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Vida submarina en La Palma

El «oasis de vida» en el Tagoro anticipa la recuperación de los fondos marinos de La Palma

Investigadores del grupo de Botánica Marina de la Universidad de La Laguna han podido comprobar cómo la vida se abre paso tras la erupción del volcán

La erupción en Cumbre Vieja alteró los ecosistemas del Valle de Aridane, La Palma, en tierra y bajo el mar, pero a pesar de que solo han pasado poco más de dos meses desde que dejó de rugir el volcán, ya se empiezan a ver los primeros brotes verdes.

Indicios de una recuperación que Eugenio Fraile, investigador del Instituto Español de Oceanografía (IEO), da por segura, a tenor de lo que estos días un equipo de científicos embarcados en el buque Ángeles Alvariño se ha encontrado en el entorno del Tagoro, el volcán submarino de El Hierro que erupcionó hace diez años.

«La recolonización de la zona es impresionante, como no hemos visto nunca. Es un oasis de vida», señala a Efe Eugenio Fraile, quien añade: «Esto es indicativo de lo que puede pasar en La Palma».

Los científicos también han constatado la «sorprendente rapidez» con la que se están recuperando los ecosistemas en el entorno de los deltas lávicos que formaron las coladas de la Cumbre Vieja cuando alcanzaron el mar.

«Ya hay signos de vida sobre las rocas volcánicas» de esta reciente erupción que acabó con el ecosistema bentónico y arrasó todos los organismos que había en él, destaca Fraile.

Investigadores del grupo de Botánica Marina de la Universidad de La Laguna han podido comprobar in situ cómo la vida «ha surgido rápidamente» en los ambientes intermareales y sublitorales de los deltas lávicos.

Vida submarina de La Palma.EFE//IEO-CSIC

Estos han observado «claras diferencias» en el delta lávico, pues las coladas situadas al norte y que son apenas unas semanas más antiguas que las situadas al sur presentan una mayor riqueza y abundancia de los diferentes grupos de organismos marinos, macroalgas, invertebrados y peces.

Bajo la lava quedaron sepultadas poblaciones dominadas por macroalgas, entre ellas algunas de especies como Gelidium arbuscula, una macroalga roja amenazada y protegida, cuyas poblaciones descubrieron los investigadores en la ya desaparecida playa de Los Guirres el mes de junio pasado. Los peces ya son abundantes en los deltas, con la rápida llegada de adultos de otras zonas próximas no impactadas por el volcán.

En el caso de los invertebrados, el proceso de colonización se percibe más lento, ya que la colonización será fundamentalmente vía aporte larvario.

Los cambios más notables han tenido lugar en las comunidades de macroalgas. De momento, una comunidad de especies primocolonizadoras se ha establecido tanto en el intermareal como en el sublitoral.

Toda esta recolonización se produce a pesar de que a unos 300 metros de distancia del frente de las fajanas sigue habiendo variaciones de temperatura, del ph (acidificación), de concentración de clorofila y de turbidez del agua que dificultan la recolonización.

Las fajanas siguen irradiando calor al medio marino. Científicos del IEO y del Instituto Geográfico Nacional (IGN) hicieron mediciones de temperatura en la fajana y detectaron «anomalías» de hasta 570 grados centígrados.

Vida Submarina La PalmaEFE//IEO-CSIC

En todo caso, estas propiedades físico-químicas «son de baja magnitud» y se irán diluyendo con el tiempo hasta recuperar unas «condiciones normales», apunta Eugenio Fraile.

La superficie marina afectada por la erupción de Cumbre Vieja está en torno a las 48 hectáreas, sumando las fajanas y la parte que está bajo el agua, que son entre 8 y 10 hectáreas, según figura en la cartografía en tres dimensiones que el IEO ha podido realizar entre un metro de resolución y hasta 600 metros de profundidad.

Con la ayuda del robot submarino Liropus 2000 han visualizado nuevo material volcánico a más de 370 metros de profundidad y a más de 1,5 kilómetros respecto a la antigua línea de costa.

El frente del delta primigenio colapsó por completo la plataforma de la isla de La Palma y cayó por un talud oceánico, colmatando cañones submarinos de hasta 30 metros de altura.

Las variaciones del terreno son tan significativas que hacen y harán insegura la navegación en la zona, por lo que en principio el IEO considera como «límite razonable» unos 250 metros alrededor de las fajanas y de 500 metros entre fajanas.

Los científicos que participan en el proyecto Vulcana (IEO, IGME, IPNA-CSIC y las dos universidades canarias, entre otras instituciones) también han podido comprobar en una campaña que comenzó el pasado 14 de febrero una de las tesis del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca): que la lava vertía directamente al mar a través de tubos volcánicos.

La prueba es que han localizado megapirolavas, también conocidas como lavas almohadilladas, a más de 220 metros de profundidad. Estas rocas basálticas son indicios de vulcanismo subacuático.

También han apreciado la superposición de estratos de lava en el océano, asociada con los diferentes eventos eruptivos en superficie.

Falta la zona somera para completar la batrimetía de la zona, lo que tendrán que realizar a bordo de embarcaciones más pequeñas, ya que con el Ángeles Alvariño no se pueden aproximar a fondos de menos de 10 metros.

Además del Volcán Tagoro y de las fajanas del Cumbre Vieja, los científicos del proyecto Vulcana han estudiado el volcán de En Medio, situado entre Tenerife y Gran Canaria, con base a 2.400 metros de profundidad y su cima a 1.600 metros.

Allí realizaron una batimetría de 15 metros de resolución y constataron que el volcán ha tenido «eventos recientes» en términos geológicos.

Además, bajaron instrumental físico-químico hasta 1.900 metros de profundidad y como resultado, aún pendiente de analizar y cruzar con las muestras recogidas, obtuvieron que el volcán tiene «cierta actividad hidrotermal».

Eugenio Fraile recuerda que el volcán Tagoro, en El Hierro, se mantiene en fase de desgasificación, y que en el Teide sigue habiendo fumarolas.

«Es un proceso normal y corriente de un volcán que tuvo vida en su momento», apostilla.

En el caso del Tagoro indica que sigue emitiendo «grandes cantidades de calor», con variaciones de hasta 2,5 grados centígrados, también de CO2, así como una disminución del ph de 1.25.