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Examen a la gestión de la pandemia del Gobierno de SánchezJJGK

«14 M, el día en que empezamos a vencer»

Sánchez alardea de su gestión de la pandemia, la de las mentiras, la incompetencia y el estado de alarma inconstitucional

El Gobierno presumió de que España era el quinto país del mundo que más test había realizado. Para ello citó un estudio de la Johns Hopkins que no existía. Tampoco había «comité de expertos» y se ha falseado la cifra de muertos

En pleno caso de corrupción del PSOE por la compra de material sanitario, Sánchez ha organizado este miércoles un acto de autohomenaje a su gestión ante la pandemia, que ha titulado «14-M, el día en que empezamos a vencer». Con ese título ensalza el inicio del estado de alarma, que fue declarado inconstitucional por el TC, revés que en una democracia de solera habría forzado su dimisión inmediata.

Un turista alemán ingresado por una neumonía no identificada a finales de enero de 2020 hizo saltar las alarmas al Gobierno español. Días más tarde, Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), compareció ante la prensa para, delante de todos los españoles, decir una de las mentiras que más perjudicó al Ejecutivo de Sánchez: «España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso diagnosticado». Dos meses más tarde, había 94.417 enfermos, 8.189 fallecidos y 49.243 hospitalizaciones.

En febrero, el Ministerio de Sanidad, que dirigía Salvador Illa, se reunió con las comunidades autónomas y trataron de «riesgo moderado» la situación por la que pasaba nuestro país. Tras el encuentro, el misterioso «comité de expertos» que en realidad no existía y que ya empezaba a llevar las riendas de la covid, junto al departamento del Gobierno, aseguraron que el Sistema Nacional de Salud estaba preparado para frenar el virus.

La situación empeoraba, pero el ego del presidente Sánchez le impedía ver la realidad. Tanto, que a día de hoy, cuatro años después de su lamentable gestión, ha participado en un acto de homenaje a la sociedad civil para vanagloriarse de su gestión durante la pandemia por coronavirus. Ha elegido la fecha del aniversario de un estado de alarma por el que ha sido condenado por dos veces por el Tribunal Constitucional.

A finales de febrero y comienzos de marzo de 2020 Italia vivía una situación cada vez estaba más crítica. Los sanitarios alertaban de misteriosos fallecimientos por neumonías que no respondían al tratamiento habitual. Sin embargo, el Gobierno, una vez más, ignoró los avisos. Con miles de contagios y fallecimientos, el dirigente de nuestro país comenzó a mirar con preocupación al vecino mediterráneo a mediados de febrero, pero ya era tarde. Madrid notificó el primer contagio. Mientras Italia cerraba la Lombardía, el Gobierno de España seguía restando importancia a la crisis, porque nada podía empañar el 8-M.

Lejos de afrontar el problema sanitario que comenzaba a tener España, el Ejecutivo de Sánchez autorizó la manifestación masiva del 8-M. Un día después de esta marcha, a la que la exministra de Igualdad, Irene Montero, acudió, Simón defendió que el aumento de casos de coronavirus en Madrid «no se observó hasta el lunes por la mañana». Palabras incongruentes, puesto que después se descubrió que ya había personas con síntomas notables. Sánchez prefirió hacer propaganda a cuidar la salud de los españoles.

El problema cada vez era más notable. Ya se comenzaba a oír algo de la covid en los telediarios. Sin embargo, el Gobierno continuó actuando con normalidad. Tanto que el periodista Lorenzo Milá, que se encontraba en Italia, comunicó en Televisión Española que se extendía «más el alarmismo que los datos». Semanas después, tras un Consejo de Ministros urgente para decidir el futuro de nuestro país, España entera estaba confinada.

Confinamientos inconstitucionales

El 13 de marzo de 2020, Pedro Sánchez compareció ante los medios para comunicar lo que habían estado ocultando. Los casos se habían disparado. El coronavirus había entrado en nuestro país y ya estaba propagado. Por ello, con el fin de proteger «a todos ciudadanos» y garantizar «las condiciones de vida adecuadas» para frenar la pandemia con «la menor afectación posible», un día después decretó el estado de alarma. Los españoles se quedaron encerrados.

