Un fármaco experimental logra detener el cáncer de próstata agresivo
El tratamiento, aún en estudio, puede reducir los tumores y prolongar la vida
El cáncer de próstata es uno de los tipos más comunes de cáncer. Se calcula, que a casi un millón y medio de personas le fue diagnosticada esta enfermedad en 2020, siendo el cuarto cáncer más padecido en el mundo, según datos de la American Society of Clinical Oncology.
Por ello, cada avance en la posible curación de esta enfermedad se percibe como un logro y una esperanza. Ahora, un nuevo medicamento podría prolongar la vida de miles de hombres con cáncer de próstata agresivo a los que los medicamentos estándar ya no funcionan.
Según publica el periódico británico Daily Mail, los científicos podrían haber encontrado un tratamiento que podría reducir los tumores en más de un 30 por ciento, según sugiere un estudio, publicado en la revista Nature, en fase inicial.
Muchos hombres con cáncer de próstata toman pastillas como la enzalutamida, que evitan que la testosterona en su cuerpo ayude a que los tumores crezcan. Pero el cáncer de próstata agresivo encuentra un «plan B» y reemplaza la testosterona con otro tipo de combustible, por lo que los medicamentos dejan de funcionar. Los científicos creen que este combustible del plan B son los glóbulos blancos, que son secuestrados por los tumores para ayudarlos a crecer.
Según el citado medio, el fármaco experimental fue utilizado para detener el secuestro de glóbulos blancos por parte de los tumores y se administró a 21 hombres con cáncer de próstata avanzado y agresivo con diferentes resultados.
Entre los voluntarios, un hombre vio cómo los tumores en su próstata se reducían en más de un 30 por ciento. El tratamiento mostró signos de funcionar en cinco de los hombres, que tenían cáncer de próstata incurable, pero sobrevivieron durante más de seis meses sin que su cáncer progresara después de recibir el tratamiento.
Sin embargo, los científicos siguen trabajando ya que el fármaco experimental solo ayudó a una cuarta parte de los hombres. La respuesta podría estar en que los glóbulos blancos de algunas personas son genéticamente diferentes y más difíciles de atacar.