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Desde el año 2000 el número y duración de las sequías ha aumentado un 29 por cientoGTRES

¿Se puede sembrar agua? La técnica milenaria que actúa contra la sequía

En Sierra Nevada conocen muy bien cómo funciona este método que podría ser la solución para un futuro con escasez de lluvias

La sequía es un problema que va afectando cada vez a más países. Las previsiones estiman que para el año 2050 más de tres cuartas partes de la población mundial sufran las consecuencias de esta ausencia de agua. Desde el año 2000 el número y duración de las sequías ha aumentado un 29 por ciento y, según datos de Unicef, uno de cada cuatro niños estará afectado por este fenómeno en 2040.

Aunque la solución es cuanto menos complicada, existen medios que los humanos podemos desarrollar para poder gestionar mejor los recursos hídricos. Uno de ellos podría ser la siembra y cosecha de agua. Aunque pueda sonar innovador, se trata de un sistema ancestral de gestión del agua presente, por ejemplo, en Sierra Nevada desde tiempos de Al-Ándalus. Su origen, no obstante, está en los Andes peruanos mucho antes de que llegaran allí los españoles.

Esta práctica está considerada fundamental para la conservación de los ecosistemas. Mediante este proceso, se recolecta el agua de lluvia y se infiltra (siembra) en el subsuelo para poder recuperarla meses o años después a través de manantiales, ríos, pozos y galerías.

Desde el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) afirman que son sistemas realmente eficientes y válidos para hacer frente a la sequía. Con esa agua que se cosecha y se infiltra se puede abastecer a las poblaciones, regar cultivos y pastos y contribuir al mantenimiento de los ecosistemas.

Acequias de careo

El caso granadino es curioso y digno de estudio. Consiste en una extensa y antigua red de acequias –de aproximadamente 750 kilómetros–, la mayor parte de careo, que dejan escapar el agua mediante desborde para regar su entorno y filtrarse en las laderas. Este tipo de acequias están diseñadas para conducir el agua procedente del deshielo de las altas cumbres de Sierra Nevada hasta distribuirla espacialmente en los calderos donde se infiltra.

Este complejo sistema fue desarrollado para poder abastecer de agua a las poblaciones que se instauraron en sus faldas y poder regar los pastos y las terrazas de cultivo construidas en sus abruptas laderas. Los habitantes de esas tierras veían cómo al producirse el deshielo, esa agua tan valiosa se iba directamente al mar. Por ello, encontraron la forma de ralentizar ese trayecto mediante las acequias de careo.

Según explica un informe del CSIC-IGME, estas consisten en una extensa red de canales, excavados en el terreno y sin impermeabilizar que derivan el agua de deshielo durante los meses de marzo a junio de las cabeceras de los ríos para infiltrarla en los materiales acuíferos de las partes altas de los valles.

Esta agua pasa a circular lentamente por los acuíferos superficiales e incrementa el caudal de los ríos y el de los manantiales situados aguas abajo. En verano, las acequias de careo dejan de utilizarse y otra extensa red de acequias de riego, situada a menor altitud, comienza a derivar agua de los ríos para el riego de las zonas de cultivo intensivo.