En abril de 2021, el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional el confinamiento impuesto por el Gobierno a todos los españoles, ya que el estado de alarma «no permite la suspensión de los derechos». La sentencia hizo que el Ejecutivo tuviese que revisar y devolver todas las multas con las que castigaron a los habitantes durante todo el aislamiento domiciliario. En total, desde el 13 de marzo de 2020 registraron 1.142.127 sanciones impuestas.

La situación solo podía empeorar, y así fue. Dos meses después, el Constitucional volvió a declarar inconstitucional el segundo estado de alarma, al considerar que con el real decreto quedó «cancelado el régimen de control» que correspondía al Congreso de los Diputados bajo el estado de alarma.

Datos de contagios y muertes ocultos

Uno de los aspectos más cuestionados de la gestión de la pandemia fueron las muertes por coronavirus. Los datos nunca se ajustaron con los del INE, al igual que tampoco lo hicieron los contagios. Este desfase estadístico se debe a la falta de computación de los fallecidos con síntomas asociados a la covid que no recibieron una prueba diagnóstica. Los test de antígenos llegaron muy tarde a nuestro país.

Tampoco faltaron las mentiras. El 28 de abril, Sánchez alardeó de que España era el quinto país del mundo que más test había hecho en ese momento y, para ello, citó un estudio de la Johns Hopkins. La sorpresa vino cuando se descubrió que no existía. El presidente del Gobierno había sumado una mentira más a su currículo.

La primera ola del coronavirus fue catastrófica. Los hospitales estaban colapsados, las funerarias, también, y Madrid improvisaba una morgue en el Palacio de Hielo. El presidente del Gobierno justificaba la situación amparándose en el «envejecimiento de la población española». Más tarde, echó la culpa al turismo. Mientras esto ocurría, Simón todavía decía que las mascarillas no eran necesarias. Sin embargo, empezaban a realizarse trapicheos, como el del equipo de José Luis Ábalos, quien firmó el 20 de marzo de 2020 la compra de ocho millones de mascarillas.

El 2 de julio de 2020, el Gobierno y Sanidad perdieron interés por la covid y aseguraron que la pandemia estaba «controlada». En la práctica, lo que hizo fue dejar el mayor problema sanitario del siglo XXI en manos de las comunidades autónomas. El 4 de julio, para mejorar sus opciones ante las inminentes elecciones gallegas y vascas, Sánchez compareció dando por finalizada la pandemia y animó a «disfrutar de la nueva normalidad». De nuevo estaba engañando a los españoles, que todavía sufrirían seis oleadas más del virus.

El Gobierno mintió también con su cacareado «comité de expertos», que al final resultó que no existía, y jamás ha llevado a cabo la auditoría a fondo de lo que fue su gestión, a pesar de haberla prometido. Sánchez alardeó además del éxito de la vacunación como si fuese un éxito propio, cuando se encargaron Bruselas, que las compró, y las comunidades, que las aplicaron, mientras el Gobierno, siempre centrado en la propaganda, se limitó a poner unas pegatinas con su logo en las cajas.

Otro rasgo distintivo de la gestión de la pandemia por parte de Sánchez fue su falta de humanidad. Retrasó el luto todo lo que pudo, para que no empañase su imagen de supuesto gran gestor ante la crisis, y solo una vez visitó muy fugazmente un centro sanitario.

Corrupción de las mascarillas

Cuatro años después del estallido de contagios y las mentiras del Ejecutivo, salió a la luz el caso Koldo. La Guardia Civil detuvo en febrero de 2024 a Koldo García Izaguirre, que fue asesor del exministro José Luis Ábalos al frente de la cartera de Transportes, por un caso de presunta corrupción en la compra de mascarillas durante la pandemia de la covid. Trama qué, según este medio, ascienden a 54 millones de euros.

¿Sabía Illa lo que estaba pasando dentro de su ministerio? Días después de conocerse lo ocurrido, el que fuera ministro de Sanidad, compareció en el pasillo del Congreso. Allí aseguró que «todo se hizo bien» y a través de «mecanismos legales». Sin embargo, semanas después, apuntó que su cartera no destinó «un solo euro» a la trama de Koldo. Por lo que con esto, recalcó, lo único que se busca es «deshumanizar» a Sánchez. Aún quedan muchos asuntos por resolver en esta trama. Sin embargo, que lo sí se sabe es que el Ejecutivo no saldrá beneficiando de ello.