Lucha por la vida
Los médicos se niegan a registrarse en las listas de objetores: «Es una caza de brujas»
Esta regulación busca asegurar jurídicamente la posición de los médicos o profesionales sanitarios que quieren practicar la cultura de la muerte
Castilla-La Mancha, Andalucía, Castilla y León... son muchas las comunidades autónomas que aseguran que, a pesar de no haber recibido algunas la carta de la ministra de Igualdad, Irene Montero, cumplirán la ley del aborto aunque respetarán la objeción de conciencia de los médicos que se nieguen por principios éticos a realizar esta controvertida práctica que mató en el año 2021 –según las últimas cifras– a 90.189 bebés.
Independientemente de las decisiones que tomen los Gobiernos de las comunidades autónomas, los facultativos no están a favor de una de las medidas más polémicas que impuso Montero, las 'listas negras' de objetores para señalar a todos los que no quieran acabar con la vida de los bebés aún no nacidos.
Otra de las leyes que trata de abolir la libertad de los médicos es la ley de la eutanasia aprobada en el 2021 por la exministra de Sanidad, Carolina Darias. Con estas dos leyes, las dos políticas pretenden poner trabas la objeción frente al aborto, lo que los sanitarios objetores tachan de «caza de brujas».
Manuel Martínez-Sellés, cardiólogo, catedrático universitario y presidente del Colegio de Médicos de Madrid, considera que la objeción de conciencia es un derecho fundamental reconocido internacionalmente en la Carta Europea de Derechos Humanos y garantizado en la Constitución española. En ese sentido, y siguiendo la vía legal, «ninguna normativa» puede regularlo y mucho menos «limitarlo».
En este sentido, y con la finalidad de proteger a los facultativos, el Tribunal Constitucional ha declarado que la objeción de conciencia «no exige de regulación jurídica específica de cara a poder ser reconocida», puesto que es una «manifestación de la libertad».
Lo mismo piensa Eva María Martín, presidenta de la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia (Andoc) y objetora ella misma. La doctora aseguró a este medio en el mes de abril que nadie le va a obligar a hacer algo que va «en lo más profundo» de su conciencia, y en lo más profundo de su ser como persona.
Existen aproximadamente 9.000 médicos objetores apuntados al registro, pero la realidad es que hay «miles más»Presidenta de la Asociación Nacional para la Defensa del Derecho a la Objeción de Conciencia
Esta lista, tal y como apuntó la presidenta, busca «asegurar jurídicamente la posición» de los médicos o profesionales sanitarios que quieren practicar la cultura de la muerte. En este sentido, ninguna de las dos leyes permite sancionar a ningún facultativo que acabe con la vida de una persona. Es decir, se blinda su posición, pero «meten dentro de un cajón» a todos los expertos que no estén dispuestos a participar.
Actualmente, existen aproximadamente 9.000 médicos objetores apuntados al registro, pero la realidad es que hay «miles más». Los profesionales que no están apuntados a estas 'listas negras' es porque «corren riesgos». Esto puede llegar a ser «una caza de brujas por parte de la administración», denunció Martín.
Por otro lado, el médico anestesista y secretario general del Colegio Oficial de Médicos de Toledo desde 2009 a 2017, Juan José García, asegura que es un derecho fundamental. La objeción de conciencia no es otra que la postura que ha mantenido «desde siempre» el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos de España, recalca el facultativo de Castilla-La Mancha.
Siguiendo la misma línea que García, Martínez-Selles, recuerda que el código deontológico médico vigente «garantiza la objeción de conciencia» para que los médicos puedan ejercer su profesión con plena libertad. Además, el Comité de Bioética publicó el pasado mes de junio un informe que declaró la fundamental inviolabilidad de este Derecho, recalca el presidente del mayor colegio profesional de toda España.
Chano Vidan, el presidente del Colegio de Médicos de La Coruña, afirma que modificar algo que tiene que ver con la conciencia de una persona y un profesional «no es buena idea», ya que la objeción de cualquier profesional a hacer una actividad o práctica «es sagrada» y, por tanto, «intocable».