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Emmanuel Macron, presidente de FranciaAFP

Macron propone una ley para regular la eutanasia

La normativa actualmente en vigor permite a los médicos sedar con carácter irreversible a enfermos con un diagnóstico mortal en corto plazo

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, pidió el pasado lunes a su Gobierno que elaborase un proyecto de ley «antes de que acabe el verano» para regular lo que él llama «el fin de la vida». A pesar de su propuesta aseguró tener una opinión personal «como todos los franceses» que servirá para «evolucionar».

El presidente indicó que serán el Ejecutivo y el Parlamento los que definirán el contenido para establecer un «modelo francés » sobre la eutanasia. Una política que deberá garantizar «la expresión de la voluntad libre e informada», que habrá de ser reiterada.

Cerró la puerta, de entrada, a que se legalice la ayuda activa para la muerte de menores y también a que eso se haga «por un motivo social» como podría ser un enfermo que se sabe condenado a largo plazo y no quiera ser una carga.

A los miembros de la convención ciudadana que desde diciembre han estado reflexionando sobre la cuestión, no les quiso prometer la integración en el proyecto de ley de una u otra de sus propuestas, pero les dijo que el hecho de que existan en el debate público es su victoria.

Entre las 184 personas que fueron elegidas por azar para formar parte de ese grupo, tres cuartas partes se decantaron por legalizar la eutanasia. En lo que hubo un consenso casi total de los participantes es en la necesidad de mejorar y reforzar los cuidados paliativos, que juzgaron claramente insuficientes.

Sobre ese punto, la respuesta de Macron fue clara y contundente, al afirmar que habrá «un plan decenal» que incluirá las «inversiones que se imponen». Afirmó que «el Estado tiene una obligación de resultados» para asegurar «el acceso efectivo y universal a la atención al final de la vida».

La normativa actualmente en vigor en Francia, que data de 2016, permite a los médicos sedar con carácter irreversible a enfermos con un diagnóstico mortal a muy corto plazo y que tienen sufrimientos considerados intolerables.

Pero no están autorizadas ni la eutanasia (administrada por personal sanitario) ni una asistencia al suicidio (administrada por el propio paciente).