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La primera ministra escocesa, Nicole Sturgeon, durante una intervención en el Parlamento de EdimburgoEFE / EPA / Andrew Cowan

Reino Unido

La permisividad de la nueva ley trans escocesa abre un choque entre Edimburgo y Londres

El Gobierno central recuerda que «Westminster goza de la jurisdicción definitiva» en cuestiones como las legisladas por el Parlamento escocés la semana pasada

La aprobación por parte del Parlamento escocés de una ley trans que flexibilizará los requisitos para los cambios de sexo y de género ha soliviantado a un nutrido grupo de colectivos e instituciones, incluyendo las centrales de Londres.

La nueva legislación, que fue ratificada el pasado martes por una mayoría de 86 votos a favor por 39 en contra, vio luz verde entre algunas críticas y divisiones dentro de las propias formaciones. Impulsada por el Gobierno de coalición entre el independentista Partido Nacional de Escocia (SNP) y los Verdes, tres de los 28 diputados conservadores, por un lado, refrendaron la norma; mientras que nueve de los 64 del SNP, por su parte, la rechazaron.

Al igual que ocurre con la norma emanada del Ministerio de Igualdad en España, parte de los detractores proceden de los propios colectivos feministas, que alegan que restará derechos a las mujeres y pondrá en riesgo «su espacio», algo en lo que coinciden también voces como la de la escritora J. K. Rowling.

Sin embargo, el choque de mayor calibre ha llegado desde Londres, donde las autoridades centrales han advertido de posibles irregularidades en la ley al contravenir los requisitos en materia trans fijado en el Reino Unido. Algo que, dicen, «podría tener un efecto adverso sobre cuestiones en las que, aunque se trate de transferencias autonómicas, Westminster goza de la jurisdicción definitiva». Por ello, el Gobierno de Rishi Sunak ha llegado a poner encima de la mesa la posibilidad de veto en los últimos días.

Las diferencias que marca la nueva ley escocesa con la inglesa son importantes: mientras que en Inglaterra solo se puede autorizar el cambio de sexo a partir de los 18 años, Edimburgo rebaja ahora ese umbral a los 16 años. Además, la norma de Londres establece también otros requisitos adicionales, como haber vivido 24 meses con la nueva identidad sexual, un informe médico que pruebe la disforia de género y una autorización para llevar a cabo la transición por parte de un panel especializado.

La recién aprobada 'ley de reconocimiento sexual' de Escocia, por el contrario, prescinde de la necesidad de aportar un informe y flexibiliza, en general, el resto de condiciones para permitir el cambio, reduciendo por ejemplo a solo tres meses el tiempo vivido con la nueva identidad para consumar la transición al completo.