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Javier Prado, psicólogo clínico y portavoz de ANPIR

Entrevista

El gran negocio de las aplicaciones de psicología digital: «Profesionales y pacientes son carne de cañón»

Javier Prado, psicólogo clínico en el Servicio Aragonés de Salud y portavoz de la Asociación de Psicólogos Clínicos y Residentes (ANPIR)

La psicología online se ha disparado con la pandemia.  Vivimos tiempos de auge de apps y webs que ofrecen servicios de terapia, de una manera flexible y cómoda y por lo general más económica que ir a una consulta tradicional.

Los promotores de estas iniciativas aseguran que se trata de un servicio online enfocado a ofrecer la máxima calidad de forma cercana y cómoda con un precio asequible. El resto de la profesión lo ve como un bulto sospechoso, aludiendo a la precarización de las condiciones y a la insuficiente calidad dispensada al paciente.

La cuestión es, ¿ha provocado un boom de estas aplicaciones una mercantilización de la salud mental avalada por la tormenta perfecta que supone la pandemia y la situación de la sanidad pública? Los responsables de estas aplicaciones dicen que su éxito estriba en las facilidades y la flexibilidad que le dan a los pacientes, ávidos de ayuda y orientación tras dos años de crisis pandémica.

En ellas, y generalmente, los usuarios acceden a una sesión semanal, que suele ser mediante videoconferencia, con su psicólogo asignado. Además, se les ofrece la posibilidad de estar conectados de forma permanente a través de herramientas de mensajería con capacidad para enviar mensajes de texto, notas de voz e imágenes. 

Desde ANPIR (Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes) no lo ven igual. Creen que este panorama ha provocado la uberización de la psicología y han terminado por banalizar la salud mental. Muchos aluden al viral caso de 'La Llorería', donde una de estas plataformas acondicionó un local en el centro de Madrid –en concreto, en el barrio de Malasaña– donde se invitaba a sus visitantes a entrar a llorar sus penas tras esperar cola... y de paso a hacerse fotos para colgar en sus redes sociales. 

En El Debate hemos charlado con el portavoz de ANPIR, Javier Prado, que ejerce como psicólogo clínico en el Servicio Aragonés de Salud.

¿Por qué se ha producido este impresionante boom de estas plataformas?

–Ha aparecido una oportunidad de mercado ante la precariedad de la sanidad pública. Aunque la salud sea un derecho de los ciudadanos, lo que sucede es que los servicios públicos no cubren las demandas de la población. El auge suele llegar de la mano de fondos de inversión que encuentran un mercado al alza en la salud mental.

¿Qué características suelen tener este tipo de plataformas?

–Son unas empresas que tienen una manera de contratar y de ofrecer servicios muy particulares que en muchos casos tienen el denominador común de la precariedad laboral: falsos autónomos, contratación de servicios en condiciones inestables… Lo que también te da cuenta del tipo de servicio que vas a encontrar. No parece el mejor recurso para una persona que sufra un problema de salud mental.

¿Se ha producido una tormenta perfecta con el impacto de la pandemia?

Sí, porque por un lado, la pandemia ha puesto de relieve la importancia de la salud mental al incrementarse los porcentajes de malestar emocional. A ese contexto determinado se le une un sistema de salud público debilitado, que tras las diversas olas y el consiguiente colapso de la atención primaria, quedando en algunos casos inaccesible. Y en la psicología venimos de una situación que nosotros llamamos el negocio de la desesperación: unas cantidades de universidades y grados desproporcionados que dejan una cifra de 8.500 psicólogos graduados cada año, de los cuales el 50 % está condenado al paro o a ejercer otro tipo de trabajo no relacionado. 

En la sanidad pública se están ofreciendo solo 204 plazas PIR para poder ejercer en ella. Las carencias del sistema público y el impacto de la pandemia generan la situación perfecta para que proliferen este tipo de negocios, donde siempre encontrarán una bolsa de egresados jóvenes que están deseando empezar a coger experiencia, y así se aprovechan de ese exceso de psicólogos que produce este país.

Este país necesita políticas que hagan efectivos los derechos del ciudadano

Se habla más que nunca de la salud mental y está más presente que nunca en la agenda pública y política, pero parece que ha acabado mercantilizada

–Efectivamente, se mercantiliza por otras vías y se privatiza un derecho que los poderes públicos no están atendiendo. Proliferan propuestas de legislación y de programas, cuando este país va servido de garantías. Lo que se necesita son políticas que hagan efectivos estos derechos. Mientras no lleguen, se abre ese espacio donde se mercantiliza la demanda de la salud mental, que ha subido un 30 % respecto a antes de la pandemia.

Sin embargo, habrá quien aluda a que el nacimiento de esas plataformas online atrae puestos de trabajo y da empleo a muchos psicólogos que no han conseguido trabajar antes de su existencia

–Está fuera de toda duda, según los datos, pero siempre y cuando olvidemos otros criterios fundamentales como la calidad asistencial y la garantía del usuario. Es debatible que el paciente reciba un producto de garantías. Nuestra opinión es que no lo es. Esos profesionales están con malas condiciones, en una bolsa grande donde da igual que te quemes porque entre otro. Profesionales y pacientes son carne de cañón porque no se da ni se recibe una atención psicológica igual que se da en la sanidad pública, si las condiciones son las adecuadas, o el profesional en su consulta privada.

El negocio de la desesperación

Según Prado, la universidad debe asumir que hay que reducir al menos a la mitad el número de egresados si no quiere una profesión de base absolutamente desvalorizada. O al menos, ajustar las expectativas sobre los estudios de psicología que sirven al interés personal pero no a efectos profesionales, ya que se trata de una burbuja formativa que el mercado laboral no puede asumir.

​El Libro Blanco del grado de Psicología, donde se realizan una serie de propuestas a modo de recomendaciones tras analizar la situación, refleja que los indicadores de inserción laboral señalaban que la oferta de licenciados y la demanda real de dichos profesionales en la sociedad no están equilibradas.

Desde el año 2005 se ha incrementado el número total de centros donde se imparte el grado de Psicología, tanto públicos como privados. A pesar de que la última década ha estado marcada por varias crisis económicas en España, el incremento de alumnos y de la oferta describen un sistema universitario mercantilizado.