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En Bélgica han pasado de 235 eutanasias en 2003 a 2.966 en 2022One of Us

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La eutanasia en Bélgica no es el camino a seguir: casi 30.000 muertes en 20 años, incluyendo niños

El país sufre la pendiente resbaladiza al aumentar los casos anualmente. La ley se amplió en 2014 para aplicarla sin restricciones de edad

Bélgica es uno de los primeros países europeos en convertir la eutanasia en un derecho junto a Países Bajos y Suiza. España se sumó a esta lista durante la pandemia y a pocos días de las vacaciones de Navidad, acortando así los plazos para debate parlamentario y social.

Y aquí radica la diferencia a la hora de legislar entre los dos países. En Bélgica sí hubo un verdadero debate a nivel nacional; en España se hurtó a la ciudadanía la posibilidad de participar públicamente en discusiones sobre algo tan delicado como es acabar con la vida de un tercero, sea el argumento que sea. Por aquellos días, el consenso mediático era total, apenas se daba voz a los que proponían otro tipo de salidas como los cuidados paliativos y, en no pocas ocasiones, se tildaba de «inhumanos» a aquellos que quieren defender la vida desde su concepción hasta la muerte natural.

El utilitarismo imperante ha ganado terreno en la mente de los occidentales hasta el punto de considerar la vida como algo valioso en tanto en cuanto se es «útil». Los ejemplos que suelen utilizarse para justificar este tipo de prácticas en Bélgica son semejantes a los vistos en España. Es un hecho que son casos reales que nadie pone en duda: enfermos de esclerosis múltiple, con fallos orgánicos fatales o con enfermedades mentales extremas. Lo que no existe en ninguno de los casos es una ley de cuidados paliativos que sirva como última estación.

Una de las razones para esto es económica. El coste de los cuidados paliativos anuales de un solo enfermo se sitúa en torno a los 50.000 euros. Esta cifra varía en función de la gravedad del enfermo. En cambio, el coste de la inyección letal se encuentra en una percha entre los 250 y 600 euros. Así como el aborto es un negocio muy lucrativo, la eutanasia se está convirtiendo también en lo mismo. Como ejemplo valga esta página web en la que cualquiera puede conseguir Pentobarbital Nembutal o cianuro de potasio a golpe de clic.

La temida pendiente resbaladiza

Bélgica es el segundo país del mundo en despenalizar la eutanasia para menores y adolescentes, después de Países Bajos. La influencia holandesa se hace notar en la parte flamenca del país ya que tres de cada cuatro eutanasias se aplican en esta región que hace frontera entre ambas naciones (74,3 % frente a 25,7 %). Según datos de 2021, las enfermedades que originaron las peticiones fueron en primer lugar distintos tipos de cáncer (62,8 % de los casos), seguidas de la combinación de distintas patologías susceptibles de llevar a un fallo orgánico (17,7 %).

Por mucho que asociaciones en favor de la eutanasia nieguen la existencia de la pendiente resbaladiza –un aumento progresivo de los casos a medida que transcurre el tiempo desde su aprobación–, los datos son innegables. Poco después de la legislación había sólo unos cientos de peticiones al año. Actualmente, hay más de 2.400 casos oficialmente registrados. La tendencia va en aumento.

Según los datos publicados el pasado marzo de 2022 por la Comisión Federal de Control y Evaluación de la Eutanasia, 2.699 personas fueron asistidas para terminar con su vida en 2021, un aumento del 10,39 % con respecto al año precedente. Por edades, el 67,8 % tenía más de 70 años y el 40,2 % más de 80 años.

Casos sonados muy preocupantes

En 2014, Bélgica modificó su legislación para que se aplicara también la eutanasia a menores y adolescentes bajo las mismas causas. En Países Bajos la edad mínima es 12 años.

Fue en 2018 cuando dos niños, uno de nueve y otro de 11 años, acabaron con su vida por «extremo sufrimiento», según se justificó. Este procedimiento se permite única y exclusivamente cuando el menor tiene «plena capacidad de discernimiento». Surge la legítima duda de por qué para unos casos la mayoría de edad son 18 años y para otros, como pedir la eutanasia, no. Y esto se expande a otros campos como el de la hormonación de menores.

Otro caso que trascendió el ámbito nacional y que llegó al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo fue el de Tom Mortier. En 2012, la madre de Mortier fue eutanasiada a la edad de 64 años por recomendación de su psiquiatra ya que, según argumentó, «sufría una depresión intratable». Lo que preocupa no es soló el poder que se otorga un médico a así mismo para acabar con la vida de un enfermo, sino el hecho de que su hijo no fuera informado en ningún momento de lo que estaba ocurriendo. A Tom se le comunicó la eutanasia de su madre un día después de acabar con su vida. No pudo nunca despedirse de ella ni hacer nada para evitar su muerte.