Saber de Saberes: la Real Academia de Doctores de España
El compromiso y la experiencia debieran ser sobrados argumentos para que una institución disfrute de una visibilidad sobresaliente
La Real Academia de Doctores de España (RADE) nació en 1922, heredera de la Federación Nacional de Doctores y del Claustro Extraordinario de Doctores de España, creado en 1845. Su domicilio es el icónico edificio de Noviciado, diseñado por Mariátegui y Pascual y Colomer, que alberga el solemne Paraninfo de la Universidad Complutense de Madrid, acabado en 1852 y adornado por motivos universitarios pintados por Espalter. Forman esta corporación un centenar de Académicos de Número, agrupados en 10 Secciones: Teología, Humanidades Derecho, Medicina, Ciencias Experimentales, Farmacia, Ciencias Políticas y de la Economía, Ingeniería, Arquitectura y Bellas Artes, y Veterinaria. Un acreditado colectivo que se entrega a la sociedad con una generosidad que exige ser subrayada.
El compromiso como misión.-La RADE es la proyección institucional del compromiso de los centenares de doctorandos que culminan sus estudios anualmente en España. A caballo entre lo oficial y lo simbólico, uno de sus fines es: «Defender la dignificación del título de Doctor». Esta misión se torna hoy verdaderamente trascendente, por las desafortunadas ausencias de rigor que, aunque excepcionales, han amenazado con deteriorar la imagen del Grado de Doctor. Corresponde prioritariamente a las universidades, directores y tribunales velar por la calidad de las Tesis Doctorales; pero la RADE se mantiene atenta, cual testigo de autoridad moral insobornable, legitimada para defender la dignidad de estos procesos investigadores.
La experiencia como cimiento de progreso.-La RADE ha cumplido un siglo de existencia. Nada en su devenir ha sido fruto de la improvisación, la dejadez científica o la mediocridad. Para mantener impoluta su trayectoria, ha contado con un elenco de mujeres y hombres de contrastada valía en los diversos ámbitos del Saber. Un equipo de perfil poliédrico entregado a: «Fomentar la colaboración con otras Reales Academias, así como con las corporaciones, organismos o instituciones que tengan entre sus fines el estudio, la investigación y la enseñanza». Para construir su prestigio cultural y científico, los Académicos han necesitado largos años de tenacidad. Por ello, la experiencia de cuantos componen la RADE avala la cantidad y calidad de saberes acumulados, como irreemplazables cimientos de progreso.
La relevancia irrenunciable.-El compromiso y la experiencia debieran ser sobrados argumentos para que una institución disfrute de una visibilidad sobresaliente. Desgraciadamente, la RADE no goza todavía del merecido conocimiento, ni reconocimiento social. En ocasiones, es interpretada como una entidad anacrónica o distante. Nada más ajeno a la realidad. Es un craso error confundir su longevo recorrido con el estatismo. Lo cierto es que en su seno late un alma vivaz, impulsada por la energía serena de quienes la nutren, aspirando a: «Promover, por propia iniciativa o a instancias de entes públicos o privados, criterios, iniciativas u opiniones que, por su carácter multidisciplinar, excedan de las competencias específicas de sus diferentes secciones». Invito a quien desconozca esa energía que asista a sus sesiones semanales, que rezuman interdisciplinariedad. El calendario está salpicado de conferencias donde intervienen expertos de temáticas muy diversas; al ser de libre acceso, exteriorizan la voluntad de la RADE de abrirse generosamente al entorno para aportar visiones estimulantes.
La creatividad como seña de identidad.-El psicólogo y educador Csikszentmihalyi sostiene que la creatividad radica en traspasar los límites entre dominios. Por su naturaleza holística, la RADE se sitúa en una inmejorable predisposición para impulsar creatividades. A diferencia de las demás Reales Academias del Instituto de España (al que ojalá un día pueda pertenecer), se decanta por un modelo interdisciplinar, tributario del «Saber de Saberes». Esta cualidad emerge como proclama de transversalidad, fijándose como meta: «Actuar como entidad científica, técnica y cultural, para la coordinación interdisciplinar». Fiel a su secular espíritu, la identidad de la cristaliza paulatinamente como paradigma de modernidad, cosiendo tradición y vanguardia.
La dimensión humana.-La presente alabanza sobre la RADE quedaría incompleta si obviase un rasgo trascendental: la dimensión humana. Muchos de los Académicos suman a su madurez profesional otra vital. Así, los actos y tomas de posesión se convierten en acontecimientos especiales. Un grupo de personas, la mayoría de ellas en situación de jubilación, comparten tiempos y espacios cargados de una vitalidad sorprendente. Encuentros donde decenas de ellas se arropan intelectual y humanamente, en una liturgia cercana a lo fraternal que les ayuda a sentirse poseedoras de una mágica juventud. La RADE es un lugar de élite intelectual, pero también un refugio de honestidad moral, un pequeño rincón del mundo a salvo de intereses espurios. Se respira una atmósfera de sincera amistad. En estos años, jamás he escuchado una voz más alta que otra, a pesar del acentuado carácter que poseen muchos compañeros; al contrario, se percibe una cálida complicidad, desprovista de toda presunción.
Confío en que estas palabras de un humilde Académico, pero orgulloso de pertenecer a esta extraordinaria corporación, contribuyan a que su trascendental misión como «Saber de Saberes» sea más valorada por la sociedad a la que se debe.
- Pablo Campos Calvo-Sotelo es académico RADE y Catedrático USPCEU