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Imagen del estado en el que quedó una calle de Antakya, en TurquíaAFP

Descubren una manera de predecir los terremotos más devastadores y evitar casos como el de Turquía

Unos científicos de la Universidad de Texas han dado con unos datos que podrían ser de utilidad a la hora de desalojar posibles zonas en riesgo

Los terremotos pueden ser muy destructores y provocar daños personales de consideración. El ejemplo más claro y reciente lo tenemos en el terremoto de principios de este mes entre Turquía y Siria, que ya ha provocado más de 47.500 fallecidos entre ambos países.

Un seísmo de 6,3 grados en la escala de Richter que provocó el desplome de miles de edificaciones que no estaban preparadas para un temblor de esas características. Por ello, nos preguntamos: ¿No existe una fórmula para avisar de que se va a producir un terremoto?

Los temblores se producen cuando las fallas –límites entre las placas tectónicas– liberan la energía producida como consecuencia del movimiento de las placas tectónicas. Estos sistemas de fallas son, por tanto, el punto en el que los científicos basan sus estudios para intentar entender qué ocurre con ellos antes de un terremoto.

Unos investigadores de la Universidad de Texas parecen haber dado con una de las claves, que han publicado en la revista Science. Han descubierto un fenómeno de fricción en las fallas que podría ayudarnos a comprender cuándo y con qué fuerza se desplazan.

Llamado conservación por fricción, se trata de la capacidad de una falla para fortalecerse y almacenar energía entre terremotos y determina la rapidez con la que las superficies de las fallas se unen o se «curan» después de un seísmo.

En este sentido, existen dos procesos diferentes que tendrán consecuencias distintas. Por un lado, las fallas que recogen energía de forma más lenta –eventos de deslizamiento lentos– serán prácticamente inofensivas, mientras que las que se reconstruyen de forma rápida serían las que provocarían terremotos más devastadores.

Para llegar hasta esa conclusión, los científicos midieron los valores tras la fricción de rocas de la zona de subducción de Hikurangi, en Nueva Zelanda. De esta forma, las sometieron a la presión de una prensa hidráulica para después observar cuánto tardaban en curar.

Hallaron que las rocas ricas en arcilla tardaban más en «sanarse» y se deslizaban con más facilidad. Tras conectar los datos con un modelo de la falla, observaron las similitudes, y es que se producía un pequeño temblor en cámara lenta cada dos años, igual que en la vida real.

Esto, por tanto, no constituye una ciencia exacta para predecir los terremotos, pero sí que aporta datos sobre cuándo se pueden producir y con qué magnitud. Una información que puede ser muy valiosa a la hora de proceder a un desalojo de una zona y evitar así que se produzcan víctimas mortales.