A los exámenes de la EBAU es importante acudir confiado en las posibilidades de cada uno y no dejar que los nervios nos atenacenEFE

Selectividad

Lucía Torres: «La EBAU puede representar desde un reto estimulante a una amenaza a la estabilidad vital»

Los exámenes de Selectividad son, sin duda, una de las pruebas más trascendentales para muchos jóvenes.

Los alumnos se enfrentan estos días a la EBAU, con el objetivo de conseguir una nota suficiente que les permita estudiar la carrera deseada en la Universidad elegida.

No todos encaran este momento de igual manera. Lo importante, dicen los expertos, es que el estudiante, a pesar de los inevitables nervios los días de examen, lleve bien preparados los contenidos y sepa plasmarlos. Ante la duda o las inquietudes, puede aparecer la amenaza en forma de bloqueo y es crucial saber cómo actuar en caso de ansiedad paralizante.

Por ello, en El Debate hemos contactado con la psiquiatra Lucía Torres, de 'Tranquilamente', para que nos ofrezca su punto de vista sobre lo que pasa o puede pasar por la mente de los alumnos en estos momentos.

–¿Qué manifestaciones suelen experimentar los adolescentes que se enfrentan a pruebas importantes que marcarán su futuro, como la misma EBAU?

–Depende del adolescente, de sus herramientas para afrontar estas situaciones y su actitud frente a la vida. Mientras que para algunos la EBAU representa esa oportunidad para continuar orientando su futuro hacia una dirección deseada, para otros representa la amenaza de la puerta que se puede cerrar hacia un camino determinado o incluso el riesgo a perder su identidad de persona que consigue lo que quiere o exitosa. O peor aún, a verse como «fracasado» frente a sí mismo o a los ojos de los demás.

Por ello, la EBAU puede representar desde un reto estimulante a una amenaza a la estabilidad vital. Y dependiendo de ello, la persona podrá afrontarlo con motivación o con ansiedad e incluso bloqueo.

Enfocar estos casos desde la falta de autoestima o de concentración puede llegar a ser contraproducente

–¿Qué tratamiento pueden seguir aquellos que estén bloqueados o superados por la situación?

–El hacer un buen diagnóstico es fundamental para poder ayudar a un adolescente a superar el bloqueo. Desde mi experiencia, el enfocar estos casos desde el prisma general de «falta de autoestima» o «falta de concentración» en ocasiones no es acertado, incluso puede llegar a ser contraproducente.

En los últimos tiempos, lo que la clínica nos presenta son casos en los que lo que subyace es una incapacidad a poder tolerar todo aquello que no represente la excelencia. Su malestar no viene de sentirse «menos capaces que la media», sino de sentirse avergonzados o humillados al pensar que un 20% les puede superar, incluso en ocasiones un 5% o un 1%. Ante la angustia de la vergüenza a sentirse superados por otro, se retiran de la liga. En ocasiones se escucha «antes enfermo que tonto», cuando «tonto» representa no ser «el mejor».

En estos casos, es fundamental trabajar la tolerancia a aceptarse con sus carencias y virtudes.

En ocasiones no es fácil, puesto que hay una tendencia en la juventud o sociedad actual en general a identificar el «ser normal» o «uno más» con ser mediocre o vulgar. Por lo que todos sus esfuerzos van dirigidos a esconder todo aquello que no sea excepcional, a solo exponerse cuando tengan asegurado el éxito. Lo que dicho de otra manea, significa retirarse de todos aquellos ámbitos de la vida en los que no se aseguren ser los mejores. Esto les lleva a renunciar a facetas de su vida como la académica, la deportiva e incluso a veces el de las relaciones de amistad o íntimas, sólidas y permanentes, puesto que en estos casos se podrían ver sus defectos o limitaciones, «sus costuras». Se mantienen, por lo tanto, relaciones superficiales que garanticen una falsa imagen de perfección o éxito permanente.

El escaparate de lo exitoso

–¿Hasta qué punto están repercutiendo negativamente las nuevas tecnologías y los dispositivos móviles en la concentración y en el rendimiento de los estudiantes?

Las nuevas tecnologías favorecen la creencia de que existen personas «ideales» o «perfectas», puesto que en el escaparate solo se vende lo exitoso, lo impecable. Y donde uno queda a merced de la opinión del otro.

En las redes sociales se favorece un escaparate donde solo vende lo exitoso

Desde esta perspectiva se pueden sentir angustiados frente a los comentarios de los demás si el éxito no les acompaña, o incluso evaluados no en cuanto a sus conocimientos sobre unas asignaturas en concreto, sino con respecto a su valía personal.

Por lo tanto, los iguales no se convierten en ese apoyo que por suerte uno encontró en la vida, sino en la amenaza de que se conviertan en la voz crítica que cuestione su valía o lugar en el mundo. Se cambia la solidez y protección de la amistad por la inseguridad y sentido efímero de los «seguidores» o los «likes».

–¿Habéis notado un aumento de la presión exterior por sacar una nota acorde a lo esperado que les hace entrar en ese bucle?

Durante el último tiempo se percibe una tendencia a perseguir el puesto del «mejor», del «ideal», en un escenario en el que el resto de posiciones son despreciables o humillantes. Por lo tanto, ya no se persigue la oportunidad de dedicarse a una profesión gratificante, sino a ser percibido como «exitoso».

Se percibe una tendencia a perseguir el puesto 'ideal' donde el resto de posiciones aparecen como humillantes

A los niños se les inculca desde pequeñitos a situarse en el lugar del «mejor», en una sociedad en la que uno percibe el deseo de que sus hijos se conviertan en los mejores más que en que adopten una actitud positiva frente a la vida de esfuerzo y gratitud, de dar lo mejor de sí mismos. Se observan a unos padres con dificultades en sí mismos para asumir las propias limitaciones de los hijos, con una necesidad de verles superiores, y, por lo tanto, el niño asume que ese ha de ser su lugar en el mundo, cualquier otro puede resultar vergonzoso.

–¿Qué patologías se desarrollan por ese hecho?

En los grupos de terapia que realizo a diario con adolescentes, en los que el tratamiento se basa en compartir desde la honestidad el mundo interno de cada uno en un espacio de confidencialidad, se pueden vivir situaciones tan representativas como la de un chico compartiendo con el grupo que se siente «el mejor», a lo que varias manos levantadas aguardan a poner en palabras su mensaje de «no, perdón, el mejor aquí soy yo. Ese es mi papel».

Vivimos en una sociedad en la que perdemos la cabeza por darles a nuestros hijos lo mejor para que sean los mejores, olvidándonos de que en muchas ocasiones «lo mejor es enemigo de lo bueno».