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Ea, en Vizcaya

Ea, en VizcayaFlickr

Este es el pueblo con el nombre más corto de España

El topónimo de la localidad, situada en la provincia de Vizcaya, cuenta con tan solo dos caracteres, ambos vocales

En España contamos con multitud de pueblos, en concreto 8.131. Entre ellos encontramos numerosos nombres llamativos, como podría ser el caso de Chulilla (Valencia), Pepino (Toledo), Buenas Noches (Málaga) o El Pito (Asturias).

De igual forma, en el ranking de nombres más largos de nuestro país encontramos Gargantilla del Lozoya y Pinilla de Buitrago (Madrid), Villarcayo de Merindad de Castilla la Vieja (Burgos) o Cruilles, Monells y San Sadurní del Heura (Gerona).

Pero ¿cuál es la localidad con el nombre más corto? A la cabeza nos vienen municipios con tres letras, como Tuy (Pontevedra), Vic (Barcelona) o Foz (Lugo). Pero no. Aún hay un pueblo cuya denominación tiene menos caracteres.

Se trata de Ea, un pequeño pueblo situado en la costa de Vizcaya, a apenas 50 kilómetros de Bilbao. Concretamente está emplazado en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, en la carretera que une Guernica con Lequeitio.

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Cuenta con 824 habitantes y su gentilicio es igualmente corto: earra. Llama además la atención que, además de tener un topónimo con dos caracteres, ambos son vocales, siendo la única población que no tiene ninguna consonante.

Entre sus atractivos turísticos se encuentran sus cuatro iglesias y sus cuatro puentes que cruzan el río del mismo nombre que atraviesa el pueblo antes de desembocar en la ría y que lo hacen especialmente encantador. De hecho, uno de ellos, el denominado «puente romano», se ha convertido en la imagen del pueblo y figura en la bandera del municipio.

El pueblo está ubicado en la ría, al lado de un puerto natural y al noroeste del mismo se ubica la playa de Lapatza, formada por piedras y situada al lado de un puerto natural. En su territorio hay también un molino de viento declarado bien de interés cultural.

Por tanto, además de por la curiosidad de su nombre, Ea merece una parada turística para contemplar la belleza de sus puentes y, si el tiempo acompaña, darse un buen baño en el mar Cantábrico.

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