Las etapas del párkinson: así evoluciona la enfermedad que sufre Michael J. Fox
El actor, que fue diagnosticado en 1991, entregó un premio BAFTA
El párkinson es un trastorno neurodegenerativo que afecta al sistema nervioso. Suele aparecer a partir de los 50 años pero puede afectar incluso a menores de esta edad. Sus síntomas más característicos son el temblor y la rigidez postural. Esta enfermedad neurodegenerativa es la segunda más frecuente y afecta a más de siete millones de personas en el mundo. Una de ellas es el famoso actor Michael J. Fox, a quien le fue diagnosticado párkinson en 1991 con tan solo 29 años.
A lo largo de más de tres décadas, el actor de Regreso al futuro no ha dejado de trabajar mostrando al público cómo ha ido evolucionando su enfermedad. En el año 2000 los síntomas se hicieron más severos y aún así siguió con la interpretación en exitosas serie de televisión como The Good Wife o Scrubs.
Su última aparición pública ha sido en los premios BAFTA. En silla de ruedas y con notables temblores, el intérprete ha sido el encargado de entregar el premio a Mejor Película.
Etapas de la enfermedad
Los síntomas de la enfermedad de párkinson tienden a aparecer muy gradualmente y, según afirman desde la Clínica Mayo, es difícil predecir la velocidad del avance y, además, difiere entre una y otra persona. Tras el diagnóstico, el tratamiento consiste en la combinación de fármacos, fisioterapia y terapia avanzada que incluye dispositivos de uso parenteral –bombas de apomorfina y levodopa intestinal–, cirugía ablativa y cirugía funcional.
Desde la Parkinson’s Foundation se explica que, aunque los síntomas se originan por un problema en el cerebro, los efectos de la enfermedad involucran muchas otras funciones del cuerpo. Por un lado, pueden aparecer dificultades en la realización de algunos movimientos que se producen con mayor lentitud, temblor y rigidez, y tal vez algunos cambios anímicos y de concentración. «Las primeras etapas se vinculan a la aparición de los síntomas desde un solo a ambos lados del cuerpo. Luego se observan problemas en el equilibrio y la marcha, hasta la necesidad de asistencia para realizar los principales movimientos con autonomía», explican los expertos.
Etapa uno
Durante esta etapa inicial, la persona presenta síntomas leves que generalmente no interfieren con las actividades diarias. El temblor y otros síntomas de movimiento ocurren en un solo lado del cuerpo. Se producen cambios en la postura, la marcha y las expresiones faciales.
Síntomas generalmente asociados:
- Ligero temblor en una zona corporal, focalizada en un lado.
- Se empiezan a arrastrar los pies.
- Rigidez en alguna parte del cuerpo, especialmente en expresiones faciales.
- Lentitud de movimiento.
Etapa dos
Los síntomas comienzan a empeorar. El temblor, la rigidez y otros síntomas del movimiento afectan a ambos lados del cuerpo. Pueden ser evidentes problemas para caminar y una mala postura. La persona aún puede vivir sola, pero las tareas diarias son más difíciles y largas.
Es necesario incluir medicación en el tratamiento que permite controlar los síntomas, dando una respuesta de larga duración.
Etapa tres
Se la considera una etapa intermedia. La persona comienza a tener dificultades con el equilibrio y lentitud en los movimientos. Las caídas son frecuentes. La persona todavía es completamente independiente, pero los síntomas afectan significativamente las actividades como vestirse y comer.
- Mayor dificultad en el equilibrio.
- Lentitud en los movimientos y bradicinesia más aguda.
- Dificultad para caminar erguido.
- Ante estos síntomas, aumentan las caídas.
Etapa cuatro
En este punto, los síntomas son graves y limitantes. La persona puede requerir un andador. La persona necesita ayuda con las actividades de la vida diaria y no puede vivir sola.
Suelen ser necesarios tratamientos de segunda línea, terapias más complejas que suelen necesitar de una operación o del uso de un dispositivo.
Etapa cinco
Esta es la etapa más avanzada. La rigidez en las piernas puede hacer que sea imposible pararse o caminar. Se requiere ayuda permanente para moverse con autonomía. Según distintos expertos las complicaciones motoras se suman a alucinaciones, problemas en todas las fases del sueño, depresión y ansiedad grave.
Estimulación cerebral
Si bien los tratamientos existentes en la actualidad todavía no han conseguido detener completamente la evolución de la enfermedad, se han desarrollado nuevos tratamientos para controlar los síntomas.
La estimulación cerebral profunda es una posibilidad quirúrgica que solamente se considera en casos avanzados y cuando otros tratamientos no logran controlar bien los síntomas. Esta técnica consiste en la aplicación de estímulos eléctricos a través de electrodos implantados en núcleos profundos del cerebro que van conectados a un generador de impulsos o 'marcapasos cerebral'. La cirugía puede controlar los síntomas motores y algunos no motores que han fallado al control por el tratamiento médico.