Dos madres de jóvenes torturados en un centro de Aragón aseguran que la administración ignoró sus denuncias
Dicen que el Instituto Aragonés de Servicios Sociales no practicó las diligencias debidas pese a que dieron parte de sus sospechas en más de una ocasión
Mientras el Juzgado de Instrucción número 2 de Calatayud (Aragón) investiga las presuntas torturas y agresiones sexuales que varios de los trabajadores del Centro de Atención a Menores de la pequeña localidad zaragozana de Ateca cometían contra los jóvenes internos a modo de castigo, dos de las madres han salido al paso para señalar directamente al Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS), organismo gubernamental responsable del correcto funcionamiento de estos centros.
En una entrevista concedida al Heraldo de Aragón, Karelly Padilla y Marcela Céspedes, cuyos hijos han destapado el caso, señalan que el IASS, y por extensión el Gobierno de Aragón, no detectaron las agresiones que se producían en el centro pese a que ellas lo denunciaron desde el primer momento.
«Desde que hace un año y tres meses mi hijo ingresó en Ateca, yo no he dejado de verme con las técnicas del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (IASS) que llevan su caso. Desde el primer momento les advertí de que allí pasaba algo, porque no veía bien al chico y me preocupaban los golpes y moratones que trataba de ocultarme», explicaba este lunes Karelly al periódico regional. «Pero lo único que conseguí fue que me restringieran las visitas. Solo me han dejado ir a verlo cinco o seis veces en más de un año», añade.
Lo único que conseguí fue que me restringieran las visitasMadre de uno de los menores
Aunque ambas tienen ya a sus hijos en casa, la carga de lo que allí pasaron sigue latente. «Todavía se despiertan por la noche dando gritos, a mí eso es algo que me encoge el alma», revela Marcela. «Hemos sufrido mucho, porque desde que puse la primera denuncia ante la Policía Nacional, el pasado 2 de julio, a mí no me dejaban sacar de allí a mi hijo. Y no sabía qué podían hacerle dentro en represalia», apunta por su parte Karelly. A ambas les dijeron que el centro de Ateca era el mejor sitio para solucionar los problemas de conducta de sus hijos.
Para Karelly, el día que todo estalló fue el 21 de julio, cuando tras un tiempo advirtiendo a las autoridades de lo que allí ocurría, su hijo le hizo una videollamada en la que le contó que le habían intentado «acuchillar». Al desplazarse inmediatamente con su marido a Ateca, el director confesó que sabía a qué se refería, pero le aseguró que el menor «no estaba en riesgo de nada», ya que él «tenía la obligación de protegerlo».