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Bebé llorando en su cuna

La incidencia del virus sincitial se dispara: «Todavía no ha tocado techo y puede ser peor»

El epidemiólogo y pediatra Quique Bassat explica las principales medidas que hay para prevenir contagiar a los más pequeños

Las calles de toda España tienen una banda sonora muy particular en estas épocas del año; toses y estornudos son los principales instrumentos. Esto se debe a la gran cantidad de virus respiratorios que rondan a nuestro alrededor. Según el último informe del Sistema de Vigilancia del Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada de estos virus hasta el 20 de noviembre es de 773 casos por 100.000 habitantes, una curva muy ascendiente que supera con creces a la de la covid –181,59 casos por 100.000 habitantes–.

Ahora más que el coronavirus, el virus que más preocupa a los sanitarios es el de la gripe o el sincitial (VRS), ya que están alcanzando datos superiores al de la COVID-19. «Este es un virus que esencialmente es un problema para los niños más pequeños y en menor medida y menor gravedad en la gente muy mayor. Es preocupante porque sigue de subida y todavía no vemos cuando será el final. Hemos repasado la incidencia de otras temporadas de virus que coinciden con esta estación y asusta que todavía no haya tocado techo y que podría ser todavía peor», comenta a este medio el pediatra y epidemiólogo Quique Bassat.

Actualmente, España se encuentra en una tripledemia, donde predomina el coronavirus, la gripe y el virus sincitial. Los expertos ya habían alertado de una nueva con la llegada del invierno, por lo que es probable que las próximas semanas sean duras con respecto al aumento de la incidencia acumulada y la ocupación hospitalaria, pero no para todas las personas.

«En los niños no tan pequeños, adolescentes y adultos suele ser una enfermedad respiratoria muy banal y muy sencilla, un catarro y poco más. Sí puede dar una sintomatología parecida a la de la gripe, pero en general es muy benigna y muy poco preocupante. El problema es cuando afecta a los más vulnerables, ya sea a los más más pequeñitos o ya sea a los ancianos con patologías crónicas de interés en cualquier edad», apunta Bassat.

De estos tres virus el que tiene la incidencia más alta es la gripe, con 116,9 casos por cada 100.000 habitantes. Le sigue el virus sincitial con 107,5. Estos datos muestran que mientras la covid se está estabilizando, la gripe y el VRS no hacen más que crecer. De hecho, se han duplicado desde los primeros datos de noviembre.

A pesar de estos datos, el doctor ha apuntado que «solo afecta a una pequeña proporción de la población, con la covid era diferente porque, en su momento y cuando no estábamos vacunados, había que tomar medidas a la desesperada en toda la población para disminuir la transmisión. En cambio, este virus sobre todo afecta a un grupo muy determinado y, por lo tanto, no está justificado tomar medidas genéricas que afecten a todos los ciudadanos».

No obstante, aunque solo afecte a un grupo muy segmentado, hay que tomar precauciones para que no se saturen sistemas sanitarios en pediatría. «A día de hoy se están doblando las guardias, ampliando las camas en la hospitalización pediátrica, creando salas de aislamiento específicas y abriendo ucis en nuevos lugares. Esto se tiene que hacer simplemente por como se está saturando el sistema», anuncia Bassat.

Se acercan las Navidades y al igual que pasó con la covid hay que tomar medidas, pero no tan estrictas como las que hubo los años anteriores. «En caso de que haya síntomas respiratorios en cualquier miembro de una familia que tenga un bebé pequeñito, se tiene que evitar al máximo el contacto. Los padres, hermanos con resfriado, con sintomatología respiratoria, deben usar mascarillas. También hay que maximizar las medidas de higiene en las manos antes de tocar al bebé», advierte el epidemiólogo y pediatra.

En cuanto a los bebés más pequeños, en donde sospecha que ya se han podido contagiar porque tienen mocos y síntomas respiratorios, «simplemente hay que vigilar mucho que no aparezcan cualquiera de las señales de alarma. Es decir, que le cueste respirar, alimentarse, que se ponga azules, que tengan silbidos, que se oyen con el propio oído cada vez que respiran o que estén particularmente somnolientos. Un niño de esa edad duerme muchas horas, pero cuando está despierto está muy despierto. Y si se le nota demasiado somnoliento, pues es otra señal de alarma posible», concluye el doctor.