Psicólogos analizan el comportamiento de Sánchez en 'El Hormiguero': «Tiene un grado de narcisismo»
Dos profesionales clínicos y de la comunicación no verbal explican a El Debate cómo se comportó el presidente del Gobierno en el programa de Antena 3
«Narcisista», «seductor» y «vanidoso» son tres de los rasgos de Pedro Sánchez que no pasan desapercibidos, según varios expertos en psicología que analizaron el perfil que el presidente del Gobierno de España mostró ayer en el programa de El Hormiguero, que nos dejó momentos de máximo narcisismo como su convencimiento de «ganar las elecciones».
El presidente colgó el uniforme en la Moncloa y se colocó una camisa vaquera informal para mostrar su lado más «cercano». Remangada y mostrando una pulsera LGTBI, Sánchez, según el psicólogo Sergio García, quiso dar una impresión lozana y despreocupada. Por lo tanto, se vio a un presidente que pretendía captar la atención de Pablo Motos y de la audiencia.
Por otro lado, Amable Cima, psicólogo clínico y profesor de Psicología en la Universidad CEU-San Pablo, argumenta que tanto la escenografía, como su vestimenta informal y la la pulsera «iba vestido entre muchas cosas de progre, porque estaba hablando para su parroquia».
A partir de ahí se desenvuelve y hay una controversia en la manera de tratarse entre ellos, se utiliza el 'usted' y el 'tú'. El presentador se dirigía al presidente aún de una manera cordial y educada, mientras Sánchez empleaba un vocabulario más coloquial. Después, cuando el dirigente ya había ganado terreno y estaba en un ambiente cómodo, fue metiendo todo su discurso político dentro de un programa de máxima audiencia.
Según el psicólogo Sergio García, el secretario general del PSOE «se desenvolvió bien y aportó un enfoque cercano», ya que le gusta darse cuenta de conocer, hablar de sí mismo y «defender sus ideas». Sin embargo, asegura el experto en materia, El Hormiguero fue un espacio en el cual se pudo extender tanto como él quería.
Siguiendo el hilo, Cima afirma que el lenguaje no verbal, que es el que empleó para acaparar todo el espacio físico en la entrevista, «fue impactante». En este caso, lo que hizo para llamar la atención fue echar el cuerpo hacia delante, abrir las manos –ocupando todo el campo– y dejar a al entrevistador en un segundo plano, «como si fuese alguien inferior». Es decir, intentó acaparar el lugar que siempre tiene.
El presidente tenía una autoestima muy potente desde el punto de vista personal y políticoPsicólogo clínico y profesor de Psicología en la Universidad CEU-San Pablo
Tras ver el programa –que contó con un 22,8 % de cuota de pantalla y 2.922.000 espectadores– García también hace referencia a su imagen altiva, y que busca poder y prestigio, ya que «da mucha importancia a su imagen, a su porte y su presencia». De hecho, prosigue, en algún momento, puede mostrar «cierta vanidad».
Además, según el punto de vista del profesor del CEU, se vio que el presidente tenía «una autoestima muy potente desde el punto de vista personal y político». Esta capacidad en la política consiste en «yo tengo razón, aunque tú me digas que no lo tengo».
Esto se percibió con la pregunta que le hicieron sobre Irene Montero y su Ley del solo sí es sí. El presidente no fue capaz de responder, había un cálculo político que él supo transformar verbalmente en «una decisión difícil de tomar». Sin embargo, explica con certeza Cima, él sabía que «se rompería la coalición» y que a día de hoy aún «hay una parte de todo eso que no puedes tocar y es Podemos»
«Necesidad de captar la atención»
Mientras el presentador estaba rígido y serio –algo inusual–, el jefe del Ejecutivo se mostró «muy desenvuelto». Esto se veía en la gesticulación de las manos. Esta comunicación no verbal, asegura el psicólogo, tenía mucho que ver «con el discurso que estaba dando» y su necesidad de «agrandar sus palabras y captar la atención».
No solo tuvieron importancia las manos, el secretario general del PSOE no apartaba la mirada del presentador valenciano con la intención de «seducirle» e intentar introducir su discurso de una manera un poco agresiva. «Quizá había un exceso de mirada porque se quería hacer con el presentador», asegura García.
Otra de las cosas que le ocurrió durante el monólogo de hora y cuarto es que confundió las ideas con las opiniones. El dirigente del PSOE piensa que «las opiniones valen como una idea y no es así», por eso mezcló los conocimientos de filosofía política y de manejo por parte de sus asesores. Si esto lo junta con su lenguaje no verbal que es «yo soy guapo, hablo inglés y soy alto», aparece un problema y es que, «aunque no está mal que se lo crea» si lo es que lo utilice como modelo de funcionamiento, asegura el profesional del CEU.
Tampoco pasó desapercibida la sonrisa abundante y «de disfrute» del entrevistado. «Es interesante este punto», sostiene el profesional, porque al igual que otros políticos «poseen morcillas para que les dé tiempo a pensar entre una pregunta y una respuesta», la forma de actuar de Sánchez es diferente. Si alguna vez ha visto al mandatario en público, cuando está unos segundos reflexionando siempre sonríe. De tal manera, asevera el experto, consigue que el público «no crea que no sabe responder, sino que forma parte de su propio lenguaje».
«Esa entrevista estaba muy preparada», comenta García, «era una cosa inusual», ya que en siete años no había pisado el plató de uno de los programas con más audiencia. Esto ocurrió porque, según comentó altivo, estaba esperando al programa número 1.879 porque ese año «se fundó el PSOE». Sin embargo, «pareció espontáneo», explica el experto, porque tiene asesores detrás y él «se deja asesorar».
Todo político tiene un grado de narcisismo porque necesita defender sus ideasPsicólogo
Esto se ve, apunta el psicólogo clínico, en la idea que tiene del «derecho a equivocarse» y «cambiar de opinión». Él ya sabía lo que iba a contar, afirma, por lo que argumentario de «tener el mismo derecho que los demás a equivocarse y a cambiar de opinión, pero no mentir», es el mismo de siempre, porque «como se acusa mucho de mentir y de cambiar de opinión», está perfectamente preparado para dar «un discurso a sus votantes y a los que quiere acaparar de Sumar y de Podemos».
Tampoco se olvidó el jefe del Ejecutivo del lado narcisista que saca cada vez que aparece en pantalla. Para el psicólogo esto no es nuevo, ya que todo político «tiene un grado de narcisismo porque necesita defender sus ideas». En cambio, el actual se lleva la medalla, puesto que este rasgo puede ser algo más «exacerbado», porque es fácilmente reconocible, concluye el experto.