glaucoma fue establecida hace muchos años. Los últimos estudios ponen de manifiesto que, aunque el riesgo es más elevado con miopías altas, también las personas con niveles bajos tienen una mayor probabilidad de desarrollar patologías, por tanto, cada dioptría es importante.
Cuando se corrige el defecto refractivo con lentes convencionales (ya sea mediante gafas o lentes de contacto) se consigue que la persona vea de forma nítida, pero no se está ejerciendo ningún tratamiento para controlar el avance. Con este tipo de corrección, la imagen queda enfocada en retina central, pero por detrás de la retina en la periferia (lo que se llama desenfoque hipermetrópico), la investigación apunta a que este hecho estimula un factor de crecimiento del globo ocular, el ojo se hace cada vez más largo y con ello más miope.
Debido al preocupante aumento de la prevalencia de la miopía en niños y jóvenes, en los últimos años han surgido diferentes métodos para controlar su crecimiento, principalmente: colirios de atropina y lentes de contacto con diseños especiales. La atropina es un fármaco que, entre otros efectos, parece tener la capacidad de bloquear los factores de crecimiento del ojo. Las lentes de contacto con geometría especial consiguen el mismo efecto impidiendo el desenfoque periférico por detrás de la retina. Ambos tratamientos son efectivos y seguros, aunque, en un pequeño porcentaje de casos, podrían producirse efectos secundarios tales como fotofobia, visión borrosa, dolor de cabeza y dificultades en la lectura en el caso de la atropina y mayor riesgo de complicaciones oculares en el caso de las lentes de contacto.
Más recientemente han surgido lentes oftálmicas (para ser montadas en gafa) que, siguiendo el mismo principio de las lentes de contacto, incorporan también diseños para conseguir adelantar la imagen en la retina periférica e impedir el crecimiento del ojo. Estas lentes presentan una zona central para que la visión sea nítida y una zona de tratamiento, por lo que un factor importante para que sean efectivas es que las gafas estén siempre bien ajustadas. Este nuevo método podría ser una buena alternativa para todas aquellas personas que sufran los efectos secundarios de la atropina o las lentes de contacto o que simplemente prefieran un método menos invasivo.
Desde el momento en el que se detecte el inicio de la miopía en un niño se puede esperar que se vaya a producir un aumento, por tanto, aunque inicialmente la cantidad de miopía sea baja debe iniciarse cuanto antes un procedimiento de control. El óptico-optometrista, como profesional de los defectos refractivos de la visión, es el encargado de llevar a cabo todos los tratamientos basados en métodos ópticos y aconsejará el mejor procedimiento a seguir según las características de cada persona.
- Esther Mª Mármol Errasti es profesora de Óptica y Optometría de la Universidad CEU San Pablo