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El exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, durante una sesión este pasado domingo.

El exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, durante una sesión este pasado domingoAFP

Encuentro en Dubái

El desacuerdo entre EU y EE.UU. por las ayudas climáticas podría echar por la borda sus objetivos en la COP28

Ambas potencias no llegan en su mejor momento para hacer presión conjunta al resto de países que asisten estos días a la cumbre del clima

Hace tiempo que se lleva hablando de la intención de conseguir un calendario para poner fin a los combustibles fósiles en la COP28 pero será imposible conseguirlo si la UE y Estados Unidos llegan enfrentados porque potencias como China lo tendrán más fácil para escapar de las presiones.

Pero no es solo China. En un reciente foro auspiciado por la Fundación Naturgy, diversos expertos sobre materias primas y energía se dieron cita para hablar del futuro del planeta ante el reto del cambio climático.

Todos, sin excepción, reconocieron que hay un problema de credibilidad: «tenemos un emperador que quiere hacer una fiesta en 2030, pero que no entiende que dos terceras partes del mundo no se creen los objetivos de desarrollo sostenible» porque «vamos con la superioridad moral y no entendemos lo hipócritas que estamos siendo», señaló Mariano Marzo Carpio, catedrático emérito de la Universidad de Barcelona en la Facultad de Ciencias de la Tierra.

El emperador desnudo está ahí pero Occidente se niega a verlo. Será mucho más difícil convencer al resto de países si ni siquiera los dos principales valedores de la economía verde se entienden entre sí.

Antes de inaugurarse la COP28 la pasada semana, el comisario de clima de la UE, Wopke Hoekstra (sustituto del holandés Frans Timmermans), declaró que la Unión estaba «lista para anunciar una contribución financiera sustancial» a un fondo que pretende crearse para reparar los daños como consecuencia del cambio climático.

Washington se mostró cauto días antes ante esa posibilidad. La administración Biden quiere ir con pies de cemente en adelante porque el año que viene se celebran elecciones presidenciales y no quiere dar una sola oportunidad a Trump para atacarle. Gastar dinero público en un fondo contra daños por el clima no parece la mejor idea en este momento.

Esta disputa no es nueva. Desde hace años los países más ricos y contaminantes compran la cuota de contaminación de países más pobres y menos contaminantes. Voces críticas señalan que las consecuencias las sufren más los pequeños que los grandes, de ahí que surgiera la idea de un fondo reparatorio.

Negociaciones en la cuerda floja

La grieta entre EE.UU. y EU en esta materia han dañado de inicio las negociaciones con China o Arabia Saudí al respecto de las emisiones y la producción. Pocos ven factible que los principales productores de petróleo decidan partirse las piernas económicamente hablando a cambio de una nueva energía que no acaba de llegar. Su principal fuente de ingresos es el oro negro.

Por un lado, China y Rusia necesitan reenfocar sus mercados, especialmente los segundos. No es momento para idear un mundo nuevo con energías nuevas, que no quita que no se estén preparando para ello. La diferencia entre Occidente y el resto del mundo es que unos quieren que la transición se haga cuanto antes, otros prefieren un sistema mixto que permita un crecimiento real a los países menos desarrollados.

El fondo de reparaciones serviría para convencer a los más pequeños de que hay una intención real de proteger el planeta. Por el momento se entiende más como un negocio y una manera de dejar fuera de juego a los menos competentes. Esto China lo sabe y juega la carta diplomática como protector de los más desfavorecidos frente a un Occidente depredador.

El enviado de Estados Unidos para el clima, John Kerry, señaló en un evento hace dos semanas que estaba «seguro» de que Washington contribuiría con «varios millones», aunque no despejó las dudas sobre el cuándo.

Por el lado europeo, la apuesta por la diplomacia verde es clara y no van a esperar a Estados Unidos. Puede que las dudas estadounidenses creen un vacío que Bruselas decida ocupar y asumir el liderazgo climático mundial. Se desconoce si eso sirve de algo económicamente hablando.

Lo que sí está claro es la apuesta por la producción cuasi total basada en energías limpias. Si la Unión llegara a ser competente con ese sistema energético, convencería a muchos países hoy escépticos ante las dudas de los principales promotores.

La COP28 termina el próximo 12 de diciembre. Veremos si Occidente es capaz de convencer o estaremos ante una nueva oportunidad perdida.

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