Respirar nos cuesta a los humanos menos energía que hace 30 años
Para el trabajo, se analizaron mediciones recogidas desde la década de 1980 sobre el gasto energético de más de 4500 adultos de Europa y Estados Unidos
La energía utilizada por los humanos para ejecutar funciones corporales básicas como respirar ha disminuido en los últimos 30 años, según un informe emitido por un grupo de científicos y expertos del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) perteneciente a la ONU. Al contrario de lo que esperaban, los investigadores descubrieron que no se debe a la reducción del gasto de actividad física, sino a la disminución de gasto basal.
El gasto basal es la energía empleada para las funciones corporales básicas, como la respiración y la circulación. Este gasto, combinado con el que se usa para las actividades del día a día, conforman el gasto energético total.
Los resultados ayudan a entender cómo la ingesta de alimentos contribuye a la obesidad, una condición que puede disminuir la calidad de vida y contribuir a la aparición de diversas enfermedades. Considerada ya una epidemia que crece cada día, tiene lugar cuando la ingesta de energía es superior al gasto energético de una persona.
Según los autores, hasta ahora se había asumido que la obesidad era causada por estilos de vida cada vez más sedentarios, en el que ha disminuido considerablemente la actividad física y, por el contrario, ha aumentado la ingesta de alimentos.
Para recolectar los datos en su estudio, los científicos utilizaron agua que contiene dos isótopos estables, el hidrógeno-2 y el oxígeno-18, y así determinar la cantidad de energía que ha gastado una persona o, en otras palabras, cuántas calorías ha quemado.
Cada participante consume una dosis de agua doblemente marcada antes de reanudar sus actividades normales. A continuación, se recogen muestras de orina durante un periodo de 10 a 14 días para determinar la rapidez con la que los dos isótopos abandonan el organismo. Calculando la velocidad a la que se eliminan estos isótopos, se puede estimar la cantidad de dióxido de carbono producida, cifra que está relacionada con el gasto energético.
Para el trabajo, se analizaron mediciones recogidas desde la década de 1980 sobre el gasto energético de más de 4500 adultos de Europa y Estados Unidos, lo que permitió a los investigadores descubrir que el gasto energético total ha disminuido desde la década de 1990 en torno a un 7,7 por ciento en los hombres y un 5,6 por ciento en las mujeres.