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Nacho, testigo del incendio en Vall d’Ebo: «Da miedo, pero sobre todo rabia e impotencia»

Los bomberos siguen luchando contra las llamas que han calcinado más de 11.000 hectáreas

Hasta los primeros días de agosto, la Comunidad Valenciana había logrado esquivar incendios de gran magnitud como los que asolaron Castilla y León a lo largo de julio. Sin embargo, la tarde-noche del sábado 13 todo se truncó tras el impacto de un rayo seco en el municipio alicantino de Vall d’Ebo, originando el peor incendio de la década en la región. A este se le unieron otros fuegos en la provincia de Castellón como el de Useres –ya controlado– y el de Bejís, que sigue devorando hectáreas.

Respecto al que afecta a Vall d’Ebo y otros municipios de la zona, las llamas ya han arrasado más de once mil hectáreas. Tal es la magnitud, que Nacho Aguilar, vecino de la cercana localidad de Oliva asegura que el despliegue de medios no lo había visto «nunca». «Desde pequeño soy muy aficionado a los Bomberos y me encantan sus maniobras, pero esto es increíble»

Según relata, «si miras hacia los lados, ves fuego y si miras hacia arriba, ves una columna enorme de fuego». A Nacho, ver arder la zona de Vall d’Ebo le produce «mucha pena» porque es un área «muy bonita y de valor ecológico». «Suelo ir ahí a hacer senderismo o a almorzar con mis padres. No me creo que se esté quemando», se lamenta el vecino de Oliva.

Además de la «pena», Nacho también muestra otros sentimientos: «Los bomberos están trabajando sin descanso para apagar el fuego y cuando salen, ves en sus caras impotencia». «Ellos están haciendo todo lo que pueden y más, pero llegan hasta lo que les dan los medios técnicos y el clima. El incendio da miedo, pero ver a los bomberos salir así da rabia e impotencia», afirma el joven.

Preguntado sobre si a los vecinos de Oliva se les ha informado de una hipotética evacuación, Nacho responde que no, ya que el fuego «no está yendo hacia la playa, sino hacia la montaña».

Imagen tomada por uno de los testigos del incendio de Vall d'Ebo.El Debate

En el mismo sentido se expresa Alejandro. Vive a unos veinte kilómetros de donde se originó el fuego, en el municipio alicantino de Teulada-Moraira, con una de las mejores playas de la provincia. De hecho, indica que tendría que estar allí «tumbado en la arena» con su mujer y su hija, pero cree que tiene la «obligación» de estar en la zona del incendio. «No es por morbo ni para ver si hago la foto más espectacular, es más bien para intentar ayudar a mis vecinos en la medida de lo posible».

En este sentido, Alejandro, albañil de profesión, no duda en asegurar que, aunque «el cansancio de todo un año trabajando y el cuerpo le piden relajarse y darse un baño», el hecho de hacerlo a sabiendas de que a pocos kilómetros «se están quemando pueblos y hay gente fuera de sus casas» no le dejaría hacerlo «a gusto».

Como si se quemara su propio pueblo

«Conozco gente que no ha podido dormir en su casa porque tiene el fuego al lado y encima parece que va a seguir así unos días más», declara Alejandro. Para el vecino de Teulada-Moraira, ver el fuego avanzar «da mucha pena» e indica que para él es como si se estuviera quemando su propio pueblo: «Pego, Teulada, Benisa, Benitatxell…es como si todos los municipios de estas comarcas fuéramos uno solo».

Respecto a los vecinos, Alejandro espera que las llamas no arrasen con las casas de las localidades afectadas porque aunque en la provincia «hay costa y turismo internacional», también hay familias que alquilan «su casita por temporadas para tener algo más», además de campings, que son «muy importantes» para la zona porque en el interior de Alicante la despoblación se está acelerando: «Cada vez somos menos», zanja Alejandro.