Un gobierno 'verde' alemán que apuesta por el carbón y crea malestar entre los ecologistas
El pueblo de Lützerath se ha convertido en la peor pesadilla del ejecutivo liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz y en el que está integrado el partido ecoliberal
El pueblo alemán de Lützerath, situado en el estado de Renania del Norte-Westfalia, unos 40 kilómetros al oeste de Colonia, se ha convertido en noticia en las últimas semanas debido su desalojo. La pequeña localidad debe desaparecer con la única finalidad de permitir la expansión de una inmensa mina de lignito a cielo abierto para poder extraer carbón. Esto se debe a que el consorcio energético RWE compró los terrenos próximos a la mina de Garzweiler II para poder explotarlos, algo que el gobierno de coalición alemán ha permitido.
Desde hace meses, los activistas del clima han ocupado el municipio para evitar su transformación en una mina –lo que ha terminado incluso con la detención de Greta Thunberg– y que el carbón continúe siendo una fuente de energía en el país. A pesar de que la ambición del ejecutivo alemán –formado por socialdemócratas, verdes y liberales– es el abandono del carbón para el año 2030, se han escudado en la crisis energética causada por la guerra en Ucrania para incrementar la extracción de carbón a corto plazo.
Esto, sin embargo, contrasta con el programa electoral y con la ideología de los integrantes del ejecutivo, en especial de Los Verdes. El partido ecologista está sometido a una importante presión y ha generado el enfado de su electorado por permitir que el carbón vuelva a estar entre las principales energías.
El pacto climático
El gobierno de Olaf Scholz ha justificado su decisión en un pacto causado por las condiciones geopolíticas de Europa. Los socios de la coalición aceptaron esa ampliación de la mina de RWE a cambio de que la compañía finalizase su actividad con el carbón ocho años antes de lo previsto en el estado de Renania del Norte-Westfalia, en 2030.
El ejecutivo cree necesaria esta ampliación de la mina para garantizar la seguridad energética del país tras la interrupción del suministro de gas ruso como consecuencia de la guerra de Ucrania.
Los Verdes, por su parte, consideraron esta negociación como una victoria, pero los activistas del clima difieren en esta reflexión, alegan que las reservas actuales de lignito son suficientes y muestran su indignación debido a que, para más inri, el carbón que se extrae de la mina en cuestión, lignito, es uno de los más contaminantes.
«Cada minuto que la excavadora está en marcha y se quema carbón se está alimentando aún más la catástrofe climática» lamentan los miembros de la alianza de acción 'Lützerath Unräumbar'. Y es que dicho acuerdo permitirá quemar 280 millones de toneladas de carbón adicionales con el objetivo de generar energía.
El vicecanciller ecologista afirmó este mismo jueves «comprender a todos los que salen a la calle para defender el clima». Pero «el hecho de atenerse a las fechas de salida de la energía nuclear y de no confiar en el mercado para arreglar las cosas», a pesar del cese de los suministros de gas ruso, «es también un gran éxito para el movimiento climático», destacó.
Desencanto con Los Verdes
Muchos activistas climáticos se sienten decepcionados por el partido ecologista en el gobierno. El conflicto de Lützerath ha generado un cisma entre el movimiento por el clima y los ecoliberales, que precisamente surgieron de unos activistas antinucleares.
Lo cierto es que la invasión de Rusia a Ucrania ha supuesto un cambio en la hoja de ruta climática de toda Europa. La dependencia del gas ruso han propiciado en Alemania el retraso del abandono del carbón, así como del cierre definitivo a las tres centrales nucleares que todavía continúan activas en el país. Unas decisiones que, sin embargo, desde el electorado de Los Verdes son vistas como una traición a los ideales del partido y que difícilmente podrán justificar.