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Activistas de Greenpeace, durante una protesta frente a una refinería.

Activistas de Greenpeace, durante una protesta frente a una refinería.GTRES

Medioambiente

La denuncia de un exactivista de Greenpeace que desmonta la «falsa narrativa» de la ONG

Patrick Moore, antiguo miembro de esta organización, ha revelado el uso de «falsas narrativas» para recaudar fondos

Patrick Moore, exactivista de Greenpeace, ha denunciado que dejó la organización tras darse cuenta de que fue «secuestrada por la izquierda política cuando se dieron cuenta de que había dinero y poder en el movimiento medioambiental».

«Los activistas políticos de Norteamérica y Europa hicieron que Greenpeace pasara de ser una organización basada en la ciencia a una organización política de recaudación de fondos», añadió.

Estas declaraciones fueron realizadas a través de correos electrónicos obtenidos por The Epoch Times entre Moore y Seok-soon Park, profesor de ingeniería medioambiental de la Universidad Ehwa de Seúl entre noviembre y diciembre de 2021.

En unas de las comunicaciones, Moore critica que «el movimiento medioambiental se ha convertido más en un movimiento político que un movimiento medioambiental. Se central principalmente en crear narrativas e historias diseñadas para infundir miedo y culpa al público para que este envíe dinero».

Sobre el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), este experto señala que «no es una organización científica sino política, compuesta por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente».

«El IPCC contrata científicos para que les proporcionen información que apoye la narrativa de la emergencia climática. Sus campañas contra los combustibles fósiles, la energía nuclear, el CO2 o el plástico son erróneas y están diseñadas para hacer creer a la gente que el mundo llegará a su fin a menos que paralicemos nuestra civilización y destruyamos nuestra economía. Son una influencia negativa tanto para el futuro del medioambiente como para la civilización humana», añadió.

«Hoy la izquierda ha adoptado muchas políticas que serían muy destructivas para la civilización, ya que no son técnicamente realizables. Solo hay que ver la crisis energética que se avecina en Europa y el Reino Unido, de la que Putin se está aprovechando. Pero es su propia creación al negarse a desarrollar sus propios recursos de gas natural, oponerse a la energía nuclear y adoptar una posición imposible sobre los combustibles fósiles en general».

Licenciado en Biología y con un doctorado en Ecología, Moore entró en Greenpeace a comienzos de los setenta como asesor de la organización por sus conocimientos científicos, pero acabó abandonándola en 1986 por diferencias con los responsables.

Prohibiciones irrealizables

Precisamente, sobre su salida, Moore explicó que «en el momento que decidí dejar Greenpeace, yo era uno de los seis directores de la división internacional y el único con educación científica normal. Entonces mis compañeros decidieron que Greenpeace debía iniciar una campaña para prohibir el cloro en todo el mundo».

Aunque se trata de un gas muy tóxico, también tiene multitud de funciones. Sirve para evitar la propagación de enfermedades transmisibles por el agua y se utiliza en muchos medicamentos. «Greenpeace ha bautizado al cloro como ‘el elemento del diablo’ y llama al PVC, cloruro de polivinilo, o simplemente vinilo, ‘el plástico venenoso’. Todo esto es falso para asustar al público. Además, esta política equivocada refuerza la actitud de que los humanos no son una especie valiosa y que el mundo estaría mejor sin ellos. No pude convencer a mis compañeros de Greenpeace de que abandonaran esta política equivocada. Este fue el punto de inflexión para mí», comentó.

Falsas narrativas

Sobre las enormes donaciones que recibe la organización, Moore reveló que se utilizan para pagar la enorme plantilla de activistas, así como los anuncios y programas de recaudación. Y se hace a través de falsas narrativas. «El Tratado Internacional sobre los Osos Polares, firmado por todos los países polares en 1973, para prohibir la caza sin restricciones de los osos polares, nunca se menciona en los medios de comunicación, en Greenpeace o en los políticos que dicen que el oso polar se está extinguiendo debido al derretimiento del hielo en el Ártico. De hecho, la población de osos polares ha aumentado de 6.000 a 8.000 ejemplares en 1973 a entre 30.000 y 50.000 en la actualidad. Esto no se discute», dijo.

«Pero ahora dicen que el oso polar se extinguirá en 2100 como si tuvieran una bola de cristal mágica que puede predecir el futuro. De hecho, este último invierno en el Ártico se produjo una expansión del hielo respecto a años anteriores, y la Antártida fue más fría durante el último invierno que en los últimos 50 años».

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