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Un muro de silencio blinda Traspinedo: «Estamos hartos. Queremos poner ya punto final»

Tras 28 días en vilo y después de haber enterrado a la joven Esther López, los vecinos solo tienen buenas palabras para la víctima y se muestran cansados de no contar con todas las respuestas sobre su muerte

En un mes la localidad vallisoletana de Traspinedo ha pasado de ser un pueblo rural tranquilo, sin sobresaltos, al foco de todas las miradas. La desaparición de una de sus vecinas y el posterior hallazgo de su cuerpo sin vida en una cuneta les ha cambiado las vidas.

La primera reacción fue la entrega total. Cientos de vecinos formaban a diario batidas para buscar a la joven desaparecida de 35 años. Pero tras localizar el cadáver 25 días después, el miedo y el desánimo comenzó a inundar el municipio y el temor sobre la identidad de los posibles culpables de la muerte de Esther López ha enmudecido a los vecinos.

«Esto es un pueblo pequeño pero aquí nadie sabe nada», comentaba una vecina tras el funeral de la joven. Ningún habitante se atreve a opinar. Todos miran para otro lado si se les pregunta. Traspinedo es un pueblo de menos de 1.000 habitantes y todos, en mayor o menor cercanía, se conocen y no quieren tener problemas con las familias de los afectados. Sobre la joven Esther todo son buenas palabras: «Siempre llevaba una sonrisa en la boca y tenía una palabra para cualquiera»; «no se merecía esto ¡tan joven!». Sobre los actuales sospechosos muchos enmudecen y no quieren comentar nada. De 'El Manitas' nadie tiene referencias. De Óscar y Carlos sí, aunque escasas. «Son buenos chicos», repiten los que alcanzan a decir algo.

De todos los que se han prestado a dar declaraciones a El Debate solo una persona se atrevió a hablar sin tapujos y dar su opinión ante el micrófono: «Yo lo tengo claro. Eso ha sido alguien que la ha matado y la ha dejado allí tirada después. Estoy seguro porque paso por allí varias veces a la semana y nunca hemos visto el cuerpo», asegura. Este vecino de Valladolid con parcela en Traspinedo considera que la muerte de Esther no ha sido accidental y de los tres sospechosos se queda con que fue Óscar el último que estuvo con ella. «Que sea vecino del pueblo no es garantía de nada. Hay veces que te encuentras que tu mejor amigo es el culpable», apunta. Sobre el silencio de los vecinos entorno a los actuales investigados considera que todos en el pueblo opinan igual que él pero callan porque «es un vecino, le conocen y no quieren arriesgarse a tener problemas con la familia».

«Estamos hartos»

Si recorres Traspinedo estos días descubres que la esperanza por encontrar con vida a Esther estuvo presente durante todo el tiempo. Prueba de ello son los miles de carteles con la foto de Esther López que todavía hoy inundan sus calles.

El hallazgo de su cuerpo sin vida ha supuesto un duro varapalo para todos y ahora solo desean que se sepa qué pasó con ella. La Guardia Civil, que inició diligencias contra tres sospechosos, Carlos, Óscar y Ramón 'El Manitas', amigos y conocidos con los que se sabe que la joven pasó las últimas horas de su vida hasta que se le perdió el rastro, sigue sin ofrecer respuestas contundentes. Solo hipótesis. Por el momento ha habido un único detenido, Ramón, que horas más tarde fue puesto en libertad a falta de pruebas. Carlos y Óscar, por su parte, fueron interrogados únicamente. Óscar reside en Valladolid y en el pueblo aseguran que no se le ha visto durante estos días. Por su parte, Carlos vive en la zona del restaurante La Maña, propiedad de unos familiares suyos y zona a escasos metros del lugar donde un ciclista alertó a los agentes de haber encontrado el cadáver de una mujer el sábado 5 de febrero, que resultó ser Esther López.

Lugar en donde se encontró el cuerpo de Esther López.Paula Argüelles

Restaurante La Maña, lugar cercano donde se le pierde la pista a Esther López.Paula Argüelles

Esa mañana en Traspinedo no hubo consuelo y el Ayuntamiento decidió declarar tres días de luto oficial. Cinco días después, ayer miércoles, se celebró el entierro.

Este revés en el caso sumado a los 25 días en vilo en los que han vivido los vecinos, pendientes de las novedades que pudieran surgir sobre el caso y atemorizados sobre si entre ellos hay un posible culpable, ha creado un muro de contención entre los habitantes. Muchos comienzan ya a no querer dar declaraciones. «Estamos hartos. Solo queremos que se ponga punto final a este suceso y se sepa qué pasó realmente», señalan.