La ACdP homenajea a José Luis Gutiérrez en el centenario de su nacimiento

La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) celebró este lunes un acto de homenaje a uno de sus socios ilustres, José Luis Gutiérrez, fallecido el año pasado. «Estemos abiertos a acoger el testigo que él nos legó animándonos con el ejemplo de su vida a entregar la nuestra caminando hacia Dios», pidió el arzobispo emérito de Burgos y consiliario nacional de la ACdP, Fidel Herráez, durante su intervención.

El homenaje tuvo lugar en el Colegio Mayor Universitario de San Pablo, coincidiendo con el día en que se cumplían 100 años del nacimiento de Gutiérrez. «Personas como él –continuaba el prelado– no solo van dejando huella, sino huellas, en aquellos con los que van compartiendo el transcurrir de su vida», y recordó una frase que Gutiérrez le dijo la última vez que le vio, dos meses antes de fallecer: «Veo con claridad que mi salud va bajando bastante, y eso es bueno, porque percibo, por bondad de Dios, que ese ir bajando puede ir siendo la señal de que Él me va subiendo al encuentro definitivo».

Una vida comprometida con Dios y los demás

Casado con Montserrat Carrera y padre de 11 hijos, Gutiérrez entró a formar parte de la ACdP en los años 50, y su vida profesional estuvo ligada a las obras de la misma: trabajó y dirigió la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC); fue miembro del Consejo Editorial y editorialista del periódico Ya, heredero de El Debate, y dirigió el Instituto de Humanidades Ángel Ayala.

Escritor profuso e investigador apasionado por la doctrina social de la Iglesia, Gutiérrez dedicó buena parte de su labor intelectual a divulgar la vida y obra del fundador de la ACdP, el padre Ángel Ayala, y de su primer presidente, su maestro y amigo Ángel Herrera Oria. «Ha sido la persona de referencia de las últimas décadas en la historia de la ACdP, presente hasta el último momento», celebró el presidente de la asociación, Alfonso Bullón de Mendoza, quien también puso en valor que Gutiérrez fue «el más entusiasta de los entusiastas» en el proyecto de relanzamiento de El Debate.

De una pieza y buscador de la Verdad

El director del Centro de Documentación, Investigación y Formación de la ACdP, Pablo Sánchez Garrido, destacó de Gutiérrez que siempre desarrolló su labor «como una búsqueda de la Verdad, con mayúsculas». El profesor del CEU destacó que el gaditano «fue un hombre acrisolado en la forja de Herrera [Oria], pero el discípulo supo pagar generosamente su deuda con el maestro».

El profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas y la Universidad Complutense de Madrid, Francisco Rico, puso énfasis en la espiritualidad del homenajeado, destacando su relación con la Virgen María, con los santos -especialmente, dijo, san Bruno- y con el Espíritu Santo. «Hemos de crear una oración para que José Luis suba pronto a los altares», propuso al presidente de la ACdP.

La directora de CEU Ediciones, Ana Rodríguez de Agüero, corroboró esta inquietud: «Tengo el convencimiento -aseguró- de que he trabajado muchos años con un santo». En su intervención reivindicó la faceta de Gutiérrez como editor, en la BAC o como responsable de que vieran la luz las obras completas de Ayala y Herrera. Rodríguez de Agüero recordó dos enseñanzas del Gutiérrez editor: que el éxito de un editor está en sus noes y que los libros están para venderse.

Por su parte, el director de CEU-CEFAS, Elio Gallego, reivindicó a Gutiérrez como símbolo de continuidad en la ACdP, y destacó su «talla humana». «En José Luis -añadió- coincidían magisterio y persona, vida y pensamiento… Era uno, una unidad, ¿cómo se puede ser tan de una pieza?».

En el acto participaron también Pablo Gutiérrez -director de Campus Life de la Universidad CEU San Pablo e hijo del homenajeado, quien trazó un perfil más íntimo y familiar- y la directora del Instituto CEU de la Familia y secretaria general de la ACdP, Carmen Fernández de la Cigoña, que recordó la insistencia de Gutiérrez en que todo cristiano debía tener presencia en la vida pública, y su hondo convencimiento de que la doctrina social de la Iglesia no puede ser solo teoría: «Si no se lleva a la práctica, no serviría de nada».