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Dos de los astronautas que componen el equipo pasean por el cráter de Mitzpé Ramón, en IsraelAFP

Misión espacial

Vivir en un desierto israelí como si fuera Marte

Un grupo de astronautas simula en el país hebreo las condiciones de vida del planeta rojo como ensayo de la misión tripulada que la NASA prepara para 2030

Seis personas, entre ellos un español, conviven en una pequeña construcción levantada en un remoto cráter del desierto israelí de Néguev desde el pasado domingo. Durante su jornada, mecidos por un cálido clima que oscila entre los 25 y los 30 grados, los cohabitantes se dedican a probar diversos aparatos: drones, vehículos autónomos y otros dispositivos con los que cartografiar y estudiar el terreno. Por la noche, tras sus quehaceres, descansan plácidamente en literas dispuestas en el interior de una casa cuyo diseño recuerda al de una estación espacial.

Son los astronautas escogidos por el Foro Espacial Austriaco y la Agencia Espacial Israelí para llevar a cabo la misión Amadee-20, cuyo objetivo es el de simular en el sur del país hebreo las condiciones de vida de Marte, adonde la NASA pretende enviar su primera misión tripulada para 2030.

Aunque las temperaturas atmosféricas (además de la ingravidez) distan mucho de las del planeta rojo (los 60 grados bajo cero marciales en poco se parecen a los 25-30 del enclave en que se desarrolla la misión), el escenario resulta idéntico: rocas, arena y un tono anaranjado que lo convierte en el lugar más parecido en términos paisajísticos.

La misión, que se prolongará durante un mes, busca analizar también los comportamientos humanos en unas condiciones de aislamiento similares a las que tendrían lugar en Marte. «La coherencia del grupo y la capacidad de trabajar juntos es crucial para sobrevivir en Marte», explicó el supervisor, Gernot Grömer, en declaraciones a AFP. «Es como un matrimonio, solo que en un matrimonio, uno puede irse, y en Marte no», bromeó.

El equipo está formado por integrantes de Portugal, España, Alemania, Holanda, Austria e Israel, que actúan como astronautas análogos (especialistas que no operan en el espacio, sino en la Tierra, y son cruciales en la preparación de las misiones definitivas). Para conseguir el puesto, todos ellos tuvieron que superar importantes pruebas físicas y psicológicas para reproducir con la máxima precisión el marco bajo el que se desarrollaría la misión real.

En cuanto al interior de la base, que cuenta con forma poligonal y funciona mediante energía escolar, la mayor parte del espacio se reserva a los experimentos, por lo que solo cuenta con una pequeña cocina y camas en literas. Un techo bajo el que tendrán que trabajar a pleno rendimiento para que, en menos de diez años, el hombre consiga poner el pie fuera de la Tierra por segunda vez en toda su historia.