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La Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación

La Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigaciónEFE

Qué es la estafa nigeriana, el engaño en el que cayeron las mujeres de Morata de Tajuña

Se dirigen a personas de avanzada edad, porque son menos conscientes de los riesgos de internet y, además, tienen más dinero ahorrado.

El pasado jueves, las fuerzas de seguridad hallaron en Morata de Tajuña (Madrid) los cadáveres de tres hermanos de avanzada edad en su domicilio. Hacía más de un mes que ningún vecino veía a Pepe, Amelia y Ángela, tras la preocupación generalizada, alertaron al alcalde. Cuando entraron en la casa vieron que los cuerpos presentaban signos de violencia. Los indicios apuntaron en una sola dirección: un posible ajuste de cuentas por las deudas que habían contraído estos familiares con algunos conocidos por una presunta estafa amorosa, más conocida como estafa nigeriana.

Edward y Michael no eran los hombres que decían ser y tampoco existían. Simplemente, son dos personas que se dedican a estafar a través de internet. Se sabía en el pueblo que tanto Amelia como Ángeles mantenían, tal y como ellas comentaban, un romance con dos militares estadounidenses destinados en Afganistán, a quienes enviaron miles de euros. Situación que les llevó a la ruina.

Eso las llevó a pedir dinero prestado a sus allegados, a sus vecinos y a todo aquel que quisiera ayudarles, por que así podían seguir cumpliendo con las exigencias económicas de sus novios virtuales, quienes prometían compartir con ellas una millonaria herencia. Procedimiento habitual que siguen estos estafadores.

Según Blanca Frías, presidenta de Asociación Nacional Contra la Estafa con Manipulación Emocional (ANCEME), este engaño comienza cuando los estafadores se ganan la confianza de las víctimas, haciéndoles creer que mantienen una relación sentimental. Tras esto, comienzan a pedirles dinero. En muchas ocasiones recurren a préstamos.

Aunque no existe un perfil tipo de las personas que pueden ser víctimas de una estafa del amor, sí que hay características que las hacen más vulnerables, como la edad o los problemas emocionales. Eso lo saben bien los estafadores, asegura Frías a Efe, y por ello buscan perfiles de personas solitarias, viudas, divorciadas o que sufran enfermedades como la depresión. Los tres hermanos vivían juntos y Pepe, el menor, era necesitado de atención debido a su discapacidad.

También se dirigen a personas de avanzada edad, porque son menos conscientes de los riesgos de internet y, además, tienen más dinero ahorrado. De hecho, muchos de los estafadores del amor, añade la presidenta de la asociación, retuercen la psicología para enganchar a sus víctimas hasta que llega el momento de la verdad: las transferencias económicas.

Engaño en tres actos

Una vez han identificado a sus potenciales objetivos, el método empleado por estos estafadores comienza con el bombardeo de mensajes engatusadores como los que recibía Ángeles en su cuenta de Facebook. La mujer en enero de 2021 recibió una notificación en su móvil, era un hombre que se hacía llamar Michael Sanford y que le escribió: «Me asombró la increíble belleza con la que Dios te creó. Me gustaría tenerte como amigo. Tengo muchas ganas de saber más acerca de este hermoso ángel»

El romanticismo poco a poco se va intercalando con confidencias sobre problemas personales y económicos. Y ahí empiezan de las solicitudes de dinero. Aunque Frías calcula que no suelen pasar de los 70.000 euros, amigos de la familia aseguran que las hermanas enviaron 400.000.

Uno de los ganchos habituales, incide la presidenta de ANCEME, suele ser una herencia como la que Edward, quien se presentaba con una fotografía del excomandante de la OTAN Wesley Clark, supuestamente prometió a Amelia.

Le dijo que un compañero suyo del ejército había fallecido y él iba a ser el beneficiario de su millonario patrimonio, que compartiría con ella, pero antes necesitaba que le prestase dinero para costear los gastos sucesorios.

Durante todo el proceso, las víctimas sufren ansiedad. Una vez destapado el engaño, llegan los «sentimientos de culpa», los cuadros de «estrés postraumático severos» e, incluso. intentos de suicidio, asegura Frías.

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