Día Mundial Sin Alcohol
El laberinto del alcoholismo en mujeres: «La presión para beber es enorme»
La estigmatización social lleva a las mujeres a pedir ayuda más tarde, tras años de consumo recurrente
Normalizado y asociado al ocio, el alcohol está preocupando a los expertos por la precocidad que muestran los jóvenes para iniciarse en su consumo, ya en los doce años. Es especialmente problemático en mujeres porque, además de una peor metabolización, sufren una estigmatización social que las lleva a pedir ayuda más tarde, cuando el consumo está más cronificado.
Los patrones también están cambiando. Mientras que los bebedores diarios cada vez son menos, aumentan los porcentajes de consumidores de atracón. También se reducen las diferencias entre hombres y mujeres, especialmente entre adolescentes, donde el consumo está más extendido en éstas.
«La incidencia en los hombres es muchísimo mayor», explica Lourdes Azorín, médico psicoterapeuta del Proyecto Hombre Madrid. «Pero el cuadro de las mujeres hace que las mujeres demanden tratamiento mucho más tarde y lo hagan más solas, lo que añade una mayor dificultad». Y es que la edad media de las mujeres que demandan ayuda por problemas de alcohol está en los 54 años, tras un consumo de muchas décadas, lo que provoca mayor daño orgánico.
Paloma es una paciente de esta asociación que lleva 30 años «en la lucha». Comenzó con un consumo ocasional relacionado con el ocio hasta que unos problemas familiares por motivos de salud agravaron la situación. «Mantenía una vida normal al principio, pero llega un punto en que no puedes ni levantarte de la cama; dejas de querer ir a trabajar, cuidar de los hijos… Ahí te das cuenta de que no puedes más», comenta.
Esta enfermera madre de dos hijos apunta al problema de la estigmatización que sufren las mujeres que consumen alcohol: «Una mujer bebiendo en un bar ya es una alcohólica, por lo que empiezas a hacerlo en casa. Ese fue uno de los motivos que me hizo tardar tanto en ir». Algo que avala Azorín: «La estigmatización social complica el cuadro que sufre una mujer precisamente por ese consumo vergonzante que la lleva a beber a escondidas de la sociedad y la propia familia. Así, la culpa y la ansiedad aumentan, repercutiendo en un mayor consumo».
«En el caso de las mujeres, el consumo de alcohol está asociado a un trastorno del espectro ansioso-depresivo que las lleva demandar tratamiento. Pero los adictos minimizan el consumo, por lo que la mezcla de una benzodiacepina con el alcohol multiplica sus efectos depresivos y los efectos de la embriaguez», comenta Azorín.
Esta fue la situación de Paloma, que fue de psiquiatra en psiquiatra. «Entonces tenía dos problemas: el alcohol y las pastillas. Después de dar muchos tumbos, un psiquiatra me dijo que no podía hacer nada más por mí, en ese momento se me vino el mundo encima», recuerda.
Asumir la vulnerabilidad
Según los datos de la Encuesta sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), el 6,9 % de la población presenta un consumo de riesgo, que es mayor entre las personas más jóvenes y va disminuyendo a medida que aumenta la edad.
«La presión para beber alcohol es enorme», sostiene Azorín. «El sostén de la abstinencia en los alcohólicos es mucho más complicado que en adictos a drogas ilegales. La diversión está asociada a la alteración de conciencia», añade.
Paloma asegura que no puede ir a una comida navideña, una nochevieja o simplemente a tomar algo después del trabajo. «La sociedad está montada alrededor de este tipo de ocio, al final te quedas muy solo».
Azorín revela que los trastornos por sustancias generan una vulnerabilidad. «Las inercias de funcionamiento son poderosísimas y se pueden volver a repetir, porque problemas siempre va a haber. Que de nuevo aparezca el alcohol como un alivio hace más comprensible la frecuencia de las recaídas, es una sensibilización que va a permanecer toda la vida. Hay que asumir esta vulnerabilidad», concluye.
Desde Proyecto Hombre Madrid animan a todas las personas que puedan sentirse afectadas por este u otros problemas de salud mental a ponerse en contacto mediante un correo electrónico a info@proyectohombremadrid.org o llamando al teléfono 91.542.02.71, donde recibirán toda la información que necesiten.