
Una alimentación adecuada podría prevenir una de cada cinco muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares
Los científicos identifican cuatro alimentos clave para vivir hasta los 100 años
Y dos que contribuyen a una muerte prematura
En la actualidad, se estima que hay alrededor de 700.000 personas en el mundo que han superado los 100 años, con España situándose entre los países con mayor esperanza de vida. Una alimentación adecuada podría prevenir una de cada cinco muertes prematuras por enfermedades cardiovasculares en Europa.
En este contexto, en 2019 surgió la Dieta de Salud Planetaria (DSP), cuyo propósito es mejorar la calidad de la dieta global sin sobrepasar los límites de sostenibilidad medioambiental derivados de la producción de alimentos.
Ahora, un estudio presentado en el congreso ESC Preventive Cardiology 2025 de la Sociedad Europea de Cardiología, ha concluido que dos dietas basadas en plantas, la Dieta Mediterránea y la Dieta de Salud Planetaria (DSP), muestran beneficios similares en términos de supervivencia y sostenibilidad ambiental.
Tal como explica la doctora Mercedes Sotos Prieto, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid y autora del estudio, «en 2019, se desarrolló la Dieta de Salud Planetaria (DSP) para optimizar la calidad de la dieta global, manteniendo al mismo tiempo el impacto ambiental de la producción alimentaria dentro de los límites de sostenibilidad planetaria». No obstante, puntualizó que hasta ahora «faltaban pruebas que compararan la DSP con la Dieta Mediterránea, una dieta basada en plantas con beneficios comprobados para la salud y el medio ambiente, y con una sólida presencia en los países mediterráneos».El objetivo de la investigación fue comparar ambas dietas en relación con la mortalidad por cualquier causa y su efecto ambiental, utilizando una muestra representativa de la población española.
Dieta de Salud Planetaria
La dieta analizada en este estudio se basa en una ingesta calórica media de unas 2.500 kcal diarias. Se estructura en torno a un elevado consumo de frutas, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos y aceites insaturados. Se permite un consumo moderado de productos lácteos, vegetales ricos en almidón, carnes blancas y pescado. En cambio, se limita considerablemente el consumo de grasas saturadas, carne roja y azúcares añadidos.
Dieta Mediterránea
Por su parte, la Dieta Mediterránea se define por la abundancia de alimentos vegetales frescos y de temporada, junto con legumbres, frutos secos y cereales integrales. El aceite de oliva constituye su principal fuente de grasa. Este patrón también se caracteriza por una preferencia por carnes magras frente a carnes procesadas o rojas, y un consumo moderado de productos lácteos, pescado y huevos.
Para la realización del análisis, se emplearon datos del Estudio sobre Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España (ENRICA), que incluyó a 11.488 adultos reclutados entre 2008 y 2010. Se elaboró un índice de adherencia a la DSP, denominado PHD, que otorga una puntuación de 0 a 140 según el consumo de 15 categorías de alimentos.
Paralelamente, la adherencia a la Dieta Mediterránea se midió con la escala MEDAS, que asigna hasta 14 puntos en función del cumplimiento de indicadores como el uso de aceite de oliva, el tipo de carne consumida o la frecuencia en la ingesta de productos saludables y la reducción de alimentos ultraprocesados.
La cohorte analizada presentaba una edad media de 47,5 años y un 52,5 % eran mujeres. Durante un seguimiento de 14,4 años de duración media, se contabilizaron 1.157 muertes por cualquier causa.
Cuatro alimentos clave
Los resultados muestran que una alta adherencia tanto a la DSP como a la Dieta Mediterránea está vinculada a una menor tasa de mortalidad. Aquellos que figuraban en el tercio más alto de adhesión a la DSP tenían un 22 % menos de riesgo de fallecer respecto a quienes mostraban menor adhesión. De forma similar, quienes seguían con mayor fidelidad la Dieta Mediterránea presentaban un 21 % menos de riesgo de muerte. Además, ciertos componentes específicos de ambas dietas se asociaron de manera individual a una menor mortalidad, como el consumo de frutas, productos lácteos y aceites saludables en el caso de la DSP, y los frutos secos, la escasa ingesta de refrescos y bollería en el patrón mediterráneo.
La doctora Sotos Prieto resumió las conclusiones del estudio afirmando: «Una mayor adherencia a ambas dietas se asoció de manera similar con una menor mortalidad por todas las causas y con un impacto ambiental comparablemente bajo, lo que destaca las importantes ventajas para la salud y el planeta de adoptar una de estas dietas basadas en plantas».