El dolor crónico puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo

Día Mundial contra el Dolor

Qué consideran los médicos como 'dolor crónico' y qué opciones ofrece la medicina

En 17 de octubre se celebra el Día Mundial contra el Dolor

Según la International Association for the Study of Pain (IASP), el dolor crónico afecta al 20 % de la población mundial, es decir, una de cada cinco personas lo padece en algún momento de su vida. De este grupo, aproximadamente un tercio tiene limitaciones significativas para llevar una vida independiente y autónoma.

La medicina considera que un paciente tiene dolor crónico cuando este persiste más de 3 meses después de haber cesado la causa desencadenante, además, se trata de una entidad propia, pudiendo considerarse dolor crónico y una enfermedad en sí misma.

En muchos casos, el dolor se manifiesta como un síntoma aislado, pero con mayor frecuencia es una condición asociada a otras patologías, lo que agrava su impacto en la calidad de vida de los pacientes.

Según explican expertos de la Sociedad Española del Dolor (SED), el dolor crónico puede ocurrir en cualquier parte del cuerpo. Este dolor puede atacar a la cabeza, la espalda, las articulaciones, las vísceras internas e, incluso, a los propios nervios del sistema nervioso.

Diferentes tipos de dolor

Los síntomas dependen del tipo de dolor, siendo diferente si deriva de:

  1. Sistema osteomuscular: los pacientes que sufren dolor derivado de sus músculos, tendones o huesos lo refieren normalmente como opresivo y bien delimitado, pudiendo empeorar con los movimientos y la actividad física.
  2. Sistema visceral: suele describirse como un dolor sordo, profundo, mal delimitado y, frecuentemente, asociado a síntomas como náuseas, sudoración, mareos y problemas urinarios.
  3. Sistema nervioso: derivado de la lesión directa sobre uno o más nervios se describe como pinchazo, punzante o descarga eléctrica, y se acompaña de síntomas como pérdida de sensibilidad (hormigueo) y pérdida de fuerza.

Tratamiento

El objetivo del tratamiento para el dolor crónico es reducirlo y mejorar su capacidad de funcionar. Hay muchos tratamientos disponibles pero por lo general no hacen desaparecer el dolor por completo sino reducirlo y reducir la frecuencia con la que aparece. Entre algunos de los tratamientos más comunes, se incluyen:

  • Medicamentos usados para el dolor crónico como analgésicos, antidepresivos y anticonvulsivos.
  • Tratamiento intervencionista que se realiza fundamentalmente en Unidades del dolor cuando la medicación no es suficiente.
  • Fisioterapia.
  • Ejercicio de bajo impacto como caminar o nadar.
  • Terapia ocupacional para aprender a desarrollar tareas cotidianas de manera diferente de tal forma que se reduzca el dolor.
  • Terapia conductual con métodos que ayudan a relajarse y a disminuir el estrés.

Coste personal y económico

El Dr. Alfonso Vidal, responsable de la Unidad de tratamiento del Dolor del Hospital Universitario La Luz, explica que la visibilidad de este problema es determinante, especialmente cuando el dolor se vuelve crónico y afecta a las personas las 24 horas del día, los 365 días del año: «La celebración el 17 de octubre del Día Mundial contra el Dolor es una oportunidad para recordar que, aunque el dolor a veces se cura o alivia, en muchos casos simplemente se sobrelleva».

El dolor crónico no solo tiene un coste personal y emocional incalculable para los pacientes, sino que también tiene un profundo impacto en la economía global y, particularmente, en la europea. En este sentido, el Dr. Vidal resalta que, según los últimos estudios, solo en Europa el dolor crónico genera más de 500 millones de días de baja laboral anualmente, lo que supone una pérdida económica estimada en 34.000 millones de euros (datos de 2005). En España, aunque la prevalencia de esta afección es ligeramente inferior a la media global, con un 17 %, el impacto es igualmente significativo.

Más de dos años para un diagnóstico

«El tiempo que tardan los pacientes en recibir un diagnóstico de dolor crónico es alarmante», señala el doctor. «En nuestro país, el promedio de tiempo hasta que se diagnostica esta patología es de 2,2 años, mientras que recibir un tratamiento adecuado suele demorarse aproximadamente 1,6 años», subraya. Según el especialista, este retraso en el diagnóstico y tratamiento agrava la condición del paciente, generando un ciclo de dolor prolongado que afecta no solo su vida diaria, sino también su productividad y bienestar general.