Fundado en 1910

Manuel Martín Lobo, en la redacción de El DebatePaula Argüelles

Manuel Martín Lobo, ingeniero de montes y periodista

«Es verdad que influimos en el clima, pero lo que dicen algunos partidos son barbaridades»

Experto en desarrollo regional y autor del primer libro sobre este tema, Manuel Martín Lobo cree que la agricultura se encuentra en momentos «difíciles»

Manuel Martín Lobo tiene 98 años y es doctor ingeniero de montes y periodista. Experto en desarrollo regional, escribió el primer libro sobre ese tema –Realidad y perspectiva de la planificación regional en España– e introdujo términos como «ordenación del territorio». Extremeño de nacimiento, y aún muy conectado con la sociedad de esa comunidad, ha tenido decenas de cargos a lo largo de su vida profesional, entre los que se destacan su labor como ingeniero jefe del Negociado Técnico de la Secretaría Gestora del Plan de Badajoz (1953-58), jefe de la Secretaría Gestora de Planes de Grandes Zonas Regables (1958-1966), jefe del Servicio de Publicaciones del Ministerio de Agricultura (1966-1977), fundador en 1962 de la Asociación Extremeña de Desarrollo Regional o consejero de redacción de Ya durante 18 años.

–Usted introdujo en España el término «ordenación del territorio». ¿Cómo cree que se ha aplicado en España?

–Empecé a trabajar como ingeniero de montes, pero a lo que me dediqué fue a la planificación, porque me hicieron trabajar en el Plan de Badajoz, que era una planificación territorial. Publiqué un libro en 1960 que se llamó Realidad y perspectiva de planificación regional en España, cuyo prólogo me lo hizo López Rodó. Me habían hecho ingeniero del Plan de Badajoz durante cinco años y, en ese tiempo, vi que había ahí una serie de cosas que en España no se habían hecho y que tenían que ver con la planificación regional. Después me fui a Francia con una beca de la OCDE. Allí tuve contacto con la Escuela Nacional Rural de Rennes la Bretaña y fui viendo que había un cuerpo de doctrina, por lo que me fui poniendo en contacto con catedráticos de economía de las facultades francesas. Conseguí contactar con los franceses, que tenían un 'Conseil national des économies régionales', y me invitaron a la reunión anual todos los años, que era una especie de asamblea. Todo eso traté de traerlo aquí con el libro. Conseguí que los planes de desarrollo, que no existían, estuvieran en el desarrollo regional. Vimos que había un cuerpo de doctrina y cosas que trasladar a España y hasta la Escuela de Ingenieros de Caminos hizo publicaciones sobre este tema.

–¿En qué situación cree que se encuentra la agricultura?

–Nunca se puede hablar de toda la agricultura, porque son distintas. En el norte o en Andalucía: en un sitio hay agua y en el otro no. Hay varias cuencas de ríos, como la del Ebro, que es excedente y es una pena que se pierda en el mar porque se empeñan en no hacer el trasvase. Luego, el Duero está bien, el Tajo está bien, aunque algo por debajo, y el Guadiana está mejor. Otra cosa son los regadíos: en esta vega, que conozco bien, hay dos grandes presas o embalses.

Por un lado, está la presa de Cíjara, que tiene 1.500 hectómetros cúbicos de agua y está proyectada desde 1903, la época del Plan Gasset de la monarquía. Luego tiene otra de la época de Adolfo Suárez, que es la presa de la Serena, que ya es más grande, pero no tanto como la portuguesa, la de Alqueva, que es la mayor de Europa.

La agricultura, por tanto, está en unos momentos muy difíciles y las ayudas de la Unión Europea (UE) ya no son lo que eran. En los primeros años de la UE era un pilar fundamental que se ha ido perdiendo. Hay una frase de López Bravo, ministro de industria [durante la dictadura, de 1962 a 1969], que decía «España ha dejado de ser católica» y no, lo que ha dejado es de ser agrícola. Ya no importa la agricultura en el tanto por ciento del PIB. Fernando Martín-Sánchez, por ejemplo, fue uno de los que ayudó mucho a la agricultura con las cajas rurales, con las cooperativas de crédito, con los hilos de trigo...

–¿Qué opina del embalse de Valdecaballeros?

–Se hizo pensando en que iba a haber una central nuclear y, como al final no se hizo, ahora lo que quieren es tirarlo. ¡No hombre, no! Si está ahí déjalo en paz, que por lo menos da agua a las tres poblaciones que lo rodean. Pero claro, hoy en día cualquier cosa la hacen política...

–¿Y Doñana?

–No se debe sacar agua simplemente para fastidiar a Doñana. Pero fuera de Doñana hay sitios en los que los regantes pueden aprovecharla, que es lo que se ha propuesto. Hay agricultores que no pueden poner regadío porque no hay agua, pero se puede sacar sin perjudicar al coto de Doñana, donde, por cierto, estuve varias veces trabajando con el ICONA [Instituto para la Conservación de la Naturaleza].

–¿Qué opina usted del cambio climático?

–El cambio climático siempre existe. Desde este momento a dentro de una hora, el clima cambia [risas]. ¡Es una tontería eso del cambio climático! Es verdad que influimos, sobre todo localmente, en el medio ambiente, pero lo que dicen algunos partidos políticos son barbaridades. Lo que pasan son las mismas cosas naturales de siempre, más o menos agudizadas. Puede ser que disminuya el nivel del mar o que se invadan superficies marítimas, pero en períodos de 100 años, no de la noche a la mañana. Hay que ser riguroso y decir las cosas de verdad. Y lo que no se sepa, decir: «no se sabe».

Usted fue también miembro del consejo de redacción del Ya durante 18 años. ¿Cómo cree que ha cambiado el periodismo?

–Pues ha cambiado mucho porque internet lo ha revolucionado, empezando por lo que se ve aquí [en la redacción de El Debate]. Eso es muy difícil de comprender, es muy distinto al periodismo de entonces, donde iban los plumillas al Congreso de los Diputados o donde fuera. El periodismo lo he vivido también a través muchos artículos de colaboración del periódico Hoy, que entonces era de la Editorial Católica. Antes el periodismo era menos exigente y ahora todo se lo lleva la técnica en la carrera.

–Como extremeño, ¿cómo cree que está ahora su región?

–Extremadura, por el predominio de la agricultura, hizo que estuviera muy apagada. Curando en el 52 sale el Plan de Badajoz, ven una cosa nueva que no había existido nunca y le ha dado una infraestructura hidráulica a la región que no tenía. Hay muchas cosas que siguen muy mal, como el tren, porque no lo han puesto bien y lo que han llevado, falla. No se puede comparar la Extremadura de hoy con la de los años 40.

Extremadura siempre ha tenido defecto de información publicada sobre ella. Se ha mejorado bastante y han hecho mucho los periodistas de Cáceres y de Badajoz, pero al no tener enlaces en Madrid, pasa lo que pasa.