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El secretario general de la ONU, Antonio GuterresEFE

Un paso más hacia el control de la comunicación global

La UE se suma a la cruzada de la ONU contra el delito de odio (menos si eres creyente cristiano)

El secretario general de Naciones Unidas impulsa su guerra particular en redes sociales contra comportamientos considerados como «peligrosos»

«En respuesta al alarmante aumento de la xenofobia, el racismo y la intolerancia, la misoginia violenta, el antisemitismo y el odio antimusulmán en todo el mundo, el secretario general Antonio Guterres lanzó el 18 de junio la Estrategia y Plan de Acción de las Naciones Unidas contra el discurso de odio». Así comienza la página web de la ONU dedicada a presentar esta cruzada encabezada por Guterres dentro de la Oficina para la prevención del genocidio y de la responsabilidad para proteger (sic).

El mensaje anterior es un mensaje que cualquiera podría escuchar en espacios internacionales, y con más seguridad en ámbitos occidentales. Evitar que determinados comportamientos violentos, o que inciten a la violencia, calen en nuestras sociedades es un objetivo legítimo y loable. Proclamar la paz y entendimiento entre los pueblos es la base del mensaje cristiano. Y es, precisamente por esto, por lo que el mensaje de Naciones Unidas chirría cuando se estudia a fondo.

Según se entiende al leer los comunicados de la ONU en este sentido, solo preocupa la expansión del odio contra dos de las tres religiones monoteístas: el islam y el judaísmo. No existe una sola mención al cristianismo, a la persecución que sufren los cristianos por todo el mundo por razones de fe ni a la violencia que sufren. Esto llama mucho más la atención si se tiene en cuenta que los cristianos son el colectivo religioso más perseguido del mundo. Y con gran diferencia respecto a los otros dos.

La persecución a los cristianos, en cifras

La asociación Puertas Abiertas es una ONG cuyo cometido es registrar los ataques a cristianos en todo el mundo. Realiza una lista anual de los 50 países donde esta persecución se realiza con más ahínco. La gran mayoría se encuentran en África y en el sur de Asia, pero cuatro de ellos se encuentran en América. Estos son México, Colombia, Nicaragua y Cuba. Estos cuatro países tienen gobiernos de izquierda de marcado carácter anticristiano.

Los datos son preocupantes y van en aumento. En 2022, 5.621 cristianos fueron asesinados, 5.269 secuestrados y 2.110 edificios religiosos fueron atacados o destruidos. A nivel global, 360 millones son perseguidos activamente por parte de organizaciones terroristas o gobiernos. En términos absolutos, uno de cada siete es perseguido; uno de cada cinco es perseguido en África; dos de cada cinco en Asia y uno de cada 15 en Hispanoamérica.

¿Qué se persigue?

Para Guterres, «las redes sociales proporcionan un megáfono global para el odio». «Una página web dudosa o un post anónimo pueden poner en tela de juicio décadas, incluso siglos, de trabajo, pensamiento, estudio y análisis cuidadoso por parte de científicos, historiadores u otros expertos», argumentó.

Que las noticias falsas (fake news, como se las conoce en inglés) han aumentado con la digitalización es un hecho. Que el funcionamiento del mundo digital favorece el consumo de este tipo de contenidos, también. El problema legal surge a la hora de cuadrar la censura en redes sociales con la libertad de expresión, derecho fundamental en los DD.HH. y en las principales constituciones del mundo.

A raíz de esta lucha contra las noticias falsas, en los últimos años han surgido una serie de empresas dedicadas a la comprobación de datos. Son las conocidas como fact-checkers. En la práctica, estas empresas como Maldita.es o Newtral en España tienen el monopolio en este campo al ser designadas como oficiales por parte de plataformas como Meta. Y con esto surge la duda: ¿quién controla al controlador? Cualquiera puede comprobar cómo verifican más a unos que a otros en función de la ideología o la línea editorial. Por otro lado, su credibilidad ha quedado en entredicho ante comprobaciones de parte que se han demostrado radicalmente falsas.

La campaña de Guterres tiene ya su traducción a nivel europeo. El próximo 25 de agosto la Unión Europea pondrá en marcha la censura en redes sociales bajo la misma premisa: la incitación al odio y los discursos violentos. La intención es loable, pero si no se pretende proteger a los cristianos no se hace por humanidad ni por el respeto a la dignidad humana, sino por motivos ideológicos concretos que demuestran la clara aversión a la herencia cristiana de Occidente y lo que supone en la historia.

Surgen dudas cuando la misma definición de delito de odio se amplía a cada vez más campos. No desear que ondee la bandera LGTBI en edificios institucionales, en clara violación de la legalidad vigente, es delito de odio. Defender la familia natural es delito de odio. Defender la biología, y la existencia exclusiva de dos sexos, es delito de odio. Defender las identidades nacionales y los Estados-nación frente a los envites de instituciones internacionales es delito de odio. Desear la integración de la inmigración a los países de acogidas es delito de odio. Y así, ad eternum.