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La directora de la Fundación Ingenio, Natalia Corbalán, en el aforador situado en la desembocadura de la Rambla del Albujón

La directora de la Fundación Ingenio, Natalia Corbalán

Entrevista | Natalia Corbalán, directora de la Fundación Ingenio

«La agricultura está ahora mismo en el punto de mira del ecologismo radical»

La Fundación Ingenio apremia al gobierno regional y estatal a solucionar los problemas de contaminación del Mar Menor y denuncia que los cultivos se están levantando para instalar placas solares

Junto con Almería, la Región de Murcia está considerada como la huerta de Europa. La agricultura en esta comunidad representa un sector estratégico en la economía regional y proporciona alimentos a toda España y a buena parte del continente. Sin embargo, los agricultores del Campo de Cartagena denuncian un asedio constante por parte de las instituciones. Se les ha atribuido el mal estado del Mar Menor, pero ellos defienden que la contaminación de la albufera se debe a muchos otros factores.

Hablamos con Natalia Corbalán, licenciada en Derecho por la Universidad de Murcia y directora de la Fundación Ingenio, una organización que reúne a los agricultores de la zona y que quiere liderar un cambio hacia la «creación de una cultura ética agroalimentaria».

–¿Qué es la Fundación Ingenio?

–Es una una agrupación de empresas hortofrutícolas del campo de Cartagena que representan aproximadamente el 85 % de los productores de la zona. Son 40 empresas, principalmente cooperativas y sociedades agrarias de transformación. Además, cuenta con dos comunidades de regantes, principalmente la del Campo de Cartagena, que es la más grande de España, porque riega una zona de unas 43.300 hectáreas.

–¿Por qué surge?

–Nace en marzo de 2020, aunque ya habíamos empezado a trabajar un año antes. Lo hace por el deseo de unión de los agricultores del Campo de Cartagena, que ven cómo sufre un señalamiento injusto. Además, comparten otros problemas con otras zonas productoras agrícolas de España por los marcos regulatorios que están teniendo. La agricultura está ahora mismo en el punto de mira del ecologismo radical, pero además a esta zona se le une un problema adicional, que es la contaminación del Mar Menor, por la cual son señalados como únicos y exclusivos responsables. Ellos se sienten el chivo expiatorio de un problema que se ha demostrado que es multifactorial y que el principal no es la agricultura. Tenemos datos y evidencias, con informes científicos, de que esta contaminación se sitúa en las aguas residuales de origen urbano, que sistemáticamente entran en el Mar Menor.

–¿Por qué se mueren los peces en el Mar Menor?

–Ha habido tres episodios de mortandad en el Mar Menor. El primero fue en 2019, en una zona muy localizada y todo el mundo sabe ya que a los peces no los mata el nitrato, si no estarían muertos en el día de hoy. Estos mueren por episodios puntuales de suelta de vertidos de origen urbano. En este caso, se abre un tanque de tormentas que hay en San Pedro del Pinatar y es esa agua, que llevaba un mes putrefacta desde la DANA de septiembre de 2019 y que no se depura, la causante de formar una bolsa anóxica que causa la catástrofe.

El segundo se produce a mediados de agosto de 2021, en la semana en la que más gente hay en La Manga. Las estaciones depuradoras no están dimensionadas para soportar tanta población, por lo que esa semana mueren los peces porque el bombeo de la depuradora se avería. El tercer episodio sucede en mayo de 2022, es de una mortalidad menor y es debido a la falta de saneamiento de la zona de la Ciudad del Aire. Como en esa fecha la Fundación Ingenio había puesto encima de la mesa datos del informe que elaboraron ingenieros de las aguas residuales, ya no pudieron echarle la culpa a la agricultura y se achacó a las deficiencias de la red de saneamiento. Por tanto, los nitratos no matan a los peces, sino que mueren por falta de oxígeno por episodios puntuales de suelta de vertidos.

–¿Qué otros factores influyen en la contaminación de la laguna?

–La minería. Aquí hubo actividad minera en los años 70 y 80, pero esas minas quedaron en desuso con el tiempo. Sin embargo, no las sellaron, están abiertas, por lo que cuando llueve las escorrentías arrastran los restos de azufre, plomo, cadmio y una cantidad de reacciones químicas bestiales. Los fondos marinos del Mar Menor son anóxicos, están llenos de metales pesados.

–¿Cómo ha cambiado la forma de cultivar en el campo de Cartagena en los últimos años?

–El campo de Cartagena sufre una transformación enorme a partir de los años 70, que es cuando llegan las primeras aguas del trasvase Tajo-Segura. Hasta entonces, era una zona con cultivos de secano que regaban con aguas del acuífero y eran de subsistencia (melón, algodón, alcachofa). A partir de que viene agua de calidad, se empieza a ejercer otro tipo de agricultura con un potencial enorme, porque el sol no se puede transportar, la temperatura tampoco, pero el agua sí.

Desde entonces, en Murcia se empiezan a usar técnicas innovadoras, como el riego por goteo, que constituye un 98 % de la superficie del Campo de Cartagena. Es la agricultura más sostenible, competitiva y moderna de Europa, comparable con la que se puede ejercer en Israel.

–¿Qué respuesta les da la Región de Murcia a sus demandas?

–Siempre hemos tendido puentes de diálogo con el gobierno regional. No olvidemos que la ley mal llamada de 'Recuperación y protección del Mar Menor' dedica el 70 % de su articulado a regular la agricultura y contiene medidas que no hay evidencias de que vayan a mejorar el estado de la laguna. Queremos que esa ley se modifique, se cambien aspectos concretos, pero no que se derogue. La respuesta a estos puentes ha sido que el consejero de Presidencia de Murcia, en rueda de prensa, manifestó que la Fundación Ingenio es lo peor que le había pasado al Campo de Cartagena en toda su historia.

–¿Y el Ministerio para la Transición Ecológica?

–He solicitado reuniones a la ministra Teresa Ribera, las cuales no han sido atendidas. Su propio plan marco de actuaciones prioritarias para el Mar Menor recoge que tenderán puentes de diálogo con los colectivos afectados por el problema. No hay un colectivo más afectado por el problema que los agricultores. El Ministerio tiene mucho que hacer aquí, ya que hay infraestructuras que dependen de ellos y no se ponen en marcha.

–¿Qué solución propone su fundación a todos estos problemas?

–Nosotros diseñamos una solución holística, que se compone de múltiples acciones y que hemos denominado 'Anillo protector ambiental' que lo presentamos en 2020 y contiene varias partes de actuación. Principalmente consisten en contener las aguas que discurren superficialmente por la cuenca vertiente del Mar Menor y activar los pozos. La albufera tiene una gran suerte, y es que es de las pocas lagunas costeras que tienen una batería de pozos perimetrales que, si se activaran, empezarían a sacar el agua del freático. El problema es que las administraciones, tanto regional como nacional, no han hecho las infraestructuras que requiere el problema y han buscado un chivo expiatorio: la agricultura.

–¿Qué cree que ocurrirá en un futuro próximo si no se hace nada al respecto?

–El análisis nos es claro y es triste y doloroso. Aquí cada día vemos cómo se desmontan hectáreas de cultivo, hectáreas productivas, y pasan a ser parques fotovoltaicos. Se está maltratando al campo sistemáticamente, entonces los agricultores que no tienen relevo generacional y están asfixiados por las normativas y las leyes absurdas terminan alquilando sus tierras a las energéticas. Esto hará que España y Europa tengan que depender de países terceros para abastecerse, e incluso podría terminar generando situaciones de desabastecimiento.

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