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Una mujer, en la cama de un hospital, en estado terminalPixabay

La «pendiente resbaladiza» que amenaza con disparar los casos de eutanasia en España

Los países que permiten la muerte asistida cada vez reducen más los requisitos hasta el punto de que se aceptan menores o personas «cansadas de vivir»

Un año después de la aprobación de la ley de la eutanasia en España, el Ministerio de Sanidad ha reportado, no sin ciertos titubeos, «en torno» a las 180 muertes. Los ejemplos, sin embargo, de otros ejemplos cercanos no invitan al optimismo por la llamada «pendiente resbaladiza».

En los países que han legalizado la eutanasia, los casos se han disparado en los últimos años. Holanda pasó de 1.815 notificaciones en 2003 a 7.666 en 2021, mientras que en Bélgica aumentaron de 235 a 2.699 en el mismo periodo. En Canadá, que legalizó la eutanasia en junio de 2016, el número de casos pasó de 1.018 a 7.595 en solo cuatro años.

Un estudio de 2007 de la Universidad de Bruselas reveló que el 45 % de los casos de eutanasia en Bélgica se habían realizado sin petición expresa, casi siempre por orden del médico. «Al administrar los fármacos para acabar con la vida en algunos de los casos de eutanasia, y en casi la mitad de los casos sin una solicitud explícita del paciente, las enfermeras de nuestro estudio operaron más allá de los márgenes legales de su profesión», concluía el informe.

En Holanda, según datos de 2015, se practicaron eutanasias a 431 personas «sin petición expresa». De hecho, en 2017, el neurólogo Ludo Vanodenbosch, miembro de la Comisión Federal para el Control y Evaluación de la Eutanasia, dimitió de su cargo porque no quería «formar parte de un comité que viola deliberadamente la ley».

Vanopdenbosch, que se declaraba «firme partidario» de la eutanasia, presentó su renuncia después de varios casos en los que denunció haber sido «silenciado» y acusó a varios de sus colegas de encubrirse unos a otros bajo una legislación que está «fuera de control».

Otro estudio de 2018 publicado en la Revista Europea de Epidemiología sobre la información de los certificados de defunción mostró un desfase importante entre las muertes reportadas como eutanasia y la causa más probable. «Incluso cuando se usaron los medicamentos recomendados o el médico autodenominó la decisión de finalizar la vida como eutanasia, la eutanasia solo se informó en el certificado de defunción en el 24 % de los casos», señalaba.

La «pendiente resbaladiza»

Varios expertos han señalado que esto es una consecuencia de la llamada «pendiente resbaladiza» de la eutanasia; cuando se requieren requisitos, generalmente exigentes, para este proceso que con el tiempo se van suavizando hasta prácticamente ser admitidos todos los casos.

Aunque defensores de la eutanasia han negado que esto ocurra, cada vez son más evidentes los ejemplos. Bert Keizer, escritor y geriatra holandés, explicaba en la revista de la Asociación Médica Holandesa que con el cambio de siglo «con cada límite que nos ponemos, existe la posibilidad de cruzarlo. Esto también se aplica en las áreas periféricas de la conducta ética. El aborto una vez no estaba permitido, luego casi nunca, luego hasta las 12 semanas y ahora incluso hasta las 20 semanas. Ese 'incluso' lo dice todo. Algo similar está ahora en marcha en el campo de la investigación con embriones humanos, donde estamos comenzando a dejar la etapa del 'nunca'».

«Y así fue con la eutanasia. Cada vez que se trazaba una línea, también se la hacía retroceder. Empezamos con los enfermos terminales, pero también entre los enfermos crónicos resultó ser un sufrimiento insoportable y sin esperanza. Posteriormente, personas con demencia incipiente, pacientes psiquiátricos, personas con demencia avanzada, ancianos que lucharon con una acumulación de quejas de la vejez y finalmente ancianos que, aunque no padecen una enfermedad incapacitante o limitante, encuentran que su vida ya no tiene contenido. El desafortunado término 'vida completa' se utilizó para el problema del último grupo», añadía.

Legislaciones más complacientes

Lo preocupante de las afirmaciones de Keizer es que son ciertas: en los últimos años, los países en los que se permite la eutanasia han ido suavizando sus legislaciones paulatinamente permitiendo a enfermos que no están en situación terminal, enfermos psiquiátricos, menores de edad o personas que están, simplemente, «cansadas de vivir».

En España, sin embargo, es pronto para empezar a hablar de esta «pendiente resbaladiza». Nuestra legislación de momento solo permite la eutanasia tras la evaluación de un médico responsable, un consultor y un comité de garantías, a pesar de la ambigüedad del texto. Luego está el registro de objetores, una medida cuyo único objetivo es señalar a aquellos profesionales que se muestren contrarios a este procedimiento. Sin embargo, viendo los precedentes de otros países, parece claro que es cuestión de tiempo que empecemos a descender por esa «pendiente resbaladiza».