Lo que una lágrima puede decir sobre nuestra salud
Desde el mismo momento en que nacemos las lágrimas inundan nuestros ojos. Lloramos de tristeza pero también de alegría; lloramos cuando pelamos una cebolla o cuando nos frotamos los ojos. Hay lágrimas emocionales, reflejas y basales que cumplen una importante función para preservar la integridad y buen funcionamiento de la córnea. Pero, ¿qué más puede decir una simple lágrima de nuestra salud?
Un grupo de expertos en el sistema visual lleva más de 20 años investigando el contenido de esta sustancia líquida que recubre la parte exterior del ojo. Elena Vecino Cordero, Catedrática de Biología Celular en la UPV/EHU e investigadora principal del Grupo Oftalmo-Biología Experimental, asegura en un artículo publicado en The Conversation que «cuando las examinamos con detalle utilizando todas las tecnologías que tenemos a nuestra disposición, como los análisis de proteínas (proteómica) o de las grasas que tienen disueltas (lipidómica), nos proporcionan importantísimos datos sobre el funcionamiento de nuestro organismo. Incluso nos podrían ayudar a diagnosticar enfermedades de forma precoz».
Gran fuente de información
La catedrática de Biología Celular añade: «Aunque el componente fundamental de la lágrima es agua salada, contiene otras muchas sustancias disueltas; fundamentalmente, una capa grasa secretada en la base de las pestañas por las llamadas glándulas de Meibomio, que están en el interior del párpado y desembocan en la superficie ocular. Este componente se mezcla con el acuoso, excretado por las glándulas lacrimales y, al parpadear, se organiza de tal forma que la grasa queda en la zona superficial. Eso impide la evaporación de la parte líquida».
«Asimismo, la lágrima está en contacto con la superficie ocular gracias a unas moléculas denominadas mucinas, que anclan la lágrima a la córnea (la parte transparente del ojo). Precisamente, la córnea es la parte más inervada del organismo –es decir, a donde llegan más terminaciones nerviosas–, por lo que las lágrimas tienen un contacto casi directo con el sistema nervioso. Y, por último, la conjuntiva (parte blanca del ojo) está muy vascularizada, tiene abundancia de vasos sanguíneos. Por eso, si se liberan sustancias del sistema vascular, las podemos detectar también en las lágrimas, que bañan esta parte del órgano visual».
En resumen, podríamos decir que la lágrima está en contacto con los sistemas vascular, nervioso y glandular. Una gran fuente de información, pero en un volumen muy reducido.