Expertos alertan del futuro de la ley trans: «El mayor perjuicio es el daño irreparable causado»

El planteamiento y la posterior aprobación de la ley trans, una de las normas cuya elaboración se ha extendido más en el tiempo en toda la historia de la democracia española, ha dividido a España. El mayor perjuicio de esta norma es el «daño irreparable causado a las personas», especialmente las más vulnerables social y psicológicamente. Esta es la idea que defiende el último informe Transexualidad y la ley trans en España publicado por la Fundación Disenso.

La investigación, escrita por la doctora en Humanidades y profesora de Antropología en la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona, Teresa Pueyo-Toquero, divide en 10 capítulos el análisis que busca advertir que la transexualidad, que hasta ahora «se limita al cambio entre hombre y mujer y viceversa», se convertirá en «un posthumanismo, en el que la voluntad será la única medida de lo posible».

La teoría 'queer', un nivel más radical

Una de las razones por las que la tramitación de esta controvertida norma se ha ralentizado ha sido por la discrepancia de los distintos enfoques feministas. Estas diferencias son consecuencia de la «inestabilidad del fundamento» que comparten todos los feminismos: la teoría de género «niega la existencia de una realidad biológica objetiva» que condiciona la sexualidad y sostiene que toda realidad sexual es una construcción de la voluntad.

Uno de los puntos más destacados por la autora apunta que, en contra de lo que sostienen «muchas feministas radicales», la teoría queer es un paso de la teoría feminista «cuyos presupuestos lleva un poco más lejos». En este sentido, el feminismo radical propuso la «deconstrucción del cuerpo de la mujer mediante la anticoncepción y el aborto».

Siguiendo en esa línea, pero con un enfoque más estricto, la teoría queer lleva esa deconstrucción a «un nivel más radical», ya que ha sugerido «la transformación de los órganos sexuales en sí mismos y no solo de sus funciones».

Entre hombres y mujeres

Otro de los puntos más criticados ha sido el reconocimiento que la ley del Ministerio de Igualdad da a las personas intersexuales que, según José Errasti y Marino Pérez, son parte de «un supuesto continuo o espectro situado entre los varones y las mujeres».

La teoría queer que inspira esta ley, tal y como reconoce el informe de la fundación, sostiene que «el sexo es un continuo bimodal, en cuyos extremos está el hombre y la mujer». Por lo tanto, y siguiendo el análisis, «los intersexuales no existen», puesto que cuestionar que la especia humana sea binaria es algo así como «cuestionar que la especie humana sea bípeda».

La teoría de la intersexualidad ha sido muy influenciada por Anne Fausto-Sterling, una bióloga que defiende que machos y hembras se sitúan en «extremos de un continuo biológico», pero «hay muchos otros cuerpos». Este estudio lo reflexionó en su obra Cuerpos sexuados, donde determinó que un 1,7 % de las personas son intersexuales. Esta cifra es el resultado de sumar «una serie de condiciones o anomalías cromosómicas», como el síndrome de Turner o agénesis vaginal.

Por otro lado, y no de acuerdo con las palabras de la bióloga, Leonard Sax, médico y psicólogo, asegura que «la sexualidad humana es una dicotomía, no un continuo». Por ello, más del 99,98 % de los humanos son masculinos o femeninos.

Autodeterminación y sanciones

El Consejo de Ministros, a pesar de las controversias entre los ciudadanos y los partidos políticos, dio luz verde a la polémica ley trans el pasado 16 de febrero. Se trata de una norma que permite la libre autodeterminación de género desde los 16 años sin consentimiento paterno y que además castiga aquellas personas que no siguen los deseos de Montero.

Es decir, reconoce el derecho a cambiar el nombre y la mención relativa al sexo en el Registro Civil, sin necesidad de presentar informes médicos ni tratamientos hormonales, como se exigía hasta ahora en la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas.

El procedimiento, que se recoge en el artículo 44, es sencillo. La persona que así lo desee deberá solicitar el cambio ante un encargado del Registro Civil y rellenar un formulario en el que manifieste su disconformidad con el sexo que consta en sus documentos. Pasados tres meses, se volverá a convocar al solicitante para que reafirme su petición y, en el plazo de un mes más, se procederá al cambio.

La novedad de esta ley es que la autodeterminación de género, tal y como apunta el informe, se convierte «en algo absolutamente subjetivo», al prescindir de la intervención de los profesionales piscosanitarios y dejar de lado el consentimiento de los padres.

Además, el denominado Proyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI detalla una tabla de infracciones y sanciones para castigar a toda aquella persona que no siga los controvertidos puntos de la ley. Las infracciones en materia de igualdad de trato y no discriminación por orientación sexual se clasifican como leves, graves y muy graves y van desde los 200 a los 150.000 euros.

Los menores de edad

La cuestión de la transexualidad es más grave en el caso de los menores de edad, por su falta de madurez, su incapacidad para tomar decisiones. Por este motivo, explica Pueyo-Toquero, los sistemas legales establecen una edad mínima para tener capacidad de obrar legalmente en algunas cuestiones: para votar, para firmar contratos, para casarse, para trabajar, etc.

Las redes sociales tienen mucho que ver. Numerosos autores sostienen que la mayor parte de los jóvenes que se declaran trans lo hacen «confundidos por la crisis de identidad propia» de la adolescencia e influenciados por la moda trans en redes sociales y series de televisión.

En este contexto, el consumo desbocado de contenido digital por parte de adolescentes les impide una relación orgánica y verdadera con la realidad, que les permita madurar su identidad.

Consulte aquí el informe completo.