España se seca
Las desaladoras, la gran alternativa: «El agua es barata si la comparamos con otros servicios»
Todas las desaladoras están instaladas a línea de costa porque trabajan con agua de mar aunque filtrada a través de la tierra
España se seca, es una realidad. A causa de ello son varias las localidades españolas que ya sufren recortes de agua para minimizar los gastos y ahorrar. Aunque el agua procedente de las plantas desalinizadoras que salpican la costa española supone un alivio para la escasez hídrica de algunas regiones, sus elevados costes de operación y sus impactos sobre el medio marino hacen que su uso sea menos sostenible que el ahorro de agua y la concienciación sobre su uso.
Las desaladoras llevan funcionando 58 años en España. La primera planta de agua de mar de España que se instaló fue en la isla de Lanzarote en el año 1964 y producía 2.500 metros cúbicos al día de agua potable. A raíz de esta instalación fueron llegando más a Gran Canaria, ya que allí la obtención de recursos era escasa. En España hay instaladas un total de 765 plantas desalinizadoras, localizadas principalmente en la zona levantina y en las regiones insulares, aunque algunas no están en funcionamiento debido a los elevados costes de mantenimiento.
Todas las desaladoras están instaladas a línea de costa porque trabajan con agua de mar aunque filtrada a través de la tierra. «Hay otro tipo de desaladoras que no son de agua de mar, son desalobradoras, que es agua, de cierta componente salina, pero continental. Por ejemplo, eso lo tenemos en el Consorcio de aguas de la Marina alta en Alicante con dos desalobradoras. Además, su coste es inferior al de una desaladora», comenta Bruno Ballesteros, hidrogeólogo y jefe de la Unidad de Valencia del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC).
«Lo ideal de una desaladora no es que coja agua de mar, lo ideal que coja aguas de procedencia marina, pero a través de pozos, es decir, subterráneas. La razón de esto es que las aguas subterráneas ya vienen filtradas por un proceso a través de la tierra, mientras, las aguas marinas poseen muchos más sólidos en suspensión», explica Ballesteros.
Uno de los principales procesos que hace que el agua se pueda beber es la osmosis inversa. Sirve para purificar una muestra de agua y eliminar las partículas en suspensión. La tecnología ósmosis inversa es un tipo de tratamiento físico-químico que copia a la naturaleza para eliminar impurezas del agua, haciéndola pasar a través de unas membranas semipermeables.
«El agua tiene que llegar a las membranas en las que se produce la ósmosis inversa, de ahí el interés de que sean aguas subterráneas. El agua es sometida a una presión equivalente a 700 metros para proceder a su proceso de osmosis inversa durante la depuración. De esa membrana sale un agua muy pura porque elimina prácticamente de todos los componentes químicos, salvo el boro, que es un elemento químico muy pequeño y no es posible que la membrana lo retenga», comenta el jefe de la Unidad de Valencia y recuerda que «el agua ultra pura que sale de la ósmosis tiene que ser mezclada con agua normal para que tenga ciertas sales, porque el agua pura no es buena para la salud».
Una vez se realiza este paso fundamental, se obtienen dos tipos de agua: «Cuando acaba el proceso tenemos un agua muy pura y un agua muy concentrada, que es el rechazo y es la que va a ir al mar. Esto lleva una serie de condicionantes para que el penacho de alta salina no afecta a la flora y la fauna marina», apunta el experto hidrogeólogo.
El precio del metro cúbico
España es un líder en desalación. Es quinto país en volumen. «En nuestro país se desarrolló hace años el proceso de desalación. En Canarias, Carbonera y Torrevieja, entre otros. A día de hoy es un país puntero en tecnología de desalación de agua marina».
A pesar de sus beneficios, tiene grandes inconvenientes. El principal es el gran consumo energético. En segundo lugar, según apunta el experto, es su localización en zonas de interior: «Si se tiene que llevar a zonas interiores a ese costo, tienes que sumar el coste de elevación y te salen costes prohibitivos».
Hay un tema muy importante de las desaladoras, que es el precio del metro cúbico. «Ha habido una gran demagogia, porque la directiva europea indica que todos los costes deben ser asumidos por los usuarios. En este caso, el coste de desalar un metro cúbico de agua de mar es elevado» explica, y añade Ballesteros que «el precio no se da en euros, se da en kilovatios hora, que es algo que la gente hace mal».
El precio no es una variable fija, y ahora mucho menos con la subida diaria de la energía. Para saber el precio real de cada momento se debería calcular de la siguiente manera: «Un sistema muy optimizado de desalación de agua marina vale 3,5 kilovatios hora el metro cúbico. Hay que multiplicar lo que cuesta hoy el precio de la electricidad, y dará lo que vale el coste energético. Luego hay que sumarle amortización y mantenimiento», detalla el hidrólogo valenciano.
La agricultura no aguanta más allá de 0,25 euros metro cúbico
El abastecimiento urbano no es el mayor obstáculo: «En casa se consume 10, 15 metros cúbicos al mes o 20, y se te cobran tres euros aproximadamente. Si multiplicamos los tres euros por los 20 metros cúbicos vale 60 euros. Hay que reconocer que el precio del metro cúbico de agua es barato en comparación con otros servicios», apunta el jefe de la Unidad de Valencia del IGME-CSIC.
El problema está en la agricultura. Un precio que en el caso de una desaladora que no esté operativa todo el año puede superar los dos euros el metro cúbico, algo inasumible para muchos agricultores, ya que «la agricultura no aguanta más allá de 0,25 euros metro cúbico», denuncia el experto.
La solución a la sequía
«La solución a las sequías, aparte de utilizar recursos no convencionales como son las aguas residuales depuradas para la agricultura, se resuelven con el uso racional de las aguas subterráneas», expone el profesional. Este funcionamiento no es una novedad. Se ha empleado para varias sequías en España, como en la de los años 90, en la de los años 2000, y en la del 2010.
Si en la cuenca del río Júcar no existiesen los acuíferos y dejase de llover 10 días, el agua en la desembocadura Cullera del Júcar sería cero
Las aguas subterráneas son las grandes desconocidas. «No sé por qué en países como España, que son los que más tenían que estar interesados en hacer una buena gestión de agua subterránea, no lo tienen en cuenta», denuncia Ballesteros.
El hidrogeólogo y jefe de la Unidad de Valencia del IGME-CSIC explica que «para que haya una idea de que son las aguas subterráneas: si en la cuenca del río Júcar no existiesen los acuíferos y dejase de llover 10 días, en régimen natural el caudal en la desembocadura del río Júcar en Cullera sería cero. Imagínate si esto fuese así sin apenas lluvias desde mayo, como ha pasado este año. Pero no pasa porque tenemos acuíferos que lo retrasan. Son reguladores naturales del ciclo hidrológico. Es lo que nos permite mantener los humedales, lo que nos permite mantener los ríos”, concluye.